Colombia llega al siglo XXI presionada por el narcotráfico, la violación de los derechos humanos y los atentados contra el ambiente, tres de los grandes problemas de la agenda mundial, advierte el ex canciller Augusto Ramírez Ocampo.
Esos tres asuntos están indisolublemente ligados a la guerra y la paz, por lo que algunos presentan ya al país como una amenaza para la seguridad de nuestros vecinos, observa Ramírez Ocampo, miembro de la no gubernamental Comisión de Conciliación Nacional, que promueve la solución negociada del conflicto armado.
Consejero Especial del Director General de la Unesco para la Cultura de la Paz, Ramírez Ocampo fue director del Banco Interamericano de Desarrollo y director para América Latina del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
También se desempeñó como jefe de la Misión de Naciones Unidas en El Salvador, Representante Personal del Secretario General de la ONU para el Plan Especial Económico de Centroamérica y Jefe de la misión de la ONU para la restauración de la democracia en Haití.
IPS: ¿Cuál es su visión del conflicto armado colombiano?
RAMIREZ OCAMPO: Tiene una larga historia, de cerca de 40 años en su última etapa. Desafortunadamente, la historia del país ha estado plagada de enfrentamientos armados.
En el siglo pasado tuvimos ocho guerras civiles. Comenzamos el siglo XX con la llamada Guerra de los 1.000 Días (el tiempo que duró), tuvimos un corto período de paz y luego estallaron los enfrentamientos estrictamente políticos entre el Partido Liberal y el Conservador, que produjeron dos ciclos de violencia, el primero en los años 30 y el otro en los 50.
Una vez superado ese conflicto, nació este último, que tiene características políticas y sociales y surge del hecho de que para solucionar el enfrentamiento liberal-conservador no se dejaron más canales de comunicación, de protesta y de presentación de opciones políticas que los del sistema bipartidista.
A eso se agrega una situación muy grande de inequidad desde el punto de vista social, que contribuyó a estimular la guerra.
Los sectores excluídos finalmente terminaron en la lucha armada y en esta etapa llevamos 37 años, contados desde el momento en que Manuel Marulanda, cuyo nombre original es Pedro Marín, se fue al monte, impulsado por el asesinato de sus parientes en el departamento de Quindío (centro).
Marulanda fundó las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que en este momento es la guerrilla más antigua del mundo. Pero él se mantiene actuante y en perfecto dominio de su capacidad intelectual.
La guerrilla nació en Colombia con un mensaje político y un poco como un como reflejo de una revolución triunfante de Cuba, que se rebelaba contra el "imperialismo norteamericano".
Todas las insurrecciones durante la época de la guerra fría fueron guerras de baja intensidad estimuladas por las dos grandes superpotencias: Estados Unidos y la Unión Soviética.
En ese enfrentamiento se acuñaron los conceptos de "seguridad nacional", del "enemigo externo" y del "imperialismo del oso bolchevique".
Terminada la guerra fria, el escenario cambió. La posguerra fria, que contribuyó a solucionar conflictos armados en América Latina y en otras partes del mundo, no tuvo el mismo efecto en Colombia.
La guerrilla colombiana es autárquica, tiene posibilidad de vivir sin ningún tipo de apoyo internacional y cuenta con fuentes de financiación poderosas.
La primera de estas fuentes de financiación es el narcotráfico, que infortunadamente en Colombia sirve de combustible para la guerra, porque apoya a los paramilitares (de derecha) en el noroccidente y a la insurgencia (izquierdista) en el suroriente.
IPS: ¿Cómo caracteriza usted a los actores del conflicto?
RAMIREZ OCAMPO: La guerrilla colombiana es variada. El grupo más numeroso, más importante y más activo son las FARC, que tienen su origen en la ortodoxia comunista más pura y que, según calculan algunos, puede tener entre 8.000 y 12.000 hombres.
El Ejército de Liberación Nacional (ELN) cuenta con 4.000 o 5.000 combatientes, y surgió pocos meses después de las FARC con una inspiración más cubana e influenciado también en sus comienzos por la Teología de la Liberación, promovida por un sector de la Iglesia Católica latinoamericana.
El ELN agregó a su nombre el de Unión Camilista (ELN-UC), en honor al sacerdote católico (colombiano) Camilo Torres, que murió al poco tiempo de haberse enrolado en sus filas.
A esta organización se unieron también los sacerdotes católicos españoles Manuel Pérez, que llegó a ser su comandante general y murió hace poco más de un año, y Domingo Laín, caído en combate y del que tomó su nombre uno de los frentes más importantes del ELN.
En tercer término está el Ejército Popular de Liberación (EPL), con 500 o 600 hombres, de influencia marxista-leninista, que al parecer ha perdido mucho su concepción política (original).
El EPL fue uno de los grupos que entraron en negociaciones de paz con el gobierno de César Gaviria (1990-1994) y por esa razón sufrió una profunda división.
Del Movimiento 19 de Abril, que firmó la paz con el gobierno de Virgilio Barco (1986-1990) surgió la disidencia del grupo Jaime Bateman Cayón, con una tendencia más urbana y un número mucho menor de combatientes.
Frente a esas organizaciones operan los paramilitares, agrupados en las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que tendrían entre 4.000 y 5.000 hombres y que justifican su existencia con la tesis de que deben combatir a la guerrilla porque el Ejército no ha podido vencerla. (SIGUE/2-E