La isla de Sajalin siempre evocó la desesperanza por haber sido el peor lugar de exilio para los prisioneros de la época zarista y por sus duras condiciones climáticas, pero actualmente es uno de los lugares de Rusia en que despunta cierto optimismo.
Ubicada en el extremo oriental de Rusia y al norte de Japón, y cercana a los mercados de Asia y el Pacífico, la isla dispone de inexplotados recursos naturales, sobre todo de petróleo.
Sajalin "necesita desesperadamente atraer y conservar inversiones extranjeras. Las exenciones impositivas impulsarán ingresos a largo plazo en la región", dijo a IPS el gobernador de la isla Igor Farjutdinov.
"Todo lo que es bueno para Sajalin también lo es para Rusia", afirmó.
Hace un siglo, el escritor ruso Anton Chejov escribió que tanto los prisioneros deportados hacia la isla como sus guardias pretendían huir de ese "infierno".
Hoy también son numerosos entre los 650.0000 habitantes de Sajalin los que pretenden irse para escapar a un clima inhóspito.
Desde que se derrumbó la Unión Soviética, en 1991, cerca de 75.000 personas abandonaron Sajalin.
Muchas se fueron por temor a terremotos como el de 1995, que destruyó la ciudad septentrional de Neftegorsk y mató a dos tercios de sus 3.000 habitantes.
Sin embargo, los optimistas como el gobernador Fajutdinov creen que en este momento Sajalin es probablemente la región más promisoria de Rusia en términos de crecimiento económico.
Sajalin, una isla de 960 kilómetros de largo al este de Jabarovsk, tiene grandes depósitos de petróleo y gas natural frente a su costa oriental.
Los 20.000 kilómetros cuadrados del fondo marino costa afuera contienen alrededor de 700 millones de toneladas de petróleo y condensados, así como 2,5 trillones de metros cúbicos de gas natural.
Algunos analistas dijeron que las reservas de gas y petróleo al este de Sajalin se aproximan en volumen a las del Mar del Norte.
Las condiciones del tiempo en el Mar de Ojotsk, al este de Sajalin, son mucho más duras que en el Mar del Norte, y las aguas alrededor de la isla están heladas seis meses por año. No obstante, los trabajos para explotar los recursos naturales ya se han iniciado.
Farjutdinov estimó que extraer las reservas petroleras costa afuera de la isla requerirá inversiones por más de 25.000 millones de dólares.
Los primeros barriles de petróleo comenzarán a surgir este año, según está previsto en el proyecto Sajalin-2, el más avanzado de los que se llevan a cabo en la isla.
El proyecto está administrado por la Compañía Inversora de Energía de Sajalin, cuyos socios son la trasmacional Shell y la Marathon Oil.
Sajalin-2 contempla también la construcción de un oleoducto de 600 kilómetros entre los yacimientos del nordeste y Yuzhno- Sajalinsk, en el sur, que podría ser usado para abastecer a Japón.
Firmas petroleras estadounidenses como Mobil y Texaco están comprometidas en el proyecto Sajalin-3 y esperan concretar sus propios acuerdos en los próximos meses.
Las corporaciones japonesas Itochu, Marubeni, Japan Petroleum Exploration y la estadounidense Exxon estarían realizando un estudio de factibilidad para tender un gasoducto entre Sajalin y Japon que quedaría completado en el 2005.
Farjutdinov cree que los proyectos petroleros en marcha podrían profundizar la integración de Sajalin al área Asia-Pacífico.
De hecho, la región del extremo oriental ruso será la primera en beneficiarse por el ingreso del país, en noviembre de 1998, al Area de Cooperación Económica Asia-Pacífico.
Japón parece ser el nexo asiático más sólido de Sajalin. Los vehículos de ese origen Toyota y Nissan han reemplazado a los modelos de la época sovietica, a pesar del inconveniente de que los isleños no están acostumbrados al volante a la derecha.
Los vínculos entre Japón y Rusia mejoraron últimamente a pesar de la disputa por cuatro islas meridionales del archipiélago de las Kuriles, ubicadas al este de Tokio y a unos pocos kilómetros de Japón mientras distan más de 10.000 kilómetros al oeste de Moscú.
El reclamo japonés sobre las islas explica que Tokio y Moscú jamás hayan firmardo un tratado de paz tras el fin de la segunda guerra mundial, en 1945.
La Unión Soviética se apoderó de las islas, designadas como Territorios Septentrionales por Japón y Kuriles meridionales por Rusia, en los últimos días de la contienda.
Durante mucho tiempo Tokio se negó a prestar ayuda o permitir inversiones en gran escala en Rusia.
Sin embargo, en julio de 1997, el entonces primer ministro japonés Ryutaro Hashimoto propuso un plan para mejorar las relaciones bilaterales.
Moscú y Tokio se han comprometido a firmar un tratado de paz "dentro de este siglo".
Paradójicamente, la mejoría de los vínculos colocó al Kremlin en una posición difícil. El gobierno ruso se encuentra atrapado entre una monolítica opinión pública que rechaza cualquier concesión territorial y una necesidad de flexibilidad para atraer inversiones extranjeras en su extremo oriental.
Rusia carece de recursos para desarrollar las Kuriles por cuenta propia. En los últimos dos años, el modesto aporte anual de Moscú a las islas promedió tres millones de dólares, pero a fines de 1998 esos fondos no llegaron debido a la crisis económica que afecta al país.
Trabajadores de distintos sectores, incluido el energético, no reciben sus salarios desde hace meses, mientras los de las plantas procesadoras de pescado llevan más de dos años sin cobrar.
En caso de que se consultara a la población, la mayoría de los 14.000 rusos residentes en las Kuriles -cuatro quintos de los cuales reciben alimentos y bienes de consumo de Japón- votarían separarse de la Federación Rusa, dijo Vladimir Zema, administrador jefe del distrito meridional de las Kuriles.
Con la economía de las islas en ruinas y con Moscú incapaz de subsidiar un lugar tan remoto, rusos residentes en dos de las cuatro islas en disputa firmaron peticiones para arrendar sus tierras a Japón por un término de 99 años a cambio de ayuda económica.
Una medida de ese tipo no requeriría aprobación de Moscú porque los funcionarios regionales están autorizados para hacer convenios directos de alquiler con inversores extranjeros.
La instalación de una zona franca en las Kuriles meridionales administrada por Moscú sería una manera más práctica de zanjar controversias entre Rusia y Japón, dijo Valery Zaitsev, director del Centro de Estudios para Japón y el Pacífico de la Academia de Ciencias de Rusia.
"Crear una zona franca en las cuatro islas significa una 'cesión blanda' y eso no lo aceptaremos jamás", declaró sin embargo Farjutdinov. "La región de Sajalin es indivisible", proclamó el gobernador.
La administración rusa de Sajalin se opone a este proyecto porque "teme perder el control sobre los lucrativos recursos marinos costa afuera de las Kuriles", dijo Zaitsev.
El comercio actual de Sajalin y las Kuriles totaliza unos 2.000 millones de dólares, y se basa en la venta, a menudo ilegal, de cangrejos, salmón y caviar. (FIN/IPS/tra-en/sb/js/ego-dg/ap- ip/99)