Tras fuertes temblores de tierra que se hicieron sentir este mes, los habitantes de la ciudad de Guatemala aumentaron su temor de un nuevo terremoto y sus dudas sobre la capacidad estructural de la capital para resistirlo.
Se piensa que la mayoría de los edificios podrían soportar un sismo como el del 4 de febrero de 1976, que causó más de 20.000 muertos, pero que los habitantes de precarias viviendas construidas en laderas y orillas de barrancos estarían expuestos a graves riesgos.
Los bomberos municipales identificaron las áreas de la ciudad, de más de dos millones de habitantes, que correrían peligro si se produce un terremoto, y señalaron que las más amenazadas serían los 169 asentamientos ubicados a orillas de los barrancos del área metropolitana, donde viven más de 13.000 familias.
Sin embargo, la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED) aún no ha dado a conocer un programa de emergencia para prevenir los riesgos de un sismo en la región metropolitana.
Julio Juárez, funcionario de CONRED, aseguró que durante este mes se dará a conocer un plan que consta de tres partes: la identificación de líderes comunitarios, el establecimiento de refugios temporales y la confección de un mapa de las zonas que corren mayor peligro.
Juana García y su familia viven en un asentamiento debajo del puente El Incienso, en el centro de la ciudad, y no confían mucho en las autoridades ni en los planes de emergencia. En noviembre de 1998 seis personas que habitaban en ese lugar murieron y 20 desaparecieron entre los escombros que dejó el huracán Mitch.
"Ahora que empezó a llover duro, sólo nos encomendamos a Dios y a ver que pasa", dijo García, quien no quiere pensar en lo que ocurriría si se produce un terremoto.
Agregó que durante los recientes temblores dijo a sus hijas: "Mejor nos juntamos, porque si nos vamos a morir que sea juntas".
Otra es la situación de las personas que disponen de una buena casa, ya que según el ingeniero Francisco Sandoval, presidente de la Asociación Nacional de Constructores de Vivienda "la garantía antisísmica de las viviendas es responsabilidad del constructor y de la municipalidad".
Sandoval dijo al diario local Prensa Libre que es la municipalidad quien debe controlar que se cumplan las normas de seguridad.
Francisco Basterrechea, el viceministro de Comunicaciones, aseguró por su parte que todos los edificios públicos se construyen aplicando normas técnicas que permiten garantizar que soportarán terremotos.
Sergio Irungaray, funcionario del Fondo de Hipotecas Aseguradas (FHA), que financia la construcción de viviendas, señaló que la instución es muy estricta en el control de la aplicación de las normas de seguridad, y que ha rechazado proyectos que no las cumplían.
El FHA no aprueba la construcción de casas cerca de los bordes de los barrancos o sobre otros terrenos que no ofrecen garantías de estabilidad.
Algunos expertos han afirmado que 90 por ciento de los edificios de la ciudad están en condiciones de soportar un sismo.
Autoridades municipales aseguraron, sin embargo, que hasta finales de 1998 sólo 17 por ciento de las construcciones tenían licencia, y que la presión ejercida este año por la municipalidad logró que 40 por ciento tramitaran la autorización, pero que no se sabe si cumplieron las normas antisísmicas.
Esas fuentes indicaron que no podrá asegurarse que existen garantías adecuadas hasta que todos los proyectos tengan autorización municipal.
La tradicional fisonomía pueblerina de la ciudad de Guatemala se modificó en los últimos años, con la multiplicación de altos y lujosos edificios, pero existe un altísimo déficit de viviendas populares.
Sin embargo, Basterrechea aseguró que el Fondo Guatemalteco de Vivienda ofrece a quienes habitan viviendas precarias la oportunidad de trasladarse a casas seguras.
"Pero hay personas que, para vivir muy cerca del lugar donde trabajan, o para no pagar ni un centavo por su vivienda, prefieren arriesgar sus vidas a orillas de los barrancos", añadió el funcionario. (FIN/IPS/cz/mp//99
