Los negociadores de la estratégica asociación de México con la Unión Europea (UE), el principal proyecto comercial del presidente Ernesto Zedillo, anticipan grandes avances en la séptima ronda de conversaciones que se abrirá este lunes en Bruselas.
Cerca de nueve meses después de que las partes comenzaron a discutir el plan comercial más ambicioso del gobierno de Zedillo, cuya gestión concluye en diciembre del 2000, las negociaciones giran en torno a la desgravación arancelaria y el ajuste de las reglas de origen para el acceso a mercados preferenciales.
México y la UE "están en la antesala" de firmar el acuerdo, pronosticó Luis Fernando de la Calle, subsecretario de Relaciones Comerciales Internacionales, mientras industriales y analistas cuestionan los términos de la negociación.
La UE representaba 13 por ciento de las exportaciones totales de México en 1988, porcentaje que cayó a 3,3 por ciento el año pasado, cuando todo el comercio bilateral alcanzó un monto de 15.600 millones de dólares.
El año pasado, apenas 9,4 de las importaciones totales de México procedieron de la UE, bloque que concentra la quinta parte del comercio mundial. Hace diez años, ese porcentaje ascendía a 16 por ciento.
Ambas partes pusieron sobre el tapete todos los bienes y servicios. Sin embargo, algunos sectores industriales mexicanos piden tiempo para revisar la situación de cada ramo.
Los industriales pretenden descartar el riesgo de enfrentarse a una competencia para la que no estaban preparados y exigen que las negociaciones con Europa no rebasen lo logrado en el Tratado de Libre Comercio (TLCAN) puesto en vigor entre México, Estados Unidos y Canadá en enero de 1994.
La industria automotriz mexicana, por ejemplo, no tiene perspectiva de exportar grandes volúmenes a Europa, donde ese sector es 18 veces superior al mexicano.
Además de una apertura gradual y no total del sector automotriz, las principales armadoras del país, General Motors, Ford y Daimler-Chrysler, piden políticas fiscales que estimulen y no castiguen la demanda de autos.
"Las negociaciones para alcanzar ese instrumento de libre comercio este mismo año no representan mayor problema", pero existen "problemas de fondo que constituyen dificultades reales" que acarrearía luego el acuerdo México-UE, dijo a IPS el investigador Federico Nobelo.
Este país "enfrenta serios problemas técnicos y económicos para diversificar su mercado", afirmó Nobelo, experto del Departamento de Producción Económica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
El acuerdo sólo será "benéfico para el país si combina la apertura comercial con políticas de fomento a la producción nacional de mediano y largo plazo, semejantes a las de los competidores europeos", explicó.
En caso contrario, "¿qué les vamos a vender a los europeos si todas las exportaciones mexicanas se van a Estados Unidos?", se preguntó Nobelo
Las exportaciones mexicanas, que representan 39 por ciento del total de América Latina, tienen como principal destino al mercado de Estados Unidos.
A partir de enero de 1994, cuando entró en vigor el TLCAN, el comercio entre este país y Estados Unidos crecieron 137 por ciento. El año pasado, los productores mexicanos colocaron mercancías en ese poderoso mercado por 94.700 millones de dólares.
Las "únicas expectativas que puede crear el tratado de libre comercio con la UE radican en que permita incrementar el empleo", considerando "la mano de obra extraordinariamente descalificada y barata" que existe en el país, afirmó Novelo.
"Con toda certeza el tratado de libre comercio estará firmado antes del 2000, pero lo que habrá será una relación con Europa absolutamente subordinada", consideró.
El sector agropecuario es particularmente vulnerable, si se considera que "todo el circuito financiero está cerrado para las actividades agrícolas" y que en algún momento deberán enfrentarse a competidores "altamente tecnificados y calificados, además de fuertemente subsidiados", agregó Nobelo.
Ese sector ha sido tradicionalmente el más difícil de negociar en acuerdos de libre comercio. Los europeos no temen a la competencia de los mexicanos, pero evitan sentar un precedente ante el acuerdo que negocian con el Mercado Común del Sur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay).
El gobierno mexicano decidió en diciembre, ante una coyuntura fiscal difícil, elevar los aranceles a países con los que no tiene tratados comerciales a fin de recaudar 500 millones de dólares en ingresos fiscales, en una medida que no fue bien recibida por los inversionistas.
México cedió a la propuesta original de los europeos de desgravar los aranceles más de 80 por ciento a algunos productos importados de Europa y el resto en términos de entre tres y siete años.
Para algunos productos delicados no especificados, México pretende una apertura inmediata de 40 por ciento en la importación de mercancías europeas, 20 por ciento entre el 2003 y el 2005 y 40 por ciento 10 años después de la entrada en vigor del acuerdo que se negocia.
Industriales mexicanos se quejan de la resistencia de los europeos a acordar reglas de origen estrictas. La UE pretende seguir protegiendo las compras de materias primas de sus ex colonias de Africa, el Caribe y el Pacífico, señalan.
La desgravación arancelaria llegará tarde o temprano, mientras las reglas de origen, indispensables para la protección de las cadenas productivas, permanecerán como se negociaron para toda la vida, explican.
En materia de inversión, México ofrece un trato de libre acceso al país a los capitales europeos, bajo un esquema similar al que mantiene con Canadá y Estados Unidos.
El TLCAN incluye un capítulo que constituye una herramienta fundamental para fomentar la inversión directa. La política comercial de la UE, aunque es comunitaria, mantiene las inversiones como asunto que regula cada Estado.
México y la UE pretenden establecer reglas que den fluidez a los capitales. El gobierno mexicano estimó que este año llegarán al país inversiones directas por unos 10.000 millones de dólares. (FIN/IPS/pf/mj/if/99
