/boletín/ VENEZUELA: El peor momento de la historia para los partidos

Los dos partidos que dominaron la política en Venezuela durante 40 años, AD y Copei, empezaron a vivir hoy su hora más difícil, pese a unirse a una candidatura presidencial con opción de victoria en las elecciones de este domingo.

Acción Democrática (AD, socialdemócrata), que fue el mayor y más poderoso partido político sudamericano, apoya desde el lunes a un candidato antipartido, el independiente Henrique Salas, tras la traumática expulsión de su propio abanderado, Luis Alfaro, uno de los fundadores de la organización en 1941.

El socialcristiano Copei (sigla de Comité de Organización Política Electoral Independiente con que se fundó en 1946), formalizó este martes su apoyo a Salas, tras abandonar a otra figura independiente, Irene Sáez, que había hecho su candidata al precio de un fuerte disenso interno.

Las cúpulas de AD y Copei, y sus gobernadores de estados elegidos en los comicios regionales y parlamentarios del 8 de noviembre, examinaron un hecho desnudo: el electorado se polarizó entre Salas y el ex teniente coronel golpista Hugo Chávez.

Chávez tiene una intención de voto de 53,5 por ciento y Salas de 37,6 por ciento, según el último sondeo realizado por la firma Datanálisis. Irene Sáez, por su parte, concita 3,7 por ciento de las adhesiones, y Luis Alfaro, 1,2 por ciento.

Al endurecer Chávez su discurso en la recta final de la campaña – insinuó cárcel para las autoridades que se rebelasen contra la asamblea constituyente que espera convocar-, AD y Copei clamaron por la necesidad de "salvar el régimen de libertades" y de esa manera "concentrar el voto democrático" en Salas.

"Existe un caudaloso movimiento de opinión pública que reclama la compactación del voto democrático para lograr el cambio en libertad y paz", proclamó Donald Ramírez, secretario general de Copei.

Lewis Pérez, secretario general de AD, explicó que su organización se sumó a Salas como "la única opción de derrotar las amenazas ciertas de instaurar una dictadura" en Venezuela.

La decisión de AD y Copei, coinciden los analistas, comporta una arriesgada operación electoral, porque calcula que los votos de sus seguidores se trasladarán según sus órdenes, en un país donde precisamente Chávez y Salas se agigantaron al expresar la repulsa ciudadana hacia los partidos y sus métodos.

Pesan tanto el fondo de la decisión -apoyar opciones fuera del partido expresa agotamiento de las propias- como la forma, pues los cambios de candidatos se realizaron tras declaraciones contradictorias y reuniones tormentosas, mostradas al país "en vivo y en directo".

"Hemos venido presenciando una tragicomedia por estos sucesos insólitos que rodean la vida de los que fueron los dos grandes partidos de la democracia", observó el ex presidente Carlos Andrés Pérez (1974-1979 y 1989-1993), a quien AD, entonces férreamente controlada por Alfaro, expulsó en 1996.

Pérez, senador electo por su nueva organización Apertura, destacó que "no tiene justificación ni se ha repetido en país alguno que a seis días de las elecciones los candidatos designados hayan dejado de serlo".

Para el politólogo Aníbal Romero, afín a Sáez, "ha dado vergüenza ajena contemplar el pánico que se ha apoderado de lo que fueron grandes partidos", en tanto Miguel Rodríguez, candidato presidencial de Apertura, subrayó que "el bipartidismo ha mostrado una actitud que provoca el rechazo de la gente".

Venezuela "está en presencia del fin de una época, y como siempre ocurre en estas situaciones, somos testigos de traiciones, terrores y de un gran oportunismo político, que se acentuará desde la próxima semana", señaló Romero.

El ex canciller socialdemócrata Simón Alberto Consalvi coincidió en que "estamos viviendo el final de un período histórico y, como nunca, se juntan todas las crisis: la generacional, la política y la económica".

Aludiendo a 1999, que se presagia como el peor año en medio siglo para la petrolera economía venezolana, Consalvi dijo que quien gane el domingo "no debería recibir mensajes de felicitación, sino telegramas de pésame".

También dentro de los partidos, gane quien gane la presidencia, los enfrentamientos cotidianos entre dirigentes y grupos -apenas aplazados con el apoyo de última hora a Salas- presagian una tormentosa lucha por su reparto y control.

Los partidos democráticos en Venezuela, especialmente AD, "se basaron en el centralismo leninista" que era propio de sus similares marxistas, recordó el historiador Manuel Caballero. Romero agregó que, con Alfaro en la secretaría general, AD alcalzó el rígido cenit "stalinista" al funcionar.

Arquetipo de conducción vertical, la jefatura de AD expulsó sin miramientos a sus líderes más populares en 25 años, Pérez y el candidato presidencial de 1993, Claudio Fermín, y hace siete meses obvió la estatutaria consulta a sus bases para ungir a Alfaro como "candidato de consenso".

Dos semanas antes de las elecciones, leyendo las encuestas, esa dirección dio un giro de 180 grados y se deshizo de la candidatura del septuagenario ex jefe cuyo poder era tal que sus más fieles seguidores le apodaban "el caudillo".

Arietes de la "sublevación" en AD, y en menor medida en Copei, fueron los gobernadores de estados, por su rechazo a Chávez y porque desde que hace una década se inició la descentralización en Venezuela los líderes y autoridades regionales y municipales acopian cada vez más poder.

En Copei, también, la campaña ha sido vela de armas para la lucha interna -con reparto de culpas si gana Chávez- que la prensa popular prevé como una "guerra a cuchillo", insinuándose que algunos líderes intentarán "purificar y refundar" la democracia cristiana inspirándose en el Partido Popular español.

Como tendencias comunes tras un año de campaña, la maquinaria de los partidos se hace hilachas y se deshace su control de la sociedad, al tiempo que se fragmentan como estructuras nacionales de poder mientras se hacen fuertes las regiones.

Partidos de reemplazo para los dos tradicionales aún no existen, pues son de reciente creación el Movimiento Quinta República de Chávez y el Proyecto Venezuela de Salas, ambos sin estructuras probadas más allá de la campaña que culmina y anexos de las figuras de sus candidatos antes que de programa alguno. (FIN/IPS/jz/ff/ip/98

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