CUBA: Sin un río sano no habrá parque metropolitano en La Habana

La contaminación del río Almendares, principal arteria fluvial de la capital de Cuba, constituye el principal problema a resolver para la concreción del proyectado Parque Metropolitano de la Habana.

"No podemos hablar de pulmón verde con una columna vertebral dañada", admitió Julio Reyes Villafruela, director del proyecto urbanístico, social y ambiental que la isla intenta llevar a cabo con financiamiento internacional.

El proyecto abarca a los municipios habaneros de Plaza, Playa, Cerro y Marianao, una población de 200.000 habitantes, 25 industrias y una granja agrícola con nueve fincas.

En total, se trata de unas 700 hectáreas ubicadas a lado y lado de los últimos 9,5 kilómetros del río Almendares, cuya descontaminación resulta, por ende, vital para la realización de un viejo sueño de los habitantes de la capital cubana.

La idea de tener un gran parque en medio de la ciudad data casi de principios de este siglo, pero no es hasta 1989 y 1990 que un grupo de arquitectos y estudiantes encabezados por José Enrique Fornés diseñan su "plan director".

La crisis económica que trajo al país el derrumbe del socialismo europeo y la Unión Soviética, junto al recrudecimiento del bloqueo estadounidense, mantuvo el plan engavetado hasta mediados de esta década.

Desde 1995 en adelante, la colaboración de las embajadas de Canadá y de Gran Bretaña, así como de varias instituciones y organizaciones no gubernamentales, permitió la ejecución de una veintena de obras, a un costo de más de 700.000 dólares.

"Nos hemos ido consolidando como institución y creo que es hora de buscar la sostenibilidad económica", dijo Reyes en una entrevista al semanario Granma Internacional, edición internacional de un diario oficial del gobernante Partido Comunista.

El Parque Metropolitano de La Habana cuenta en la actualidad con seis programas de desarrollo, entre ellos, el de saneamiento y protección, considerado el más importante, el agroforestal, sociocultural y de educación ambiental.

Al respecto, Reyes destacó que la comunidad ha hecho suyo el proyecto. "La práctica nos ha demostrado que mientras más participación se les da, dan más de sí", comentó.

Para el ejecutivo, la esencia de la idea está en "trabajar por las comunidades y desde ellas para crear un espacio ecológicamente activo, que sea tan aclamado por los habaneros como el Malecón" que orilla la costa capitalina.

Con alrededor de 63 kilómetros de su cuenca urbanizados, el Almendares concentra en sus orillas a varios miles de personas que se instalaron allí ilegalmente y fundaron barrios considerados insalubres por las autoridades, como es el caso de El Fanguito.

Eulalia Cano, delegada del gobierno en esa barriada, dijo a la prensa que los vecinos organizaron dos brigadas encargadas de eliminar microvertederos de aguas sépticas en las márgenes del río, así como el exceso de plantas acuáticas que puedan contribuir a la insalubridad del lugar.

Al parecer, la tarea más complicada y costosa está en descontaminar el Almendares, otrora "azulado río que … se desliza en una lámina de cristal" que a principios de la actual década pasó a ser considerado una "gran cloaca" de 350 kilómetros cuadrados.

Las causas fundamentales de la contaminación incluyen la concentración en la zona de industrias construidas en su mayoría en la primera mitad del siglo y que no poseen plantas de tratamiento de aguas residuales.

Según especialistas, se trabaja "muy de cerca" con algunos ministerios para acordar la salida del área de las más contaminantes y lograr mediante convenios que aquellas que permanezcan en su sitio cumplan con los requisitos de tratamiento de sus desechos.

El rescate de la vía fluvial requiere de la reconversión de industrias, instalaciones para tratar residuos, siembra de plantas tropicales que mejoren la calidad del agua y educación ambiental a nivel comunitario, resumió un experto consultado por IPS.

Tan vasto programa choca con el financiamiento, pues se calcula que serían necesarios unos 20 millones de dólares para rehabilitar la vía fluvial, parte de los cuales se espera obtener de donantes extranjeros.

Según el director del Parque Metropolitano de La Habana, la empresa provincial de acueductos y alcantarillado recibió recursos estatales por 93.000 dólares para recuperar una planta de tratamiento de aguas residuales.

Expertos aseguran que la alta concentración de soda cáustica, dióxido de titanio, ácido sulfúrico, detergente, materiales de construcción y aguas sépticas imposibilitan cualquier acción natural de autodepuración.

Un estudio hidrológico realizado hace algunos años afirma además que 80 por ciento de la contaminación tiene un origen doméstico y sólo en el área del cauce bajo la red fluvial recibe unos 200 litros de aguas sépticas por segundo.

Habitada por 2,2 millones de personas, La Habana se sirve de un alcantarillado construido a principios del siglo pasado y cuya capacidad fue concebida para una población de sólo 600.000. (FIN/IPS/pg/mj/en/99

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