El puerto somalí de Bossasso, que antes del colapso del país en 1991 era una aldea de 10.000 habitantes, se ha transformado en un floreciente centro comercial que ocupa a grandes contingentes de trabajadores.
La relativa paz de la localidad ha atraído a más de 200.000 nuevos residentes, la mayor parte procedentes del sur del país, donde milicias rivales combaten por el control de Mogadiscio, y la región de Juba, considerada el granero de Somalia.
Bossasso, situado sobre el mar Rojo y principal puerta de salida de la flamante República de Puntland, una de las dos regiones que proclamaron su independencia desde la guerra de 1991, también alberga a más de 20.000 personas desplazadas internamente.
"Para muchos somalíes que perdieron sus propiedades en la guerra, esta es la tierra de las oportunidades", aseguró Addi Farah, que se gana la vida vendiendo bebidas gaseosas en la aldea tras escapar de la capital en 1994.
"La imagen que la gente tiene desde afuera es que en Somalia reina un caos total y quien posee las armas detenta el gobierno, pero eso no es cierto", observó Kemal Aden, propietario de uno de los nuevos hoteles. "No he oído aquí el disparo de un arma de fuego en años", agregó.
Somalia, con 10,1 millones de habitantes, se desintegró en feudos dominados por clanes en 1991.
Más de una docena de buques de mediano tonelaje atracan diariamente en el puerto de Bossasso. La mayoría proceden de Medio Oriente y se llevan las principales exportaciones somalíes: ganado en pie y pescado. Las naves traen madera, arroz y repuestos para vehículos.
Cifras de las autoridades portuarias dieron cuenta que en 1998 sólo Puntland exportó un total de 14.000 camellos, 17.831 cabezas de ganado y 500.000 cabras. La región también vendió pescado por valor de 7,5 millones de dólares.
Vecinos a la costa, numerosas tiendas y comercios abastecen a la población. Sin embargo, la mayor parte del intercambio comercial tiene lugar en las calles, donde los vendedores ofrecen de todo, desde electrodomésticos hasta pan.
En la trajinada "calle de los bancos", los negociantes apilan los chelines en carretillas para cambiarlos por dólares. El chelín somalí, que antes de 1991 se cotizaba a 6.000 por dólar, ahora se ha estabilizado en 8.000 por dólar.
Contiguo a la calle de los bancos hay un mercado que vende armas, donde se puede conseguir una pistola automática por 30 dólares. "No existe nada como esto en todo el mundo", aseguró Aden, quien ha menudo realiza sus transacciones en esa zona.
Los residentes de Bossasso planean, además, promover el turismo. "Con la paz que tenemos ahora, todo lo que debemos hacer es cambiar la cultura conservadora de la gente local y aceptar turistas", dijo Aden a IPS.
Numerosos extranjeros han sido atraídos también por las oportunidades que ofrece Bossasso.
Más de 500 personas procedentes sobre todo de Tanzania, Kenia, República Democratica del Congo, Etiopía, Eritrea, Djibouti y Uganda hacen negocios en Bossasso, según Abdishakur Yusuf, un periodista del semanario local Sahan.
Algunos extranjeros se ganan la vida cavando tumbas, y otros se dedican a la pesca, a soldar y reparar vehículos, o cocinan en los hoteles. "La mayoría de ellos hacen labores peculiares que los trabajadores locales rechazan", apuntó Yusuf.
Abdullah Asmani, un tanzaniano, carga y descarga buques en el puerto y gana alrededor de 200 dólares mensuales, una suma que no obtendria en su pais haciendo el mismo trabajo.
"No pude quedarme en Tanzania. Allí mucha gente no tiene trabajo, y si lo consigue no puede llegar a fin de mes con sus ingresos", dijo.
"Mi país tiene paz, pero aquí tenemos empleo y obtenemos una paga en moneda fuerte", explicó. (FIN/IPS/tra-en/ja/mn/ego-dg/ip- if-pr/99)