Agosto comenzó con una lluvia de cifras recesivas sobre la economía y los habitantes de Venezuela, originadas por la incertidumbre sobre las cruciales elecciones de diciembre y la crisis de los precios del petróleo.
En las industrias del país, la producción cayó 49 por ciento y el empleo en 6,9 por ciento en el segundo trimestre del año, respecto al periodo previo, indicó este jueves el dirigente de ese sector empresarial, Luis Ball.
Mientras, el director del estatal grupo Petróleos de Venezuela (PDVSA), Gustavo Gabaldón, admitió que unas 7.000 personas quedarán sin empleo debido a la menor producción pactada por los exportadores para animar los precios del crudo y al aplazamiento de parte de las inversiones previstas para el año.
Ball aseguró que el aplazamiento de las inversiones de PDVSA tendrá duro impacto en los estados del oriente del país, donde se concentran los planes de expansión petrolera y habían surgido desde 1996 numerosas empresas para atender el ahora frenado auge.
El presidente del sindicato petrolero, Carlos Ortega, anunció que los trabajadores realizarán el lunes un paro de 12 horas como protesta por los despidos, cuya cifra elevó a 8.000 personas, equivalente a 10 por ciento del total que emplea el sector.
Los desocupados del sector petrolero son en su casi totalidad empleados de empresas contrartistas de PDVSA o de firmas vinculadas indirectamente a su actividad, y no del grupo estatal, que mantendrá sus niveles de empleo, explicó Gabaldón.
Para Ball, la actividad económica es afectada en forma esencial por tres elementos: la incertidumbre política, las altas tasas de interés y la fuerte caída de la demanda, en un país donde 68 por ciento de sus 23 millones de habitantes viven en pobreza y el deterioro del ingreso real aumenta por la crisis.
Venezuela iniciará este sábado formalmente la campaña para las elecciones legislativas y regionales, que se realizarán en noviembre, y para las presidenciales de diciembre, cuyo desenlace es considerado el más incierto de la democracia local.
El favoritismo que los sondeos adjudican al ex líder golpista y teniente coronel retirado Hugo Chávez para suceder desde febrero a Rafael Caldera, causó un brusco frenazo a las inversiones extranjeras y locales.
Chávez encabezó un cruento intento de golpe de Estado en 1992 y concita el voto de mayor rechazo al agotado modelo político vigente desde 1958, con una oferta nacionalista y centralista y propuestas de revertir parcialmente la apertura económica.
La incertidumbre política afecta como nunca antes la situación económica, dijo Ball, al sintetizar la crisis de confianza que incide en todas las variables.
La crisis en curso contrasta con la situación de 1997, cuando los centros financieros tenían los ojos puestos sobre el país, debido a la expansión petrolera y la mejoría general de la actividad.
Las tasas de interés, que algunas instituciones llegaron a situar en julio en 90 por ciento para los préstamos, se mantienen en torno de 40 por ciento, lo que aumentó las penurias de la clase media, que en 1997 se embarcó en el uso masivo del crédito ante las buenas perspectivas económicas.
Las altas tasas de interés son analizadas como una señal de desconfianza del sector bancario y una reacción a la restricción de la liquidez con que las autoridades monetarias buscan controlar la inflación.
Pero el indice de precios al consumidor repuntó en julio, según las cifras oficiales dadas a conocer esta semana, cuando se movió 2,1 por ciento, para totalizar durante lo que va de año 18,2 por ciento, lo que hace díficil que la inflación anual sea contenida por debajo de 35 por ciento.
Mientras los precios suben, el empleo y su calidad caen, de acuerdo con información suministradas también esta semana por el gobierno. La tasa oficial de desempleo se situó en 11,3 por ciento al cierre del primer semestre, siete décimas más que en diciembre.
Esas cifras, que no recogen los despidos acentuados en julio, indican que más de un millón de los 9,7 millones de miembros de la población activa no tienen trabajo y entre los ocupados, 48,7 por ciento laboran en el sector informal, una cifra que revertió la tendencia a la caída de ese área en la captación de empleo.
Como telón de fondo de la nueva etapa recesiva que se abre en Venezuela está la disminución en unos 7.000 millones de dólares de los ingresos petroleros de este año, por una caída de más de 30 por ciento de los precios del crudo en el mercado mundial.
El petróleo aporta cerca de 40 por ciento de los ingresos fiscales y 77 por ciento de las divisas, y la crisis redujo el lunes las reservas monetarias internacionales a 14.200 millones de dólares, su peor nivel en dos años, según reveló este jueves el Banco Central.
Este mismo jueves se supo que la Bolsa de Valores de Caracas cayó durante este año 47,3 por ciento, después de que el miércoles el índice bursátil llegara a su nivel histórico más bajo.
El miércoles, el Banco Central sólo logró colocar Títulos de Estabilización Monetaria de vencimiento para septiembre, pese a la atractiva tasa de 53 por ciento, en una clara muestra de que los inversores no quieren contar con papeles en bolívares durante el último trimestre del año, en espera de las elecciones.
Esos títulos son una de las herramientas esenciales de la institución monetaria para frenar el deslizamiento de la moneda local ante la desbordada demanda de divisas por parte de capitales que buscan escudo ante la incertidumbre.
El gobierno aún confía en que la economía crecerá más de uno por ciento este año, después de un incremento superior a cinco por ciento en 1997, dijo el martes la ministra de Hacienda, Maritza Izaguirre.
Pero las cifras dadas a conocer en los días siguientes al pronóstico de la ministra parecen echar por tierra ese vestigio de optimismo, con el resultado de que el quinquenio de Caldera habrá estado signado por la recesión, con 1997 como una excepción. (FIN/IPS/eg/ff/if/98