Llegaron a México hace 20 años en condición de refugiados, pero 23.000 desplazados por la violencia en Guatemala decidieron buscar la autosuficiencia a partir de hoy, cuando la ayuda a los asilados de ese país centroamericano quedó cancelada.
El proceso de repatriación de 45.000 guatemaltecos que comenzaron a llegar a finales de la década de los 70 para radicar en los estados de Chiapas, Campeche y Quintana Roo, concluyó la tarde del jueves, tras el retorno voluntario de las últimas 42 familias.
A partir de este viernes, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) suspendieron la asistencia a la población refugiada de origen guatemalteco.
Al retornar el último grupo de 189 personas al municipio de Nentón, en el departamento guatemalteco de Huehuetenango, escenario de horribles matanzas a principios de la década de los 80, México cumplió su papel de brindar refugio.
Hombres y mujeres, la mayoría con hijos mexicanos pequeños o adolescentes, tomaron la decisión de regresar a su patria por la sencilla razón de que la extrañan.
José Domingo Sales, por ejemplo, abordó el autobús que lo conduciría a Guatemala consciente de los problemas que lo esperan en su país, pero narró que desde que llegó a México, en 1982, no ha hecho sino pensar en poder volver algún día.
Los padres de Sales forman parte de los 23.000 indígenas de ese país que optaron por permanecer en México como simples ciudadanos.
El proceso de repatriación comenzó en 1992 y culminó con la partida de ocho autobuses que transportaban en su mayoría a niños y jóvenes mexicanos, cuyos padres adhirieron al programa de retorno voluntario.
A partir de 1996, cuando firmaron la paz el gobierno guatemalteco y la insurgente Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, aumentó considerablemente el número de repatriados guatemaltecos.
Actualmente, unos 12.000 ex refugiados tienen doble nacionalidad, de acuerdo con datos de Comar.
El delegado regional de ACNUR, Roberto Rodríguez, declaró que la repatriación de los guatemaltecos constituyó un proceso "inédito, histórico y relevante en el ámbito nacional e internacional".
En el marco de la ceremonia del fin del refugio de guatemaltecos, Rodríguez señaló que el suceso debería ser un ejemplo para resolver situaciones similares en otras regiones del mundo.
Por su parte, el ministro consejero de la embajada guatemalteca en México, Manuel Téllez, agradeció la asistencia brindada durante dos décadas por las autoridades a los desplazados por la violencia en el país centroamericano.
El subsecretario de Población y Servicios Migratorios, José Angel Pescador, subrayó por su parte que lo que distingue a México "es ser un lugar donde el refugiado se siente como en su propio país, desde el primer momento".
Pescador calificó de "fundamental" el papel de ACNUR en el proceso de repatriación voluntaria, y destacó la labor del organismo que permaneció "fiel al principio que orienta su mandato, al mantener el apoyo al complejo pero exitoso plan de retorno" de guatemaltecos a sus lugares de origen.
Al dar por concluido el programa de ayuda a los desplazados, el coordinador de Comar, Pedro Vázquez, destacó que "la idea es que los refugiados asuman ya su responsabilidad como inmigrantes".
Según el funcionario, los inmigrados o naturalizados mexicanos están "preparados, pues durante varios años recibieron ayuda para infraestructura y capacitación para ser autosuficientes".
El gobernador de Chiapas, Roberto Albores, afirmó que "México se honra de aplicar una política comprometida con la legalidad y el humanismo".
Albores destacó que deben implementarse programas de desarrollo destinados a brindar oportunidades a los mexicano-guatemaltecos para mejorar sus condiciones de vida.
Un total de 26.000 guatemaltecos vivieron durante su refugio en el empobrecido estado de Chiapas, donde a partir de 1994 surgió el rebelde Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Cerca de 12.500 ex refugiados que decidieron permanecer en México radican en Chiapas.
Baltazar Miguel Pascual, quien vivió 17 de sus 29 años en Campeche, admite que está adaptado a la vida en México.
Al igual que muchos de los ex refugiados, que perciben ingresos de unos 20 dólares a la semana en actividades agrícolas, condiera que "vamos a sufrir" al dejar de percibir a partir de ahora la ayuda de Comai y ACNUR.
Los "chapines", como se llama a los oriundos de Guatemala, podrán recibir apoyos crediticios, pero deberán vivir a partir de ahora sin los donativos que otorgaban los organismos de asistencia a refugiados.
Las autoridades mexicanas y ACNUR invirtieron más de 100 millones de dólares en los desplazados, quienes además fueron favorecidos con tierras y otros proyectos de desarrollo.
Sin embargo, la historia de las decenas de miles de indígenas guatemaltecos que cruzaron la frontera con México no fue fácil en este país, donde amplios segmentos de las comunidades indígenas nacionales, en particular de Chiapas, denuncian abusos.
En Chiapas, de acuerdo con datos oficiales, 82,24 por ciento de la población indígena no completó la primaria, mientras 66,90 por ciento de sus viviendas no tiene electricidad y 91,40 por ciento carece de drenaje.
Los refugiados guatemaltecos, no obstante, lograron salvar la vida al abandonar su país huyendo de la violencia que dejó 150.000 muertos, 50.000 desaparecidos. (FIN/IPS/pf/dg/pr-ip/99