CUBA: Un año fructífero para la Iglesia Católica

La recuperación definitiva del feriado de Navidad, que estuvo casi tres décadas fuera del calendario oficial, completa para la Iglesia Católica de Cuba un fructífero año, que comenzó con la visita del papa Juan Pablo II.

Se trata quizás de "uno de los últimos signos positivos que hemos tenido este año", comentó a la prensa el cardenal arzobispo de La Habana, Jaime Ortega, para quien la eliminación de la Navidad en 1969 del calendario oficial de feriados fue un error.

Las relaciones entre la Iglesia Católica y el gobierno cubano "eran formalmente buenas" antes de la visita del Papa, del 21 al 25 de enero, pero después "han comenzado a ser formalmente mejores", dijo Ortega, al hacer un balance de los 12 meses transcurridos.

"Creo que hay una cierta fluidez en estas relaciones, que mejora las condiciones en las cuales la Iglesia se mueve y trabaja. Ha habido más claridad, rapidez y posibilidades este año", afirmó.

El gobierno alegó en 1969 motivos económicos, en medio de una campaña por obtener 10 millones de toneladas de azúcar en una cosecha que finalmente fracasó, para suprimir la fiesta de la Navidad, que quedó entonces circunscripta a los templos y la intimidad del hogar.

"Visto objetivamente ahora, fue un gran error eliminar las navidades", afirmó Ortega, en cuya opinión, en aquella época se subvaloró la cultura de los pueblos, algo que no sucede en la actualidad.

La fiesta fue restablecida de manera excepcional en 1997, como gesto especial hacia el Papa. Pero a partir de este 25 de diciembre quedará nuevamente marcada en rojo en los almanaques cubanos, como única conmemoración religiosa con reconocimiento oficial.

Otra señal que inyecta un moderado optimismo entre los católicos es la autorización gubernamental para la llegada al país de más de 40 sacerdotes y religiosas, entre ellos uno de origen cubano.

Ortega asignó especial significado a la forma en que se logró ese gesto, que no respondió a decisiones coyunturales, sino a una negociación de la Iglesia con las autoridades. "La primera que hacemos en ese sentido", aclaró,

"Tuvimos conversaciones directas con el gobierno, expusimos nuestros criterios y urgencias, las posibilidades y aún el momento en que debía ser autorizada la entrada" de los religiosos, explicó.

En Cuba hay solamente un sacerdote cada 56.000 habitantes. "Esto es apremiante. Hace 25 años, nuestro drama era el del pastor sin ovejas" y "hoy es el de las ovejas sin pastor", comentó una fuente eclesiástica.

Más allá de asuntos puntuales, algunos de los cuales permanecen en el listado de "pendientes", la Iglesia persigue la normalización de su presencia en la sociedad.

"Es decir, que haya normalidad en cuanto a todo lo que es participación de la Iglesia en la vida social. El camino es largo, pero si se logra ese objetivo, después pueden obtenerse cosas puntuales que quedan pendientes", señaló Ortega.

Agregó que la iglesia pasó de un período de ostracismo a otro, de convivencia pacífica y tolerancia, para lograr finalmente una presencia más aceptada.

La nueva etapa es reconocimiento del sentimiento religioso del pueblo y de que la fe religiosa puede aportar valores a la sociedad. "Así hemos caminado este tiempo", comentó el cardenal.

Para Ortega, los próximos pasos deben orientarse a la aceptación general de que el laicismo del Estado no es un nuevo nombre del ateísmo.

"Laicismo de Estado significa que el Estado no entorpece ni favorece a ninguna religión", ni tampoco "la no creencia", puntualizó.

La reforma constitucional de 1992 suprimió una cláusula que declaraba a Cuba nación atea. Esa eliminación marcó una apertura del sistema socialista a los fieles religiosos.

Según el artículo 8 de la Constitución, el Estado reconoce, respeta y garantiza la libertad religiosa y "las instituciones religiosas están separadas del Estado".

La misma cláusula asegura además que las "distintas creencias y religiones gozan de igual consideración".

En la agenda de asuntos pendientes, Ortega reiteró la vieja aspiración de la jerarquía católica de acceder a los medios de comunicación y de abrir centros de enseñanza, así como construir más templos. (FIN/IPS/pg/ff/cr/98

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