Más de 50.000 refugiados provenientes de Angola y Congo-Brazzaville llegaron a las provincias occidentales de la República Democrática de Congo (RDC), generando una verdadera explosión demográfica en la región.
Los refugiados, que comenzaron a llegar el año pasado huyendo de conflictos en sus países de origen, se establecieron en las localidades provinciales de Luozi, Mbanza-Ngungu, Kimpese y Songololo.
Songololo, 250 kilómetros al sudoeste de Kinshasa, tenía una población de 10.000 habitantes, pero el aluvión de refugiados agregó unos 8.000 más, casi duplicando la demanda de los suministros de electricidad y agua potable, que ya eran insuficientes.
"Nos falta todo, incluyendo alimentos, medicinas, refugio e instalaciones sanitarias. Cada uno debe arreglárselas como puede para sobrevivir", dijo Jean-Bernard Malonga, un refugiado proveniente de Congo-Brazzaville que fue entrevistado en Kinshasa.
Sin embargo, Darioush Bayandor, representante en la RDC del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), aseguró que los grupos de asistencia humanitaria están tratando de evaluar las necesidades de los refugiados y no los han abandonado.
"No se encuentran realmente en un estado de abandono, aunque lo perciban así", declaró Bayandor a IPS.
Según el funcionario, delegaciones del ACNUR, de la Organización Mundial de la Salud, del Programa Mundial de Alimentos (PMA) y del Fondo de las NAciones Unidas para la Infancia llegaron a las áreas que albergan a los refugiados para evaluar la situación.
"Necesitamos infraestructura, agua y logística para asistirlos. Puede tomar algún tiempo, pero en tres o cuatro semanas estaremos listos y la ayuda será visible", prometió Bayandor.
El PMA firmó la semana pasada un acuerdo con el presidente de la RDC, Laurent-Desiré Kabila, para entregar 4.000 toneladas de alimentos a los 40.000 refugiados angoleños que residen en las provincias occidentales de Bajo Congo, Bandunu y Katanga.
Según un funcionario del PMA que no quiso ser identificado, llevó meses negociar la entrega de los alimentos con el gobierno, que está demasiado ocupado con su propia guerra civil.
En agosto de 1998, la Unión Congoleña para la Democracia inició acciones insurgentes para derrocar a Kabila. Media docena de países africanos están involucrados en el conflicto, que se desarrolla en la región oriental del país.
En una reunión realizada esta semana en Kinshasa, los países que respaldan a Kabila (Angola, Chad, Namibia y Zimbabwe) anunciaron que habían diseñado una estrategia más eectiva para enfrentar a los rebeldes y a sus aliados de Ruanda y Uganda.
Los conflictos en Angola y Congo-Brazzaville que precipitaron el ingreso de refugiados a la RDC también se desencadenaron el año pasado.
La Unión para la Independencia Total de Angola, liderada por Jonas Savimbi, reanudó las hostilidades en su largo conflicto con el gobierno del presidente José Eduardo dos Santos y su Movimiento Popular por la Liberación de Angola.
El 26 de febrero el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas decidió por unanimidad cancelar su misión de paz en Angola.
En Congo-Brazzaville, el ejército, apoyado por fuerzas de Angola y milicias que respaldan al presidente Denis Sassou Nguesso, organizó la persecución de integrantes de las milicias rebeldes Ninja y Cocoye, acusadas de cometer atrocidades en el sur del país.
Las milicias Ninja y Cocoye están vinculadas, respectivamente, con el ex primer ministro Bernard Kolelas y con el ex presidente Pascal Lissouba, que fueron derrocados por Sasso Nguesso tras una guerra civil de cinco meses en 1997.
Jean-Marie Delor, coordinador de campo del ACNUR, declaró que el problema de la alimentación de los refugiados de Angola y Congo- Brazzaville en la RDC aún no es alarmante, pero podría empeorar con el paso del tiempo.
"La prioridad inmediata son las condiciones sanitarias. Los refugiados viven en condiciones de hacinamiento que son un campo fértil para las epidemias", señaló.
Las autoridades de la RDC temen que junto a los refugiados ingresen al país grupos armados insurgentes de los países vecinos.
"Estamos siguiendo de cerca la evolución de las tensas situaciones en Angola y Congo-Brazzaville", informó el viceministro del Interior de la RDC, Vincent Mulumba Katchy.
"Intentamos con firmeza contener la oleada de refugiados", agregó, señalando que la RDC no permitirá que se establezcan en su territorio bases militares para desestabilizar a los gobiernos de los países vecinos.
La RDC es un imán para los refugiados, ya que su extenso territorio, ubicado en el centro de Africa, tiene fronteras con nueve países.
Se estima que el territorio de la RDC alberga actualmente a unos 272.000 refugiados de Angola, Burundi, Congo-Brazzaville, Ruanda, Sudán y Uganda. Esto "es una consecuencia de la inestabilidad política que reina en la región", comentó Bayandor. (FIN/IPS/tra-en/bm/nrn/sz/pm/mp/pr hd/99
