Comunidades indígenas de la provincia de Napo, en la Amazonia de Ecuador, realizan una protesta por la contaminación del río Misahualli, causada por la construcción de un oleoducto.
En las últimas dos semanas causó alarma en los pueblos de esta zona petrolera el aumento de diarrea en los niños y la aparición de hongos en la piel de gran cantidad de personas.
El análisis médico constató que estos síntomas eran consecuencia de enfermedades producidas por el consumo y utilización del agua del río.
La dirigente indígena Martha Tapuy dijo a IPS que los niños están enfermos y carecen de medicinas, por lo que las comunidades piden "la intervención de las autoridades".
"El río es parte de nuestra vida. Si no tomamos el agua de él no tenemos de dónde sacarla", afirmó.
La contaminación es atribuida a los desechos arrojados por la compañía Argep, constructora del oleoducto, que no utiliza tecnología adecuada para proteger las aguas, según los expertos.
Decenas de indígenas tomaron el viernes pasado un puente para impedir el paso de los trabajadores de la empresa y se enfrentaron con militares y policías antes de ser desalojados.
En otra zona cercana, mujeres y niños de las comunidades se apoderaron de una retro excavadora de la empresa y mantuvieron secuestrados a los operadores, sin causarles daño.
Los indígenas exigen que la compañía detenga la construcción del oleoducto y descontamine el agua antes de continuar con las obras. Mientras eso no ocurra, piden tanques para proveerse de agua de lluvia destinada al consumo diario.
Luego de las protestas, se instaló una mesa de diálogo entre el gobernador de la provincia de Napo, Edgar Santillán, dirigentes indígenas de la Amazonia ecuatoriana y ejecutivos de la compañía petrolera.
La empresa se comprometió a cumplir con el pedido de las comunidades. Sin embargo, los dirigentes indígenas señalaron que se mantendrán a la expectativa y que, si no se soluciona el problema, emprenderán nuevas acciones, lo que podría trasladar el conflicto a las demás provincias amazónicas del Ecuador.
Turquino Tapuy, dirigente de la Federación de Organizaciones Indígenas de Napo señaló que el daño causado por las petroleras no es un problema nuevo. Por eso, "las comunidades no confían mucho en la palabra de los personeros de esas compañías", dijo.
La organización ambientalista Acción Ecológica denunció que "la actividad petrolera en el oriente ecuatoriano está destruyendo una de las zonas de mayor biodiversidad del planeta y amenaza seriamente la supervivencia de muchas comunidades indígenas".
Durante veinte años, la explotación petrolera en la Amazonia fue realizada solamente por la Texaco Petroleum Company y, más tarde, por la estatal Petroecuador y otras compañías extranjeras.
Al retirase Texaco, varios pueblos indígenas amazónicos apoyados por organizaciones ambientalistas iniciaron en Estados Unidos una demanda contra la compañía por daños y perjuicios ocasionados al ecosistema durante los años en que explotó el petróleo de la zona.
Los demandantes demostraron que la empresa no utilizaba tecnología de protección ambiental de uso común en otros lugares donde se explota petróleo, lo que provocó la contaminación de ríos y daños en la flora y la fauna de la región.
Los últimos gobiernos ecuatorianos, incluido el actual de Jamil Mahuad, no apoyaron las acciones legales contra Texaco y pidieron a los tribunales de Estados Unidos que rechacen la competencia y la transfieran a Ecuador, lo que fue apoyado por la propia petrolera.
A pesar de eso, el proceso judicial sigue su curso y se espera que la justicia estadounidense obligue en los próximos meses a la empresa a descontaminar las zonas afectadas y a indemnizar a las comunidades indígenas.
Valerio Grefa, diputado indígena de la Amazonia, señaló que es fundamental atender a las comunidades afectadas por la contaminación petrolera. De lo contrario, advirtió, podría registrarse una catástrofe sanitaria.
"Además de que puede haber problemas irreversibles en la salud, hay un ataque a los símbolos de nuestros pueblos, a su mundo, y cuando eso sucede solo les queda luchar", dijo Grefa.
En estos días se conoció otra noticia alarmante para la Amazonia ecuatoriana. El delfín rosado, una de las especies más raras de la región corre peligro de extinción.
La bióloga Judith Denkinger, especialista en delfines rosados señaló que estos animales podrían desaparecer si no se detiene la deforestación y la contaminación de las aguas de los ríos Cuyabeno, Aguarico, Lagarto y otros en los que éstos acostumbran a cobijarse.
Un derrame de petróleo en Shushufindi contaminó en 1993 el río Aguarico y produjo la muerte de decenas de delfines.
En estos seis años otros derrames y la deforestación provocaron la desaparición de más cetáceos, colocándolos al borde de la extinción.
Los delfines que pudieron sobrevivir a la contaminación continua se refugiaron en ríos y lagos más inaccesibles en la frontera entre Perú y Ecuador, donde Denkinger instaló un observatorio para estudiar su comportamiento.
Con la firma de la paz entre los dos países se anuncia una mayor explotación de la zona, extendiendo la amenaza de contaminación petrolera al último reducto del delfín rosado.
Denkinger dijo que si no se para la deforestación y la contaminación petrolífera de los ríos, desaparecerá una especie única en el mundo.
"Solo quedará la leyenda indígena según la cual los delfines rosados se transforman en hombre o mujer para encontrar su pareja en las comunidades ribereñas y que, cuando la encuentran, regresan con ella al río, donde los dos vuelven a ser delfines", comentó la bióloga.
Para el cura salesiano Juan Bottasso, que vivió más de quince años con las comunidades de la Amazonia, el petróleo tiene un significado destructor en la cotidianeidad indígena.
"En la visión étnica, no hay contradicción entre ricos y pobres. Los indios de la Amazonia no son pobres, viven una cultura ligada a la naturaleza", explicó Bottasso.
"Para relacionarse mejor con ellos y evitar su exterminio, hay que respetar esa visión, porque al atacar la naturaleza, como lo hacen las petroleras, se ataca su vida", concluyó. (FIN/IPS/kl/mj/en pr/99