ALIMENTACION: Quinua, un cultivo andino a la conquista del mundo

La quinua ha sido seleccionada por FAO para proporcionar seguridad alimentaria en el próximo siglo, por tratarse de un «alimento perfecto». Se siembra en más de 36 países de Europa, Asia y Africa, y su demanda crece en el Norte industrial.

Sin embargo, es despreciada por la población urbana de los países andinos, de los que es originaria, que la considera alimento para los pobres y para las aves domésticas.

La quinua (chenopodium quinoa), especie domesticada por los incas en la altiplanicie peruano-boliviana hace más de 8.000 años, está conquistando el mundo por sus altas cualidades nutritivas y su gran adaptabilidad.

Puede sembrarse desde el nivel del mar hasta los 4.000 metros de altitud, bajo condiciones frías y de escasa humedad.

En Perú, empieza a ser usada incluso en los programas de sustitución de cultivo de coca en las zonas de selva. La primera cosecha ha sido exitosa y ha motivado a las autoridades del gubernamental programa Contradrogas a recomendarla como un cultivo alternativo promisorio.

No obstante, en Bolivia, Ecuador y Perú, donde se produce la mejor quinua, el cultivo sigue siendo marginal, los rendimientos son los mismos de hace 30 años y la transferencia de tecnología no ha cumplido sus objetivos de modernizar las técnicas de producción de los campesinos en extrema pobreza.

En esos sectores, su consumo tiende a decrecer debido a que las donaciones de alimentos -constituídas básicamente por trigo-están cambiando los patrones alimentarios de la población.

Y en las ciudades, su alto costo en comparación con el arroz y el trigo importados que vienen subsidiados desde sus países de origen, hace más difícil aún romper la reticencia de los consumidores.

Así se reconoció durante un taller internacional realizado recientemente en Lima, al que asistieron especialistas de 15 países de América Latina y Europa, donde el cultivo tiene gran aceptación.

«La quinua es el mejor ejemplo de un cultivo producido en condiciones tremendamente adversas, es decir, suelos muy pobres, heladas en las noches, sequías prolongadas, falta de dinero de los productores para comprar fertilizantes», dijo Angel Mujica, director de la Escuela de Posgrado de la Universidad del Altiplano de Puno, al sur de Perú.

Los rendimientos, por tanto, son muy bajos: sólo 600 kilogramos por hectárea, mientras que bajo condiciones óptimas se han obtenido hasta 3.500, según se informó durante el Taller.

Allí se señaló también que el potencial de la quinua es de tal magnitud que, en forma experimental, usando variedades mejoradas, se ha duplicado esta producción.

En la reunión, organizada por el Centro Internacional de la Papa (CIP) y la agencia danesa de cooperación internacional DANIDA, se puso en evidencia la gran demanda que la quinua producida en los países andinos genera en Japón, Estados Unidos y Europa.

Juan Izquierdo, de la Oficina Regional de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), informó que aproximadamente 68 países del mundo compran quinua en 25 variedades diferentes.

La demanda mundial es de aproximadamente 100.000 toneladas anuales, cantidad que los países andinos están en capacidad de producir, aunque actualmente sólo llega a la mitad.

«La quinua tiene un enorme potencial comercial, que ayudaría a salir de la pobreza a miles de campesinos de los Andes», dijo Sven Jacobsen, responsable del proyecto de mejoramiento genético de la quinua que viene ejecutando el CIP por encargo del gobierno de Dinamarca.

En el proyecto colaboran la Universidad Nacional del Altiplano de Puno, el Programa de Investigación de Papa de Bolivia y el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias de Ecuador.

Jacobsen añadió que también serviría a los campesinos andinos como una fuente de ingresos adicional, mediante la instalación de pequeñas agroindustrias para la elaboración de galletas que podrían usarse en los desayunos escolares subvencionados por los organismos de alivio a la pobreza que existen en estos países.

Mucha gente se pregunta por qué el CIP auspicia investigaciones sobre un cereal cuando su área de acción está referida a raíces y tubérculos.

La quinua es uno de los cultivos más importantes del mundo y es necesario revalorarlo, alguien lo tiene que hacer y quién mejor que el CIP, que está situado en el centro de origen genético de este cereal, indicó Jacobsen.

«Además, en las comunidades altoandinas la quinua y la papa forman parte del mismo sistema de producción: la quinua se siembra después de la cosecha de papa», añadió.

Para conquistar los exigentes mercados del exterior se requiere producir quinua de calidad uniforme y en volúmenes adecuados, lo que no ocurre actualmente, aseguró el experto. Bolivia, el mayor productor, cosecha 35.000 hectáreas al año y Perú, alrededor de 28.000.

Según FAO, la quinua es un cultivo excepcional por su resistencia a sequías, heladas y suelos salinos. Algunas variedades que crecen en zonas áridas y semiáridas de los Andes resisten hasta 65 días sin recibir una gota de agua, subsistiendo sólo con la humedad retenida en el suelo en los meses de lluvia.

Esto, aunado a su gran valor energético y proteico, llevó a escogerla como uno de los cultivos destinados a alimentar al mundo en los próximos años, recomendando su cultivo, en forma experimental, bajo diferentes condiciones agroecológicas.

En el banco de germoplasma de quinua, en Puno, existen más de un centenar de variedades recolectadas en parcelas andinas, donde los campesinos en cada temporada siembran el cereal que sirvió de alimento a sus antepasados sin saber que con ello pueden estar salvando de la inanición a gran parte de la humanidad.

«La calidad de proteína de la quinua muestra un resultado sobresaliente. Su composición de aminoácidos esenciales es tan perfecta como la de la leche, es decir, no requiere de ninguna complementación, lo cual representa una verdadera expepción en el reino animal», señala un informe de Hans Schoeneberger.

Schoeneberger, quien realizó un estudio sobre el valor nutritivo de los cultivos andinos y su contribución a solucionar la desnutrición en Bolivia, está convencido que en la quinua podría hallarse la solución a muchos problemas de desnutrición crónica que afectan a los niños campesinos de los países andinos.

El interés de FAO en este cultivo ha atraído la mirada de organizaciones científicas y agencias de cooperación internacional, lo que constituye una oportunidad extraordinaria para que especialistas en mejoramiento y selección de variedades, y productores obtengan financiamiento para sus proyectos.

El proyecto que dirige Jacobsen, que cumple ya tres años de ejecución y ha logrado seleccionar 25 variedades de alto rendimiento a la sequía, entrará en las próximas semanas en una segunda fase, en la que se intensificará el trabajo con los campesinos.

Serán éstos quienes escogerán, en última instancia, las variedades mejoradas más adecuadas para la siembra, con las que se espera conquistar el mundo.

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