La largamente esperada venta de gas natural de Bolivia al polo industrial de Sao Paulo comenzó hace apenas dos semanas y Brasil ya prevé la construcción de dos nuevos gasoductos binacionales, a pesar de la crisis que lo afecta.
Brasil, el país más grande de América Latina, encontró en Bolivia, su vecino más pobre, a uno de sus mayores proveedores de energía. El gasoducto entre la localidad boliviana de Río Grande y Sao Paulo, de 32 pulgadas de diámetro y más de 2.000 kilómetros de longitud, es apenas el comienzo de esta alianza.
La operación comenzó el 1 de este mes, con la exportación de 2,2 millones de metros cúbicos de gas boliviano por día, y crecerá de forma gradual hasta que en el 2005 se aproveche la capacidad máxima de transporte de la tubería, de 30 millones de metros cúbicos diarios.
Pero un solo gasoducto será insuficiente entonces. La empresa estatal Petróleos de Brasil (Petrobrás) calcula que la demanda brasileña de gas será ese año de unos 70 millones de metros cúbicos por día, de los cuales al menos 45 millones serán importados.
El negocio avanza con tal rapidez que el segundo gasoducto ya tiene plazo de entrega. En 10 meses estará concluido el tramo de 610 kilómetros entre San Miguel (Bolivia) y Cuiabá (Brasil), con un diámetro de 18 pulgadas y una capacidad de 7,5 millones de metros cúbicos por día.
La nueva tubería se desprenderá del primer gasoducto a Sao Paulo a 242 kilómetros de Río Grande y tendrá una longitud de 335 kilómetros en territorio boliviano y 275 en Brasil.
Al comienzo de sus operaciones, el gasoducto San Miguel-Cuiabá transportará cada día 2,5 millones de metros cúbicos de gas, 50 por ciento boliviano y 50 por ciento argentino.
El gasoducto que sirvió por más de un cuarto de siglo para exportar gas boliviano a Argentina será utilizado dentro de un año en sentido contrario, para bombear gas argentino, que se venderá para alimentar una central termoeléctrica en Cuiabá.
La construcción del gasoducto San Miguel-Cuiabá demandará una inversión total de unos 195 millones de dólares, de los cuales 115 millones corresponderán al lado boliviano y 80 millones a Brasil.
El segundo proyecto es la construcción de un gasoducto de magnitud similar o superior al tramo Río Grande-Sao Paulo, anunció esta semana el ministro boliviano de Desarrollo Económico, José Luis Lupo, quien dio por segura esa obra.
Según las negociaciones preliminares, el nuevo gasoducto partiría de Yacuiba, en el sur de Bolivia, y se dirigiría a territorio paraguayo. Allí, pasaría por Asunción para continuar hacia Porto Alegre (Brasil) y unirse finalmente con la tubería de Sao Paulo.
Con ese gasoducto se abastecería a Paraguay, que hace años demanda gas natural boliviano para la industria de Asunción.
El nuevo gasoducto tendrá un diámetro no menor a 36 pulgadas, cuatro más que el Río Grande-Sao Paulo, anunció el gobierno boliviano.
Hasta hace pocos meses, la gran pregunta era si Bolivia estaba en condiciones de abastecer la gran demanda brasileña de gas con sus actuales reservas.
Pero Bolivia confirmó en junio que cuenta con reservas probadas de gas natural de tal dimensión que lo convertirán en el estratégico eje distribuidor en el Cono Sur.
Según Petrobrás y la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, este país cuenta con 8,58 trillones de pies cúbicos de reservas probadas, y se estima que con el reciente descubrimiento de dos nuevos pozos de gas en Itaú y Caranda, las reservas llegan a 20 trillones de pies cúbicos.
Para la venta de 30 millones de metros cúbicos por día de gas natural, es decir la capacidad máxima de transporte del gasoducto Río Grande-Sao Paulo, se requieren 7,2 trillones de pies cúbicos de reservas probadas, para garantizar el suministro durante 20 años, según Brasil.
Con sus reservas actuales, Bolivia podría triplicar ese volumen de exportación. (FIN/IPS/ac/mj/if en/99
