Las bolsas europeas recibieron con esperanza la libre flotación del real adoptada hoy en Brasil, pero la mayoría de los analistas en Rusia consideran que el colapso de la moneda brasileña está hermanado con el derrumbe financiero de este país, y que no hay soluciones fáciles a la vista.
Los expertos señalan las extrañas similitudes que existen entre los dos gigantes cuyas economías parecen frágiles, a pesar de su enorme potencial y de sus indicadores económicos y financieros completamente opuestos.
Pero lo que sí tienen en común las dos crisis es que ambas maduraron mientras Brasilia y Moscú aplicaban fielmente las recetas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial para convertirse en economías competitivas en el plano internacional.
Brasil se consumió aunque aceptó religiosamente las pautas del FMI. Las consecuencias serán terribles para las relaciones entre los países en desarrollo y las instituciones financieras multilaterales, declaró este viernes el vicepresidente de la cámara baja del Parlamento, Vladimir Ryzhkov.
Sin embargo, las bolsas europeas reaccionaron con una especie de alegría liberadora cuando se supo que Brasilia renunció a la defensa del real, lo que provocó una depreciación inmediata de 15 por ciento, sumada a la devaluación del nueve por ciento del miércoles.
Tras las pérdidas sufridas el jueves, las bolsas de París, Londres y Frankfurt cerraron al alza este viernes.
Ministros de finanzas asiáticos y europeos se reunieron este viernes en Alemania para evaluar la crisis, mientras sus colegas del Grupo de los Siete países más industrializados se darán cita en Bonn este sábado. El consenso parece ser que llegó la hora de regular los mercados financieros internacionales.
Brasil es "una buena lección. Debemos administrar nuestra economía y asegurar nuestro aislamiento", declaró el viceministro de finanzas de Malasia, Mustapha Mohamed.
La devaluación podría impulsar rápidamente las exportaciones brasileñas, aumentar sus reservas internacionales y mantener el crecimiento de la economía, pero el ciudadano común padecerá mayores dificultades en su vida cotidiana, como bien lo saben rusos y asiáticos.
Analistas en Moscú concuerdan en que el "gran salto adelante" de Rusia hacia el capitalismo moderno terminó con un fracaso espectacular. Los planes de ayuda del FMI no dieron resultados, por la malversación o el mal uso de los fondos.
Representantes de la elite política se mantienen en vilo, y esperan posibles consecuencias adversas para este país. No hay duda de que la crisis brasileña se está desarrollando a la par que el colapso del rublo ocurrido en agosto, comentó Ryzhkov.
Es probable que la crisis brasileña perjudique las posibilidades de Rusia para obtener nuevos préstamos internacionales, así como la reprogramación de su deuda, dijo.
Casi dos tercios de los empresarios y expertos en economía encuestados el jueves y este viernes por RBC, la agencia de noticias financiera rusa, creen que la crisis brasileña refleja la profundización de la caída de la economía mundial.
La crisis brasileña destruirá cualquier vestigio de confianza de los inversores en los mercados emergentes, pronosticó Alexander Shokhin, ex viceprimer ministro a cargo de la economía.
La economía brasileña parece en mejor estado que la rusa. Brasil tuvo cinco años de crecimiento, mientras Rusia ha ido decayendo tras la disolución de la Unión Soviética en 1991.
Por otra parte, Rusia aún depende fuertemente de la venta de productos básicos, como petróleo, gas y metales, para conseguir ingresos, y se vio afectada por la caída de los precios internacionales en 1998.
La magnitud de la deuda brasileña de corto plazo no ofrece buenas perspectivas. El país debía aproximadamente 440.000 millones de dólares a fines de 1998, de los cuales unos 240.000 millones eran deuda interna, correspondiente a acreedores brasileños, como fondos de pensiones y compañías de seguros.
La deuda externa brasileña asciende aproximadamente a 200.000 millones de dólares, la mitad de ella correspondiente al Estado.
La deuda externa rusa equivale a unos 150.000 millones de dólares, y en el presupuesto de este año el gobierno sólo incluyó 9.500 millones para ese fin, mucho menos que los 17.500 millones necesarios para pagar los intereses.
En agosto, Rusia no pudo convencer a los poseedores de bonos del Estado de extender la fecha de vencimiento de los mismos, y dejó de pagar su deuda interna, valorada en 40.000 millones de dólares, un tercio de la cual pertenecía a inversores extranjeros.
Ante la perspectiva de una fuga de capitales y la pesadilla del derrumbe financiero al estilo ruso, Brasil pagó un alto precio por defender al real. Antes de la devaluación de hecho del miércoles, el país soportó la salida diaria de mil millones de dólares.
Las reservas internacionales de Brasil descendieron de 70.000 millones de dólares en julio, justo antes de la crisis rusa, a unos 30.000 millones esta semana.
En la actualidad, las reservas de oro y divisas del Banco Central ruso ascienden a aproximadamente 11.000 millones de dólares, la cantidad más baja en años y prácticamente la mitad de lo que era antes de la crisis.
Cuando Rusia permitió la flotación libre del rublo en agosto, la moneda se precipitó de seis a 20 unidades por dólar, pero el gobierno brasileño espera que la reacción positiva de los mercados financieros generen confianza y detengan la tendencia a la baja del real.
El FMI apoyó las reformas económicas del presidente Fernando Henrique Cardoso con un paquete de ayuda de 41.000 millones de dólares, pero se niega a entregar un paquete similar por 22.600 millones a Rusia, disconforme con la política económica de Moscú.
Una gran diferencia entre los dos países es que el primer ministro ruso Yevgeni Prymakov asumió el poder con la promesa de atender en primer lugar los asuntos internos del país, mientras Cardoso volvió de sus vacaciones este viernes prometiéndole al FMI que seguirá adelante con su política neoliberal. (FIN/IPS/tra- en/sb/ak/kb/aq/if/99
