El fenómeno climático de El Niño dejó en Bolivia una escasez de papa que duplicó el precio de este producto en los mercados de las principales ciudades del país.
La sequía que ocasionó El Niño en 1997 y parte del primer semestre de 1998 desalentó a los campesinos bolivianos, que prefirieron comerse los tubérculos que cosecharon en el último período de la cosecha anterior.
Los campesinos llaman "semilla" a las papas que obtienen en el tramo final de una cosecha, que se guardan todos los años para sembrar al siguiente. La papa no tiene semilla propiamente dicha.
A principios de este año, los pequeños productores tuvieron que utilizar las reservas que preveían usar en la reproducción de la papa para alimentar a sus familias porque la sequía los obligó a dejar de sembrar.
La consecuencia fue una gran escasez de papa en los mercados de casi todas las ciudades del país, que solo pudo ser parcialmente solucionada con importaciones de Argentina y Perú, un hecho inédito pues Bolivia es un productor por excelencia de este alimento.
"La tierra todavía está resentida por El Niño. La fertilidad de la Pachamama (tierra, en los idiomas nativos quechua y aymara) sigue dañada", se quejó Julián Condori, campesino de la región altiplánica de Achacachi, a 50 kilómetros de La Paz, tradicional productora de papa que ahora no tiene qué ofrecer a los mercados.
Las lluvias "siguen mezquinas por acá" y el riego artificial es imposible en esas alturas superiores a 4.000 metros sobre el nivel del mar por la falta de recursos y de infraestuctura, explicó Condori.
Las vendedoras de los mercados también son conscientes del origen del problema y por eso no dudan en elevar los precios indiscriminadamente con el argumento del juego de la oferta y la demanda.
Informes de organizaciones que agrupan a pequeños agricultores de los valles y el altiplano señalaron que si la situación de la papa y otros productos de la canasta básica es difícil en las ciudades, en el campo es desesperante.
"El área rural está atravesando una crisis económica inusual por las inclemencias del clima, los desastres naturales y también por los desaciertos del gobierno que obligaron a miles de familias a quedarse sin productos", dijo Willy Soria, presidente de la Cámara Agropecuaria de la región de Cochabamba.
Del mismo modo, funcionarios municipales de los departamentos de Cochabamba y La Paz coinciden en que el déficit alimentario que sufren los habitantes de las áreas rurales es "alarmante", mientras aún se desconoce el futuro inmediato de la producción.
Los propios campesinos dicen que el próximo año se presentará una aguda escasez ya no solo de papa sino de también de verduras.
El ministro de Agricultura, Oswaldo Antezana, sostuvo que la actual escasez de alimentos básicos en los mercados comenzará a revertirse en diciembre, cuando aparezca la producción de las últimas siembras.
Para hacer frente a la futura escasez, que en opinión de los pequeños agricultures será severa en 1999, el gobierno decidió importar 36 toneladas de papa de Holanda para utilizar como "semilla", a un costo aproximado de 100.000 dólares.
El viceministro de Agricultura, Walter Núñez, informó esta semana que esa compra es parte del programa de emergencia que se desarrolla con apoyo financiero del Banco Mundial.
"Por lo menos un sector de la economía agrícola del país, como es el de la papa, contará con 'semilla' de alta calidad, para el desarrollo económico de la agricultura del occidente (altiplano y valles) del país", dijo el viceministro.
A su paso por Bolivia, la corriente atmosférica de El Niño hizo estragos. Por paradoja, provocó una aguda sequía en el occidente y los valles de este país, pero en las llanuras del oriente dejó inundaciones que también hicieron perder, a principios de año la producción de arroz. (FIN/IPS/ac/mj/dv en/98
