El gobierno de Cuba desea atraer a empresas petroleras extranjeras para la prospección conjunta en su Zona Económica Exclusiva del golfo de México, dentro del esfuerzo por aumentar la producción nacional de crudo, que este año espera llevar a dos millones de toneladas.
Una información oficial en ese sentido coincidió con el anuncio, a principios de este de mes, de que el país caribeño no fue incluido en el Pacto de San José, por el cual México y Venezuela suministran petróleo a países centroamericanos y del Caribe en condiciones favorables.
Los beneficiarios del Pacto de San José son Barbados, Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Panamá y República Dominicana.
La propuesta del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, de sumar a Cuba al Pacto, que fue renovado por otro año, no tuvo el respaldo de México, que consideró que "una modificación de ese tipo debe ser analizada con detalle" por sus "implicaciones de carácter comercial y financiero".
El área que se promocionará próximamente para negociaciones con empresas interesadas en la búsqueda y explotación de crudo en "profundidades marinas" abarca 112.000 kilómetros cuadrados, de acuerdo a informes de la prensa oficial cubana.
Las fuentes añadieron que esa extensión está dividida en 59 bloques, de unos 2.000 kilómetros cuadrados cada uno y situados, en su mayoría, a menos de 2.000 metros de profundidad.
La Convención de los derechos del mar estableció a fines de la década del 70 el derecho de las 200 millas para los estados ribereños, a partir del cual se fija una Zona Económica Exclusiva, en la que el país ejerce soberanía sobre sus recursos naturales.
La frontera marítima entre Cuba y Estados Unidos, así como con México y otros países vecinos, se definió a principios de la década del 80.
En su oferta, el gobierno cubano subraya la probabilidad de descubrir importantes yacimientos, por tratarse de una zona especialmente rica en petróleo.
Otra ventaja citada se refiere a la ubicación del sector promocionado, próximo a países petroleros como México y Venezuela, y con un mercado asegurado en Cuba, Bahamas y otros países de la región.
La tecnología actual permite la perforación y producción hasta los 2.000 metros de profundidad y, según los pronósticos, en siete u ocho años se podrán realizar operaciones comerciales en aguas hasta los 3.500 metros.
Cuba puso en marcha a principios de los 90 un ambicioso plan de desarrollo de su industria petrolera, que incluye tecnología de punta y la asociación con capital extranjero, gracias al cual ha ido aumentando anualmente su disponibilidad de crudo.
La empresa estatal brasileña Petrobras se sumó en noviembre pasado a cerca de una decena de companías extranjeras asociadas con Cuba en prospección petrolera.
Los proyectos de colaboración con el capital extranjero son a riesgo y las firmas asumen la totalidad del costo de búsqueda y exploración de yacimientos. En caso de existencia de crudo, Cuba paga con su propio petróleo.
Para la exploración a riesgo, el territorio se dividió en 45 bloques, de los cuales hay 19 contratados. Los expertos señalan que los hallazgos están dentro del rango de detección del coeficiente mundial: uno por cada seis explorados.
Según estimaciones oficiales, la producción llegará este año a 2.000.000 de toneladas de crudo y 500 millones de metros cúbicos de gas, para satisfacer alrededor de 30 por ciento del consumo nacional. El año pasado, el incremento productivo fue de 16 por ciento respecto de 1997, al lograr 1,68 millones de toneladas.
Si bien estos volúmenes son insuficientes para las necesidades del país, las autoridades los consideran importantes, sobre todo si se los compara con las 526.800 toneladas en 1991.
Hasta principios de los 90, la isla recibía anualmente de Moscú 13.000.000 de toneladas de crudo. "Sobre esos 13 vivía el país. Se bañaba en petróleo, pasara lo que pasara", ironizó la revista cubana Bohemia.
El derrumbe del campo socialista y la desaparición de la Unión Soviética dejó a Cuba sin sus mejores socios comerciales y económicos, y sin suministro de petróleo.
En plena crisis, el país debió arreglárselas con alrededor de la mitad del combustible que consumía en los 80, con importaciones a las que debe destinar casi el 60 por ciento de los ingresos obtenidos por exportaciones.
Hasta ahora, Cuba obtiene una parte de petróleo que consume a cambio de azúcar, mediante un contrato con Rusia, que heredó compromisos de la extinta Unión Soviética.
De acuerdo con un protocolo suscrito a principios de este año, Rusia debe suministrar a la isla hasta fines de diciembre 1,5 millones de toneladas de crudo, y recibirá a cambio 800.000 toneladas de azúcar sin refinar.
Se prevé que al vencer el contrato, el gobierno ruso entregue a compañías privadas el suministro de petróleo a Cuba. (FIN/IPS/pg/ag/if/99