INDIA-PAKISTAN: Un duelo que también se libra en la prensa

India afirma estar ganando su duelo de artillería con Pakistán a través de la frontera por la dividida Kachemira, pero podría estar perdiendo la guerra en la opinión pública nacional e internacional.

Diez días después del comienzo de las hostilidades, India no logra convencer a los periodistas occidentales de que tropas paquistaníes atravesaron la "línea de control", zona de frontera de 740 kilómetros sin demarcar establecida por las Naciones Unidas, en el sector de Dras-Kargil.

El escepticismo de los periodistas continúa a pesar de que el propio canciller de Pakistán, Sartaj Aziz, admitió el jueves que hubo, en efecto, una intrusión, pero la atribuyó a la falta de controles de India.

Un periodista de la BBC entrevistó al especialista Patrick French este viernes, poco después de las declaraciones de Aziz, y aun así puso en duda que las incursiones paquistaníes hubieran ocurrido.

Pakistán insiste en que los intrusos, que incursionaron en las montañas cercanas a la línea de control de entre 5.000 y 7.000 metros de altura, son mujahidines (combatientes islámicos) que luchan por la autonomía de Cachemira.

Por su parte, Nueva Delhi aseguró que entre el contingente que ingresó desde Pakistán figuraban soldados paquistaníes y mercenarios afganos, armados con misiles antiaéreos y capaces de lanzar artillería con excelente puntería.

Una fuente del Ministerio de Relaciones Exteriores de India afirmó que Pakistán pretende "internacionalizar" el conflicto en Cachemira, al que considera un problema bilateral, utilizando los medios de comunicación con ese fin.

"La meta de India es convertir la línea de control establecida por las Naciones Unidas en la frontera definitiva, pero Pakistán encuentra inaceptable un acuerdo que no incluya el valle de Srinagar", explicó el informante indio.

Esta fuente sostuvo que internacionalizar el problema de Cachemira ayudaría a Pakistán, que pretende dejar la solución final del conflicto de Cachemira, excepto en lo que se refiere al valle de Srinagar, a un mediador extranjero.

India derrotó tres veces a Pakistán en guerras libradas por la posesión del valle de Srinagar. La última concluyó en 1972 con el acuerdo de Shimla, que estableció la línea de control.

El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores indio atribuyó la actual crisis en el sector Dras-Kargil a la intención de Pakistán de desestabilizar la línea de control y llevarla tan al este como sea posible, con el fin de anticiparse a un acuerdo por mediación internacional.

La reticencia de India a alcanzar una mediación internacional se relaciona con la mala reputación de su administración de Cachemira, donde las fuerzas armadas reprimen con brutalidad a la militancia separatista.

Pakistán posee la tercera parte del disputado territorio al occidentte de la línea de control, a la que denomina Azad Kashmir (Cachemira Libre). Es posible que la mayoría de los kashmiríes opten por la independencia de los dos países si se les diera libertad de opción.

El temor indio a una intervención internacional sería una de las razones por las que al principio evitó que trascendiera la crisis en Dras-Kargil, que transcurrió durante semanas antes de que Nueva Delhi ordenara ataques aéreos el 26 de marzo.

De hecho, el ejército de India no divulgó de inmediato información sobre la intrusión en la frontera y concedió así a Pakistán una ventaja propagandística que aún se mantiene.

Los funcionarios paquistaníes fueron mucho más accesibles a los medios occidentales, y acusaron a India de atacar civiles, entre ellos a niños, durante su bombardeo en la frontera.

Pakistán se ganó el jueves la simpatía de los medios al entregar al Comité Internacional de la Cruz Roja al teniente indio K. Nachiketa, cuyo avión de combate Mig-27 se estrelló en el lado paquistaní de la línea de control el 27 de mayo.

Un Mig-21, enviado para localizar a Nachiketa luego de que saltara en paracaídas, fue derribado por Pakistán y el cuerpo de su piloto, el líder de escuadrón A. Ahuja, al parecer acribillado a balazos desde corta distancia, fue enviado a India.

Nachiketa, según el Ministerio de Relaciones Exteriores de India, no podía haber sido retenido como prisionero de guerra simplemente porque no se había declarado ninguna guerra y el conflicto es entre las fuerzas armadas indias y los mujaidines.

Pakistán también habló mucho en los medios sobre proponer una visita pacífica de Aziz a India para "reducir la tensión", e instó a la comunidad internacional a tomar nota de la lentitud de India para aceptar y fijar una fecha.

Nueva Delhi todavía debe responder a la propuesta de realizar la visita el 7 de junio y anunció que las conversaciones se limitarían a la intrusión armada que, de todos modos, sería resuelta por la operación militar que está teniendo lugar.

"Exigiremos la evacuación de los intrusos y el compromiso de respetar la línea de control en el futuro", dijo un portavoz.

Aunque no puede esperarse que tal dureza caiga bien en medios occidentales, el gobierno ultranacionalista de derecha de India tiene mucho más que temer a las críticas de la prensa dentro de su propio territorio.

La prensa india criticó, al igual que la oposición, la falta de una respuesta rápida a la intrusión armada, relacionada con la obsesión del primer ministro Atal Bihari Vajpayee con el acercamiento a Pakistán.

En un aparente intento de cubrir a su jefe, el ministro de Defensa, George Fernandes, sugirió que el primer ministro de Pakistán, Nawaz Sharif, no había sido informado por el ejército, sugerencia que no fue bien recibida por diplomáticos veteranos y oficiales.

El reconocimiento del propio Vajpayee de que los preparativos para la intrusión se estaban realizando cuando hizo su viaje por la paz en ómnibus hacia Lahore en febrero se sumó a la impresión de fracaso y de intento de cubrirlo.

Fernandes fue criticado tanto por el Partido Bharatiya Janata (BJP), que lidera la coalición gobernante, como por los partidos de oposición, cuando sugirió que "debería considerarse un pasaje de seguridad" para los intrusos, que están rodeados por el ejército indio.

La oposición también está molesta por una sesión informativa a cargo de los principales jefes militares organizada por Fernandes para el BJP, por considerarla un intento de "politizar" al ejército.

La respuesta del gobierno fue que con una situación "similar a la guerra" en la frontera y con las vidas de soldados en peligro no hay lugar a críticas desde ningún sector.

Las sesiones informativas conjuntas diarias de los Ministerios de Relaciones Exteriores y de Defensa adquirieron un tono de dureza con los periodistas, a quienes se les advirtió que no formularan preguntas frívolas y se les recordó la seriedad de la situación. (FIN/IPS/tra-en/rdr/an/at-mj/ip cr/99

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