El desempleo y el subempleo afectan a más de la mitad de la fuerza de trabajo de Perú, un panorama peor que en julio de 1990, cuando Alberto Fujimori asumió la presidencia con la promesa de reducir esas tasas, según informes oficiales.
El programa económico liberal puesto en práctica por Fujimori no logró el objetivo que él mismo consideraba prioritario en materia social: reducir el desempleo, que hoy asciende a 9,8 por ciento de la población económicamente activa, y el subempleo, actualmente de 41 por ciento.
Cuando Fujimori se hizo cargo del gobierno, el desempleo abierto era de 8,7 por ciento.
En su mensaje anual al parlamento, el 28 de julio, el mandatario no tocó directamente el problema laboral, que, según las encuestas de opinión, es considerado por 62 por ciento de los peruanos el más importante de los que sufre el país.
En los últimos tres años, el empleo desplazó a la inseguridad y el terrorismo en los índices de preocupación ciudadana, según las encuestas, y al parecer será el punto principal de debate antes de las elecciones del 2000, en las que probablemente Fujimori se postule a una segunda reelección consecutiva.
En su discurso ante el parlamento, Fujimori sostuvo que los problemas laborales son coyunturales y negó que respondan a su programa económico, sino al fenómeno climático de El Niño y al impacto de la crisis económica iniciada en Asia y que ahora perturba a todo el mundo.
El mandatario dijo a los desempleados y subempleados de Perú que está próximo el fin de la etapa recesiva que hoy envuelve al país. "Ya hemos construido los cimientos del desarrollo natural", aseguró.
Fujimori ofreció también medidas inmediatas, como un cauteloso aumento del gasto estatal en obras públicas, en especial en carreteras, escuelas y centros sanitarios, y alivio tributario y asistencia crediticia a las empresas privadas "para mejorar el mercado interno y salir de la recesión".
Estos anuncios fueron considerados insuficientes frente a la gravedad de la reseción por analistas independientes y la oposición política. Fujimori reveló así que no está dispuesto a modificar su programa, que asigna al sector privado el papel central en el crecimiento y el desarrollo económico, agregaron.
El congresista opositor Fernando Olivera sostuvo que Fujimori ha formulado un ofrecimiento "falso y demagógico", porque "no indica de donde extraerá los recursos necesarios para financiar las obras públicas que promete".
Pero otro opositor, el economista y aspirante a la presidencia Alejandro Toledo, estimó, por el contrario, que Fujimori está dispuesto a aflojar su programa económico con la intención de financiar obras "populistas para inyectar un alivio momentáneo en el mercado de trabajo
El economista independiente Angel Bardales concordó con Toledo y opinó que del discurso de Fujimori se desprende que "tratará de mejorar la situación social en los próximos meses a través del efecto rápidamente multiplicador pero transitorio que tiene el sector de la construcción".
"Pero Fujimori no está indicando la modificación de su modelo económico, pues sigue dejando la solución definitiva del desempleo al sector privado, al que ofrece ayuda tributaria y créditos", concluyó Bardales.
"El mensaje presidencial no aporta ningún cambio para superar la crisis, pese a las medidas tributarias y programas de reflotamiento crediticio, pues el modelo seguirá siendo recesivo", dijo, por su parte, la congresista opositora Beatriz Merino.
Algunos analistas, como el economista Manuel Romero Caro, editor del diario especializado en cuestiones empresariales Gestión, consideran que, después de 10 años, el modelo económico liberal implementado por Fujimori en el país demostró ser incapaz de generar empleo con el ritmo necesario.
"Fujimori puede exhibir cifras macroeconómicas positivas, pero fracasa en el campo social y político porque su modelo prioriza el desarrollo de sectores primarios exportadores, como la minería, que se caracterizan por el uso intensivo de capital pero no generan muchos puestos de trabajo", dijo Romero.
Las cifras y el mensaje del presidente Fujimori al parlamento confirman, para el caso peruano, la apreciación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre la situación social en América Latina tras una década de ajuste económico y reformas estructurales.
El informe anual de la OIT, que será presentado el día 24 en Lima por su director general, el chileno Juan Somavía, sostiene que las crisis de empleo en América Latina son la factura social a pagar por los programas de ajuste adoptados en los años 80.
Los países de la región aplicaron medidas para estimular su competitividad internacional y preservar el equilibrio macroeconómico, en un nuevo escenario mundial caracterizado por los procesos de globalización, privatización, liberalización económica y democratización, dice el informe de la OIT.
El documento indica que la globalización ha traído consigo una mayor integración de los países a la economía mundial, pero ha generado también mayor vulnerabilidad y dependencia externa.
"En materia de empleo, la reducción y reestructuración del sector público ha transferido la responsabilidad de crear nuevos puestos de trabajo al sector privado. Esto último no solo requiere de inversiones en bienes de capital sino también en capacitación", agregó la OIT.
Según el estudio, las reformas estructurales han permitido una moderada recuperación económica en los países latinoamericanos luego de la crisis de la década anterior, pero un escaso progreso en materia laboral.
Si bien el crecimiento de la población latinoamericana disminuyó de dos a 1,8 por ciento anual en esta década, se registró en el mismo periodo una aceleración de la migración de las áreas rurales a las ciudades, factor que incrementó la presión de la oferta laboral urbana.
Así, el empleo en la región creció 2,9 por ciento promedio entre 1990 y 1998, lo que resultó insuficiente para absorber la expansión de la fuerza laboral, que creció 3,1 por ciento. De modo que el desempleo, en lugar de disminuir, aumentó. (FIN/IPS/al/mj/if lb/99