FINANZAS: No sólo Malasia defiende el control de los mercados

Malasia ya no es "la voz solitaria en el bosque" que hace 18 meses pidió la reforma del sistema financiero internacional cuando la inestabilidad económica se abatió contra las costas del sudeste de Asia.

Sin embargo, el reconocimiento de las heridas causadas por la llamada "arquitectura financiera mundial" y de los pasos para curarlas no será fácil, ni se producirá a corto plazo.

Cuando la crisis financiera estalló primero en Tailandia, en julio de 1997, el primer ministro malasio Mahathir Mohamad culpó a los inversionistas de causar la crisis regional a través de sus ataques especulativos contra las monedas asiáticas.

Desde entonces, la crisis se propagó por Rusia y ahora Brasil, que se vio obligado a devaluar su moneda en enero.

Recesión, inestabilidad social e incluso enfrentamientos políticos están a la orden del día en muchas naciones afectadas. La crisis brasileña, según pronostican analistas, podría socavar la estabilidad económica de América Latina y, desde allí, sacudir a América del Norte.

No obstante, el apoyo internacional a las reformas brilló por su ausencia, mientras la crisis es considerada un fenómeno del sudeste asiatico o un problema intrínseco de las economías emergentes.

El punto de vista predominante parece ser que los países afectados se merecían la crisis, ya que en la mayoría de los casos estaban minados por la corrupción, el favoritismo político y la mala administración económica.

Se negó el papel que desempeñaron los especuladores del sistema, que pone pocas trabas a los movimientos de sus fondos y que les otorga préstamos de miles de millones de dólares para colocar en los mercados financieros.

Sin embargo, los pedidos de mayor reglamentación del sistema, vistos antes como quijotescos y hasta aislacionistas, ahora se convirtieron en la norma.

Mahathir puso nuevamente de relieve la cuestión monetaria en el reciente Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, pero esta vez se le sumaron las voces de otros líderes mundiales.

El primer ministro de Singapur, Lee Kuan Yauw, cuyo país es uno de los más ávidos partidarios del libre mercado en Asia, dijo que se necesitan "leyes mas incisivas" para frenar la especulación de divisas que, al final, las transforma en "basura".

"No podemos aceptar que la prosperidad desaparezca por la noche porque algún jovencito de tirantes rojos en Nueva York decidió que esta no es una buena moneda", declaró el primer ministro canadiense Jean Chretien, al pedir controles monetarios.

Otros miembros del Grupo de los Siete (G-7) paises más ricos – Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón- quieren medidas para controlar el movimiento internacional de capitales, como fondos de garantía y un sistema más estable de cambio de monedas.

El presidente alemán, Roman Herzog, apoya la necesidad de reglas firmes para los mercados financieros, y agregó que se requieren "barreras de choque" para estabilizarlos.

Los ministros de economía, el británico Gordon Brown, la francesa Dominique Strauss-Khan, y el viceministro japonés de finanzas, Eisuke Sakakibara, exigieron que se tomen decisiones urgentes sobre la materia.

Strauss-Khan dijo que ya se comenzaron a aceptar asuntos como normas mas severas para los fondos de garantía y el riguroso control de los movimientos de capital porque ya no son "tabúes", porque "todo esta sobre la mesa".

Un estudio de la Comisión de Basilea sobre la Supervisión Bancaria del Banco de Liquidaciones Internacionales reconoció que las actividades de los fondos de garantía e instituciones similares podrían poner en peligro la economía mundial.

El estudio preparado por funcionarios de bancos centrales de paises industrializados luego del virtual colapso del fondo de garantía Long Term Capital Management, en Estados Unidos, busca una supervisión más firme de los flujos de capital a corto plazo, pero recomendó normas a largo plazo.

Los banqueros centrales consideraron "si las normas directas (de garantía de fondos) eran deseables y factibles", pero advirtieron que cualquier medida reguladora "superaría claramente la competencia de los supervisores bancarios y exigiría iniciativas políticas".

Esto parece indicar que los cambios al sistema financiero internacional no son inminentes, a pesar del alto costo que tienen las crisis monetarias en las economías y los pueblos, como ocurrió con la actual crisis asiática y, anteriormente, con el derrumbe del peso mexicano en 1994.

En efecto, la idea de introducir normas y reglamentaciones va en contra de las economías abiertas y los paradigmas del mercado que defienden los países industrializados y las instituciones financieras internacionales.

Para algunos, si la crisis mexicana es un indicio, la comunidad mundial podría fracasar nuevamente en adoptar medidas para prevenir futuras hecatombes monetarias.

Como la Comisión de Basilea no sugirió medidas reguladoras de los flujos de capital a corto plazo, las miradas están dirigidas ahora al informe que está preparando el banquero alemán Hans Tietmeyer para el G-7, con el propósito de recomendar propuestas para regular el sistema global y superar la crisis financiera.

Quizá los pedidos de reformas que se escucharon entre los miembros del G-7 en Davos hagan una diferencia. (FIN/IPS/tra-en/cyh/js/ego/aq/if/99)

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