Los 8.000 efectivos de la fuerza multinacional que la ONU enviará en los próximos días a Timor Oriental correrán peligro de muerte, y los más vulnerables serán los soldados de Australia, advirtió una asesora del presidente de Indonesia.
La advertencia la hizo Dewi Fortuna Anwar, asesora de relaciones exteriores del presidente Bacharuddin Jusuf Habibie, mientras Australia, que liderará la fuerza, reúne al contingente que deberá restaurar la ley, el orden y la seguridad en el territorio ocupado por Indonesia desde 1975.
"Le comeremos el corazón a quienes entren a Timor Oriental", advirtió a la prensa en Indonesia el comandante de una de las milicias proindonesias a las que se atribuyen, con complicidad del ejército indonesio, la violencia contra los independentistas timorenses.
Las milicias amenazaron con "matar a un soldado australiano por día", lo cual se debe tomar muy en serio, recomendó Fortuna Anwar.
Las bandas armadas proindonesias "tienen fuerte animosidad contra Australia, con o sin razón. Lo que me inquieta es que si las fuerzas de mantenimiento de la paz de la ONU son de Australia, serán atacadas, ese es mi verdadero temor", declaró a la Compañía de Radiodifusión de Australia.
El Consejo de Seguridad de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) aprobó el miércoles "todas las medidas necesarias", incluso el derecho de los cascos azules a abrir fuego, para detener las matanzas y la destrucción perpetradas por las milicias que se oponen a la independencia del territorio.
Australia reunió, a pedido de la ONU, una fuerza de 8.000 efectivos procedentes de varios países, que será organizada y apoyada por la ciudad de Darwin, situada al norte del país y a 500 kilómetros de Timor Oriental.
El primer ministro australiano John Howard anunció que Canberra contribuirá con hasta 4.500 soldados y espera que los países del sudeste asiático sigan el ejemplo australiano.
Howard estuvo de acuerdo con Dewi en cuanto a la posibilidad de que las tropas australianas se conviertan en blanco de ataques.
"Será una operación peligrosa, nunca lo oculté, y creo que los australianos deben prepararse para sufrir las consecuencias que podría tener un operativo como este", declaró Howard a la prensa, en Canberra.
Esto "no es una guerra en el sentido convencional de la palabra, pero se dirigen hacia un lugar del mundo que ha sufrido mucho, y donde la ley y el orden colapsaron por completo, por eso van allí. Así que el peligro es muy grande, y nunca intenté ocultar ese hecho", agregó Howard.
"Siempre que hay fuerzas (armadas) involucradas, aunque sea un operativo de mantenimiento de la paz, existen riesgos. Por eso, hacemos todo lo posible para asegurarnos de que el grado del peligro sea el menor posible", concluyó.
Por 78,5 por ciento, los electores timorenses votaron a favor de la independencia en un referéndum organizado el 30 de agosto por la ONU.
A poco de darse a conocer los resultados, el sábado 4 de este mes, las bandas armadas proindonesias iniciaron una ola de asesinatos, saqueos e incendios de casas y edificios públicos.
Más de 7.000 timorenses murieron y entre 300.000 y 400.000 se vieron obligados a huir de sus hogares, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Sin embargo, según el obispo de Dili, Carlos Ximenes Belo, ganador del premio Nobel de la Paz en 1996, el número de muertos asciende a 10.000.
Se calcula que en Timor Oriental hay unos 20.000 milicianos armados y cerca de 18.000 soldados de Indonesia, entre los cuales hay 2.000 oficiales de fuerzas especiales.
Los militares de Indonesia estarán en el territorio cuando lleguen los cascos azules de la ONU, lo cual fue duramente criticado. José Ramos Horta, quien compartió el premio Nobel en 1996 con Belo, declaró a la australiana Radio ABC que podría haber otro baño de sangre.
"Para el pueblo de Timor Oriental será una afrenta que los mismos criminales, los mismos militares de Indonesia que han asesinado a miles de personas, cometido atrocidades y destruido al país físicamente, intentan ahora formar parte de una fuerza multinacional", manifestó Ramos Horta.
El Centro Internacional de Apoyo a Timor Oriental, instalado en Darwin, declaró este jueves que Indonesia no tiene derecho, ni legal ni moral, a estar en el territorio, y que debería irse de inmediato.
"Australia no insistirá, pero la Unión Europea debería hacerlo. Hay que recordarle a la comunidad internacional que (Timor Oriental) aún es territorio de Portugal", puntualizó el Centro.
La ocupación de Indonesia se produjo cuando Portugal, la ex potencia colonial de Timor Oriental, se retiró del territorio en 1975.
El objetivo de la fuerza multinacional es restaurar la paz y el orden, proteger las operaciones de la misión de la ONU en Timor Oriental (Unamet) y facilitar la entrada de ayuda humanitaria.
Pero el general John Sanderson, ex comandante del ejército australiano que estará al mando de la fuerza y que también fue jefe de operaciones de la ONU en Camboya, indicó que los cascos azules deberían tener poderes especiales y además contar con leyes propias.
"Cuando establecimos la legislación de la ONU en Camboya, nombramos a un fiscal especial para juzgar a los terroristas. Nos vimos enfrentados a la posibilidad de tener que matar a alguien en ese proceso. Y en teoría, nuestra autoridad no incluía esa posibilidad", dijo Sanders en una entrevista por televisión.
"La mayoría de los fracasos en las últimas operaciones de la ONU se debieron, en mi opinión, a deficiencias de autoridad", agregó.
Pero Mark Plunkett, un abogado y especialista en asuntos de mantenimiento de la paz fue más terminante y sostuvo que, según las normas habituales para el alistamiento, los cascos azules sólo pueden usar la fuerza si alguien les dispara a ellos.
"¿Qué pueden hacer (los cascos azules) si ven a alguien con un machete o incendiando una casa? ¿Pueden arrestarlo? ¿Según qué legislación? ¿Dónde llevarán a los detenidos? ¿Qué tribunal los juzgará? ¿Dónde están los tribunales de Timor Oriental?", cuestionó Plunkett.
El verdadero peligro para las fuerzas de la ONU procede de la respuesta de los militares indonesios y no de los opositores timorenses a la independencia, acordaron los analistas.
"Todo depende de lo que logre hacer la fuerza en las primeras semanas. El papel de la ONU como garante de la seguridad se verá complicado por los problemas humanitarios generalizados (del territorio)", declaró James Dunn, ex cónsul de Australia en Timor Oriental.
"Pero si los cascos azules tienen éxito, el fenómeno de las milicias se terminará enseguida", aseguró. (FIN/IPS/tra-en/si/ral/ceb/aq/ip/99