La semana latinoamericana que se abrió con la suscripción en Brasilia del acuerdo de paz entre Ecuador y Perú cerró con la noticia de que Colombia y Venezuela han puesto a punto un acuerdo sobre su diferendo marítimo.
"El trabajo para terminar con ese problema ya está listo para ser adoptado en el momento en que haya voluntad política", afirmó el canciller venezolano Miguel Angel Burelli.
El acuerdo "estuvimos a punto de concretarlo con el anterior gobierno de Colombia (del presidente Ernesto Samper), pero esa administración tenía una situación difícil", confió Burelli a El Nacional de Caracas este sábado.
En agosto de 1997, supo el diario, se abandonó la idea de sellar el acuerdo, inmersa como estaba Colombia en los coletazos del Expediente 8.000 o proceso a Samper y varios colaboradores por financiación de su campaña por el narcotráfico.
La noticia de que ambos países tienen listo un acuerdo sobre el diferendo que ha envenenado sus relaciones en las últimas tres décadas precedió la visita de dos días que el presidente colombiano Andrés Pastrana inicia este lunes en Caracas.
Mientras Pastrana todavía está en su tercer mes de gobierno, al presidente venezolano Rafael Caldera apenas le quedan unos tres meses antes de traspasar el poder, el 2 de febrero, a quien resulte electo en los comicios presidenciales del 6 de diciembre.
El tema del diferendo "podría ser tocado" durante la visita de Pastrana a Caracas, "aunque no hay una agenda (temática) muy precisa", dijo Burelli, quien estima que en todo caso un acuerdo podría lograrse "quizás" el próximo quinquenio.
La controversia conocida como "diferendo" deriva de la delimitación pendiente de las áreas marinas y submarinas que corresponden a cada país frente a su frontera norte, involucrándose aguas del Caribe y del Golfo de Venezuela.
Colombia y Venezuela han declarado completamente delimitada su frontera terrestre -trazada con base en polémicos laudos durante el siglo XIX y comienzos del XX-, aún cuando en varios puntos existan discrepancias con respecto a la demarcación.
En cambio, con base en el relativamente nuevo Derecho del Mar, se propusieron desde hace 30 años marcar sus respectivas áreas marinas y submarinas, aguijoneados – sobre todo Bogotá- por la perspectiva de yacimientos de gas y petróleo en el subsuelo.
En 1983, los gobiernos de Belisario Betancur (Colombia) y Luis Herrera (Venezuela) arribaron a un proyecto de acuerdo conocido como Hipótesis de Caraballeda, abandonado luego que en Venezuela se levantó en contra una ola de opinión nacionalista.
Ambos países estuvieron cerca de una guerra en agosto de 1987, luego que la corbeta colombiana Caldas, equipada con misiles Exocet, ancló en aguas del Golfo pendientes de delimitación formal pero que Venezuela considera suyas "desde tiempo inmemorial", según dijo su entonces presidente Jaime Lusicnhi.
Para discutir la delimitación, siempre Colombia y Venezuela han esgrimido argumentos de distinto origen, como el trazado de líneas a partir de la frontera terrestre, el valor del pequeño archipiélago venezolano Los Monjes y la condición de "bahía histórica" que Caracas reivindica para el golfo.
Como una constante, mientras técnicos y diplomáticos trazan líneas en procura del consenso, en la prensa y en la calle voces nacionalistas defienden tesis extremas, destacando en Caracas la que sostiene que la costa colombiana en el Golfo "es seca".
Pero además, Caracas siempre ha puesto el peso de la economía, pues el Golfo de Venezuela es la boca de salida para 60 por ciento de sus exportaciones de petróleo, desde la cuenca del Lago de Maracaibo, mientras que para Bogotá se trata de una vía remota que baña sus más áridos y desolados territorios del noreste.
En 1989, los gobiernos de Carlos Andrés Pérez (Venezuela) y Virgilio Barco (Colombia) adoptaron la tesis de la globalización o trato integral de todos los problemas bilaterales, incluído el diferendo marítimo, encargando éste aspecto a negociadores que representaban sus principales fuerzas parlamentarias.
Pero además establecieron una Comisión de Conciliación que, aunque en principio no puede tratar "asuntos de interés vital" como el diferendo marítimo, quedó como una especie de "paraguas en la reserva", dada su conformación internacional.
Lo integran, por Venezuela, el jurista René de Sola y el ex presidente de México, Luis Echeverría; y, por Colombia, el ex presidente Alfonso López Michelsen y el ex canciller de Ecuador, Diego Cordovez. Como quinto miembro fue designado el ex presidente del gobierno español, Adolfo Suárez.
Una hipótesis acerca de las revelaciones de Burelli justo cuando ya termina el gobierno de Caldera es que el canciller recordó el camino andado para evitar que la diplomacia bilateral se "contagie" del éxito de la Comisión de Garantes en solucionar el conflicto entre Ecuador y Perú.
En alusión a ese trabajo de Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos, el canciller Burelli, quien asistió a la "efervescencia de paz" firmada en Brasilia, ya había afirmado que "se trata de dos realidades diferentes, pues Colombia y Venezuela tienen un marco bilateral" para tratar sus controversias.
Las comisiones de representantes de partidos con fuerza parlamentaria cambiaron de figuras, pero el trabajo prosiguió hasta conseguir, según dijo Burelli "una sumatoria de los acuerdos alcanzados hasta ahora las dos partes".
"Son varias opciones", dijo Burelli, con diversos trazados de líneas para compensar a un lado según lo que se ceda en otro, salvando "la realidad de que el Golfo es de Venezuela y que el único usuarios somos nositros. Eso lo ha reconocido Colombia".
A diferencia de otros climas que marcaron el diferendo, actualmente Venezuela y Colombia mantienen prósperos negocios, con empresas conjuntas, cientos de millones de dólares en inversiones y un intercambio comercial de 2.400 millones de dólares anuales, el mayor de la subregión andina.
Además de recibir a Pastrana con el informe sobre el diferendo, el gobierno de Caldera recupera un protagonismo político interno que había perdido porque tanto el mandatario como su agrupación partidista Convergencia carecen de candidato presidencial.
Venezuela escogerá nuevo presidente en diciembre, pero dentro de una semana se efectuará la antesala, en forma de comicios parlamentarios y de gobernadores de los 23 estados.
Caracas sostiene otro diferendo, con Guyana, su vecino de habla inglesa, reivindicando derechos sobre los 159.000 kilómetros cuadrados del territorio Esequibo, pero esa controversia se canaliza desde 1983 mediante los "buenos oficios" del secretario general de las Naciones Unidas. (FIN/IPS/jz/ip/98