Cuba espera continuar aumentando este año los niveles de producción de níquel, aunque los precios de ese estratégico mineral permanecen en baja en el mercado mundial por efecto de la crisis financiera en curso.
La isla posee reservas probadas de unos 800 millones de toneladas de níquel, lo que la sitúa entre los principales productores a nivel internacional. El mineral ocupa además el tercer lugar en las exportaciones cubanas, después del turismo y el azúcar.
La actual discreción oficial respecto a la crisis econñomica que el país vive desde 1990, se acentúa cuando se habla de este renglón que tocó fondo en 1994, con una producción reducida a poco más de la mitad de la lograda en 1989 (46.000 toneladas).
Según analistas, la razón del mutismo podría estar justamente en ese dramático descenso de los precios, causante en este momento de la pérdida de unos 70 millones de dólares de ingresos a le economía nacional.
La tonelada de níquel, que se llegó a cotizar en 6.000, 8.000 y hasta a 9.000 dólares, descendió en el transcurso de 1998 a unos 3.500 dólares.
Al informar sobre el estado actual y perspectivas de la economía, el ministro de Economía y Planificación, José Luis Rodríguez, dijo que la competitividad de la producción del mineral se mantiene gracias a los niveles de eficiencia logrados en el proceso de extracción y procesado primario.
Afirmó además que los precios deprimidos tampoco han llevado a la industria niquelífera a cerrar plantas ni disminuir la producción, que el año pasado se situó en 68.000 toneladas y, según su pronóstico, debe subir en 1999 a unas 73.000 toneladas.
A principios de la actual década, la desaparición de la Unión Soviética y el campo socialista europeo dejó también a la industria cubana del níquel sin compradores ni suministradores de materias primas y piezas de recambio.
Peor aún, hizo añicos el sueño oficial de alcanzar las 70.000 toneladas a principios de los años 90, nivel al que se debería llegar gracias a un proyecto de desarrollo diseñado con los socios socialistas de Europa del este para la construcción de dos plantas procesadoras con capacidad de 30.000 toneladas cada una.
Sobrevino entonces un agónico paréntesis, y en 1994 las tres industrias de la isla, situadas en la parte noreste de Holguín, 771 kilómetros al oriente de La Habana, apenas llegaron a las 26.772 toneladas.
La tabla salvadora llegó desde Canadá, el único país americano, junto a México, que jamás rompió relaciones diplomáticas con la Cuba de Fidel Castro, algo que lo hace "especial" a los ojos de La Habana.
A finales de 1994, el consorcio canadiense Sherrit INC y la cubana Compañía General del Níquel S.A. acordaron constituir una empresa mixta con un capital de 500 millones de dólares y dos concesiones de explotación minera por 25 años cada una.
El acuerdo incluye la planta procesadora Pedro Soto Alba, en Moa (Holguín), y una refinadora en Canadá, y abarca además el proceso de comercialización. De ese modo, satisface las tres principales carencias que llevaron a la isla a buscar inversión extranjera: capital, tecnología y mercado.
Ya a finales de 1995, Moa Nickel S.A. lograba elevar su rendimiento de 12.500 a 20.000 toneladas. Junto al de las industrias Ernesto Che Guevara y René Ramos Latour, el crecimiento global de la producción fue superior a las 43.000 toneladas.
Especialistas situaron la clave del éxito en la entrada de capital fresco que facilitó inversiones para iniciar un programa de modernización de las plantas y con ello elevar la eficiencia metalúrgica y económica.
También mencionaron nuevos esquemas de dirección empresarial con posibilidades de descentralización y autogestión, además de estímulos salariales para los mejores resultados laborales.
Las minas de níquel cubano tienen la ventaja de hallarse a cielo abierto, lo cual abarata sensiblemente sus costos.
Sin embargo, especialistas no oficiales creen que tal como están las cosas en cuanto a precios, "el níquel no es un buen negocio" y hasta conjeturan que la industria cubana de ese mineral podría estar jugando a perdedor en este momento.
En espera de circunstancias mejores, los optimistas prefieren hablar de las perspectivas que ofrece un contrato cerrado hace dos o tres años con una firma australiana, estimado en unos 600 millones de dólares.
Ese acuerdo de joint venture para la exploración y desarrollo de un depósito en Pinares de Mayarí Oeste (también en Holguín) involucra a la australiana Western Mining Corporation Holding Limited y a la Comercial Caribbean Nickel S.A.
El convenio incluye la posibilidad de edificación de la primera refinería en tierra cubana, pero aún está, al parecer, lejos de rendir frutos.
En fase muy inicial se encuentra también un contrato suscrito con una subsidiaria sudafricana, para la exploración y desarrollo de una mina en la centroccidental ciudad de Camagüey.
Según expertos allegados al gobierno, la isla aspira a concluir en el año 2.000 la modernización de esta estratégica industria, lo que posibilitaría competir en costo y calidad, asegurar mercados y alcanzar producciones anuales superiores a las 75.000 toneladas de níquel más cobalto. (FIN/IPS/pg/dg/if/99