JAPON: Competencia por buenos empleos empieza en la infancia

La economía de Japón parece derrumbarse, y las grandes firmas realizan despidos masivos, pero muchos padres, creyendo que sus hijos triunfarán si se gradúan en universidades prestigiosas, les exigen enormes esfuerzos en el estudio.

Tadayoshi Sasaki y sus padres solían pasar las fiestas de fin de año con los abuelos del joven, que tiene 18 años, pero este año la tradición se vio alterada.

Tadayoshi aspira a ingresar en una de las principales universidades de Japón, y sus padres estaban más que deseosos de renunciar a las tradiciones familiares con tal de verlo rodeado por montañas de libros, preparando los exámenes de admisión universitaria de fines de abril.

Para algunos observadores, a muchos adultos se les hace demasiado difícil admitir que todos los años de educación cursados por sus hijos, sin mencionar los millones de yenes invertidos en el proceso, pueden terminar ahora en la nada absoluta.

Muchos japoneses inician el duro camino hacia la elite ya en la etapa preescolar. Madres ambiciosas inscriben a sus hijos, apenas aprenden a caminar, en instituciones privadas que brindan enseñanza adicional intensiva, llamadas "juku", a las cuales siguen asistiendo hasta que terminan la secundaria.

En las "jukus", los más pequeños aprenden a sentarse derechos, permanecer en calma y responder preguntas mediante memorización.

"La competencia en la sociedad es brutal, y es por eso que los padres tratan de comenzar lo antes posible. Si un niño asiste a un centro preescolar asociado con prestigiosos colegios privados, después no tendrá que estudiar demasiado", explicó irma Yoshinori Fukushima, maestra de matemática de una "juku".

Cuánto es "demasiado" es cuestión de opiniones. En la mayoría de los casos, la carga horaria de los estudios de los niños, sumando la escuela y la "juku", resulta extenuante.

Algunas "jukus" funcionan toda la semana. Cuando se acercan los períodos de exámenes, los estudiantes suelen dormir apenas cinco horas diarias para mantenerse al día con las lecciones adicionales, que incluyen frecuentes pruebas.

Las 'jukus' no son baratas. Sólo la matrícula anual de la "juku" de alto nivel a la que asiste Tadayoshi cuesta a sus padres unos 6.400 dólares. El joven asiste a ella desde muy pequeño, y es probable que los Sasaki ya hayan gastado cientos de miles de dólares en la enseñanza adicional de su hijo.

Todos los esfuerzos y gastos apuntan inicialmente a lograr que los adolescentes sean admitidos en un centro secundario privado de alto nivel, y que luego aprueben el examen de admisión a la universidad, al que se asigna fundamental importancia en Japón.

El sistema de las "jukus" ha sido muy criticado, pero Fukushima explica que permanece vigente porque parece ser la única forma de que los estudiantes triunfen en la feroz competencia por el ingreso a las mejores universidades.

En la Universidad de Tokio, de la cual egresaron los más renombrados políticos y funcionarios del país, ingresan anualmente menos de la mitad de los aspirantes que se presentan.

"Aunque cada vez más gente se queja de que el sistema de las 'jukus' es demasiado duro para los niños, nadie puede negar que estudiar en una universidad prestigiosa es una garantía de buen futuro, y eso es lo que todos los padres desean para sus hijos", señaló Fukushima.

Pese a que los problemas económicos afectan a todos por igual, la brecha entre la calidad de vida de aquellos que conservan sus empleos administrativos y el resto de la población resulta evidente.

"Los salarios de una gran compañía son al menos 30 por ciento superiores a los que paga una pequeña subsidiaria de esa misma empresa. Por otra parte, las grandes compañías otorgan más feriados pagados y otros beneficios que aseguran una vida mejor", observó Yumiko, madre de Tadayoshi.

Es por eso que los Sasaki sacrificaron bastante más que las tradiciones familiares durante las vacaciones. Además de seguir de cerca las actividades de Tadayoshi, su padre, un alto ejecutivo de una de las principales compañías de seguros, lo llevó todas las tardes al santuario del Dios de los Estudios.

Al igual que cientos de miles de estudiantes, Tadayoshi realizó ofrendas de dinero en el santuario para que se escucharan sus plegarias y lograra aprobar el examen.

La madre del joven, a su vez, dedicó todo su tiempo libre a llevarle refrigerios o té caliente, mientras él preparaba los exámenes. A menudo también le preparaba un bocadillo caliente a las dos de la mañana, hora en la que Tadayoshi seguía estudiando.

"Este es un momento muy importante, no sólo para mi hijo, sino para toda la familia. Como madre, es mi deber ocuparme de que él triunfe en la vida", comentó Yumiko.

Tadayoshi afirma que desea ingresar a la Universidad Keio y luego trabajar en una de las grandes compañías para ser como su padre, un hombre de buena posición y respetado por la sociedad.

"Mis padres tienen grandes expectativas centradas en mí y no quiero desilusionarlos. Pero además, creo que una buena universidad me va a garantizar un futuro seguro", dijo el joven, delgado y de voz suave, cuyo único pasatiempo es escuchar música.

No obstante, la recesión y una tasa de desempleo récord, situada en 4,3 por ciento, indujeron a algunos padres reconsideraran los planes que habían hecho pensando en el futuro de sus hijos.

"¿De qué sirve estudiar tanto y gastar tanto dinero, si los empleos pueden desaparecer?", se preguntó Mari Hando, de 44 años, quien proyecta enviar a su hijo a Francia, a fin de que estudie para ser "chef" de cocina.

Mientras tanto, el gobierno considera la posibilidad de reformar el sistema educativo, pero por razones diferentes. Las autoridades están preocupadas por la creciente ola de violencia entre los jóvenes y el índice cada vez mayor de deserción por estrés de los centros de enseñanza secundaria.

Algunas escuelas primarias comenzaron a poner en práctica nuevos sistemas que no asignan tanta importancia al resultado de los exámenes, y apuntan en cambio a permitir una mayor participación de los niños y desarrollar su personalidad.

Hiroshi Kato, profesor de la Universidad de Chiba y asesor económico del gobierno, encabeza un grupo de reformistas de la enseñanza que reclaman la "liberalización educativa" para fomentar la creatividad.

Kato reconoce, de todos modos, que las grandes exigencias del actual sistema "hicieron posible que se lograra el gran crecimiento económico de Japón tras la segunda guerra mundial".

Sin embargo, como afirmó en una nota editorial el periódico Mainichi, "la preocupación por formar estudiantes más inteligentes y compañías más exitosas no nos dará como resultado niños más felices". (FIN/IPS/tra-en/sk/cb/js/mv/nc/mp-ff/cr- pr/99

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