Los indígenas de las provincias amazónicas de Pastaza y Napo, de Ecuador, encontraron en el sol y el agua dos aliados para contrarrestar la crisis energética.
Como cada año, con la llegada de agosto regresó el fantasma de posibles racionamientos de energía eléctrica, y con él la búsqueda de soluciones a un problema que se repite durante los meses de verano por la falta de lluvias.
Es así que en los últimos años se intensificó el desarrollo de formas alternativas de energía.
Las comunidades indígenas decidieron buscar la solución en la propia naturaleza, y con el apoyo de la Cooperación Italiana se han colocado paneles y acumuladores de energía solar que tienen la potencia de 13,3 kilovatios, en seis pueblos de Pastaza.
Milton Balseca, funcionario del Instituto Nacional de Energía (INE), destaca el proyecto, que tuvo un costo de 700.000 dólares y podría transformarse en un ejemplo para otras zonas rurales que no tienen forma de acceder a la luz.
"En lugares aislados como montañas o selvas, donde es oneroso o imposible extender la red eléctrica o llevar suficiente (combustible) diesel para una planta, la única solución es aprovechar la energía solar", señala Balseca.
Gracias al proyecto, las comunidades amazónicas Arajuno, Sarayacu, Canelos, Curaray, Boberas y Mauntay, en Pastaza, reciben atención médica de emergencia ayudadas por una radio que funciona con energía solar. Tras un llamado, la ambulancia aérea acude al lugar de difícil acceso.
Además, en el salón comunitario, jóvenes y adultos pueden ver películas en el vídeo que funciona también gracias al sol.
Balseca destaca las ventajas de la energía solar: puede manejarse con autonomía de las redes centrales, tiene capacidad de adaptación a cualquier necesidad, poca complejidad tecnológica y no contamina.
Esta apuesta a la energía solar se inició con el trabajo de investigación del ingeniero Gilberto Montoya en la Escuela Politécnica Nacional, que en 1978 creó el Centro de Búsqueda de Sistemas Alternativos de Energía.
Un proyecto que en sus inicios parecía utópico, hoy muestra logros importantes, como el de las comunidades de Pastaza, y dispone del módulo de energía solar más efectivo del mundo, reconocido en países de Europa, Estados Unidos e Israel.
Montoya, quien recibió reconocimientos por su labor en España y Alemania, recuerda que cuando comenzaron con los estudios sobre energía solar realizaban también otras labores, porque el proyecto no era rentable.
"Ahora es un buen negocio, pero hace 10 años nadie creía en todo lo que se puede hacer en este campo. Para muchos era difícil creer que un país tercermundista pudiera crear tecnología de punta en este tipo de energía", comenta.
A través de la participación en ferias mundiales, se logró transformar los módulos de energía solar en un producto exportable. Ya se han despachado envíos a Japón y Corea y las ventas externas anuales del sector crecieron de 200.000 dólares en 1996 a 500.000 en 1998.
La creación del centro más codiciada en el exterior es el "módulo de aluminio con alma de cobre", una pequeña pieza capaz de absorber calor solar con más intensidad que cualquier otra, que obtuvo el premio de calidad de Trade Leaders Club, en Madrid.
También se está considerando la posibilidad de que pequeñas centrales de telecomunicaciones ubicadas en lugares remotos, puedan funcionar con paneles solares.
En el Parque Nacional Sumaco Napo-Galeras, en Napo, dos comunidades se unieron para llevar luz a su zona mediante otro sistema energético alternativo.
Desde noviembre pasado funciona en la zona la Microcentral "La Cascada" Huahua Sumaco, que provee de energía eléctrica a las comunidades Pacto Sumaco y Huahua Sumaco sin dañar el ambiente.
La idea fue apoyada desde un inicio por la Cooperación Técnica Alemana (GTZ) y el Instituto Ecuatoriano Forestal, de Areas Naturales y Vida Silvestre (INEFAN).
El gobierno alemán donó la turbina, GTZ y el INEFAN brindan asistencia técnica, las comunidades abrieron caminos empalizados, llevaron equipos de generación hasta el lugar y construyeron la sala de máquinas. La Empresa Eléctrica aportó la obra civil y el Consejo Provincial materiales de construcción.
Pero esta microcentral es sólo el comienzo de un plan mucho más amplio. El ingeniero Hans Knoblauch, responsable de GTZ en la zona, propone utilizar los recursos hídricos para generar electricidad en las comunidades indígenas y de colonos, "una fuente renovable, con un efecto mínimo para el ambiente".
La energía eléctrica mejora la calidad de vida de las comunidades amazónicas, ya que permite elaborar productos a partir de materias primas locales, lo que ofrece mayor posibilidad de empleo para jóvenes y mujeres, disminuye el éxodo y contribuye a reducir la presión por la tierra, dice el experto.
Por otra parte, los caminos empalizados que unen la carretera con las diferentes obras de la pequeña central hidráulica, sirven de senderos para proyectos ecoturísticos.
La experiencia en cuanto a generación de energía muestra que la planta de combustible diesel no es solución para áreas rurales aisladas por el transporte del combustible y el difícil mantenimiento.
Tampoco se justifica el Sistema Nacional Interconectado porque los costos por el largo transporte a través de las líneas de alta tensión son muy altos y la instalación tiene un impacto negativo en el ambiente, ya que el primer paso de la interconexión es la construcción de una carretera para transportar los materiales.
Además, el consumo en las comunidades rurales es tan bajo que no justificaría la inversión.
"La generación de grandes represas provoca problemas ecológicos y sociales lamentables, las fuentes de energía como carbón, petróleo, diesel y gas natural no están a disposición sin límites y además producen problemas ambientales. La mejor solución está en las microcentrales", comenta Knoblauch.
La instalación de dos a tres microcentrales abastecería a todo el noreste ecuatoriano, integrado por las provincias de Sucumbíos, Orellana y Napo.
La implementación de las pequeñas centrales va acompañada de un programa de educación ambiental para que los pobladores conozcan la relación bosque-agua-energía-producción.
"Los comuneros que ahora talan el bosque como única solución a sus necesidades inmediatas, comenzarán a conservar las cuencas hidrográficas para que sus microcentrales trabajen en condiciones óptimas", concluye Knoblauch. (FIN/IPS/kl/ag/en/99