Los intereses cobrados al consumidor y a las empresas empiezan a bajar en Brasil, tras cinco años de una aplastante elevación, para contener la inflación y luego los efectos de las turbulencias financieras internacionales.
Pero es una reacción muy tímida aún. Las tasas de interés siguen como una de las aberraciones de la economía brasileña, después que el país logró, desde 1994, controlar una inflación que por más de 10 años se mantuvo por encima de 100 por ciento y a veces de 1000 por ciento anual.
Un retraso en el pago de la tarjeta de crédito sigue costando más de 200 por ciento anual al deudor. La financiación de una compra en el comercio cuesta en general más de 150 por ciento, pero algunas redes de bienes durables anunciaron una reducción a cerca de un tercio una semana atrás.
En los bancos, con una rebaja de menos de 0,5 puntos porcentuales, los intereses mensuales superan en muchos casos el cobrado al año en los países del Norte industrializado.
El estatal Banco de Brasil, por ejemplo, que ofrece el crédito más barato, bajó de 9,4 a 8,9 por ciento la tasa mensual sobre el saldo negativo de las cuentas especiales, que operan como una financiación automática eventual a sus titulares, hasta un cierto límite.
El Bradesco, mayor banco privado del país, la redujo de 11,5 a 10,9 por ciento. Ese costo es mensual y en el año acumula casi 250 por ciento, o 20 veces la remuneración que el mismo banco paga a una cuenta de ahorro.
Esas pequeñas rebajas responden a dos medidas adoptadas esta semana por el Banco Central, reduciendo la parte retenida de los depósitos bancarios e inyectando así cerca de 13.000 millones de reales (7.000 millones de dólares) en el mercado financiero.
La tasa básica del Banco Central, que indica lo que paga el gobierno por los títulos de su deuda, se elevó a 43 por ciento anual luego de las crisis asiática y rusa y de la devaluación de la moneda brasileña en enero.
Desde entonces bajó gradualmente hasta llegar hoy a 19,5 por ciento. Pero los intereses bancarios y del comercio no acompañaron tal reducción hasta ahora, que empiezan a caer lentamente ante las medidas que amplían la liquidez del mercado.
El presidente Fernando Henrique Cardoso anunció que la tasa básica será reducida a 13 por ciento en el próximo año.
Es una tasa aún muy elevado, sobre todo si se compara con el ocho por ciento de Colombia, un país con graves problemas internos, como fuerte actividad de la guerrilla y narcotráfico lo suficiente para desafiar el gobierno, comentó Horacio Lafer Piva, presidente de la Federación de las Industrias de Sao Paulo.
Las empresas industriales enfrentan graves dificultades, con 80 por ciento de ellas endeudadas ante la autoridad fiscal, según Piva, debido a los altos intereses y a la pesada carga tributaria, que también exige una amplia reforma que favorezca las actividades productivas.
Los bancos y el comercio atribuyen el alto costo del dinero al elevado índice de insolvencia en los préstamos y ventas a crédito, que en gran parte se debe a los altos intereses, en un círculo vicioso.
El Banco Central señala que 70 por ciento de las tasas de interés bancarias es debido a la insolvencia, lo que contribuye a la brutal diferencia entre lo que pagan en la captación de dinero y lo que cobran por sus préstamos.
La Asociación Nacional de Ejecutivos de Finanzas, Administración y Contabilidad (Anefac) viene denunciando tales distorsiones. Calcula, por ejemplo, que alcanzan a 34.000 por ciento los intereses acumulados del crédito al consumidor desde 1994, cuando el Plan Real logró contener la inflación en Brasil.
La inflación en ese período no llegó a 80 por ciento.
Las deudas del sector agrícola, aunque favorecidas por tasas menores, fueron gravadas en 3.840 por ciento en estos cinco años, según la Confederación Nacional de Agricultura, que promovió una marcha de sus afiliados hacia Brasilia el mes pasado, en reclamo de una reducción de 40 por ciento en los débitos.
Después de años de lucha, los agricultores pagan las menores tasas de interés en el país, 8,75 por ciento este año. Entre los bienes de consumo, los automóviles presentan el financiamiento más barato, de 61 por ciento al año, informó la Anefac.
La mejor posición del sector de automóviles es porque el mismo vehículo representa una garantía, lo cual reduce el riesgo de insolvencia. Aún así, ese costo financiero equivale a seis veces al que se cobra en Estados Unidos.
Esa anormalidad que traba la economía brasileña se debe, además de la insolvencia, a un Estado que acapara los recursos financieros para financiar su deuda. A los bancos les resulta más cómodo aplicar el dinero en los títulos públicos, que ofrecen total seguridad, además de altos intereses.
Además, para combatir la inflación y las crisis, el Banco Central limita la liquidez, reteniendo 75 por ciento de los depósitos en cuentas corrientes, índice que bajará a 65 por ciento el 1 de octubre. El sistema financiero se queja también de muchos encargos fiscales.
Como resultado, la economía brasileña opera con bajo índice de financiación, que traba el crecimiento. La deuda del sector privado correspondía a sólo 26,2 por ciento del producto interno bruto en junio, según el Banco Central. En Estados Unidos y muchos países europeos supera el 100 por ciento. (FIN/IPS/mo/dm/if/99