Las acciones en las bolsas de América Latina están a precio de saldo, lo que favorecería el retorno de los inversores a la región en este semestre, tras su retiro por el "efecto contagio" de la crisis asiática.
La relación precio-utilidad bursátil que fija el valor de cada papel dividido por la ganancia anual de la empresa "se ha vuelto altamente atractivo y hay verdaderas gangas", comentó a IPS José Grasso, presidente de la firma venezolana Softline Consultores.
Pero no todos piensan igual, según reseñó el diario británico Financial Times este mes, cuando analistas londinenses resaltaron que los bajos precios y los altos rendimientos se contrapesan en los mercados emergentes con el mayor riesgo de una inversión.
La mejoría de la rentabilidad registrada este año en las llamadas economías maduras del Norte industrial hace preguntarse a los analistas consultados para qué arriesgarse en mercados de alta volatilidad como los emergentes, a medida que se prolonga la crisis asiática estallada hace un año.
Sin embargo, las cifras del primer semestre de 1998 muestran volumenes globales solo ligeramente inferiores a los del mismo período de 1997 en los siete mayores corros latinoamericanos.
La diferencia es que hace ahora un año analistas de firmas inversoras de Nueva York y Londres parecían embelesados por la región y calificaban su comportamiento bursátil de "impresionante".
Para la directora de relaciones económicas del Sistema Económico Latinoamericano (SELA), Manuela Tortora, los analistas de los centros financieros manejan una calificación de riesgo simplista y automática para las economías emergentes, que afecta en especial a los capitales que se mueven en las bolsas.
"Caen en el simplismo de meter en el mismo saco a todos cada vez que salta la alarma roja de la crisis", comentó a IPS, aunque en esta ocasión América Latina en general puso rápidos diques ante la crisis asiática tras la experiencia de la mexicana de diciembre de 1994 y enero de 1995.
Además, a diferencia de los inversores productivos, que conocen el país donde actúan y toman decisiones con expectativas de mediano y largo plazo, los que operan en las bolsas "toman decisiones totalmente ajenas a un conocimiento del país donde actúan".
El SELA sostuvo en un informe financiero que, con sus retiros y afluencias masivas, los corredores de bolsa crean un efecto de desestabilización que no tiene por qué estar basado en realidades económicas.
Pero provocan "el síndrome de la profecía autocumplida" con sus anuncios y acciones, que se une al de la "conducta de rebaño" a la hora del pesimismo, explicó el organismo.
Cifras de Softline, que realiza un seguimiento especial de los corros latinoamericanos, indicaron que el total negociado entre enero y junio en las siete bolsas de la región fue de 93.541 millones de dólares, frente a los 100.835 millones del primer semestre del año anterior.
En el segundo semestre de 1997 se movilizaron 121.933 millones de dólares, para totalizar el mejor año de la historia bursátil de la región, ya que la negociación total fue de 222.768 millones de dólares, frente a 142.215 millones de 1996 y los 103.672 millones de 1995.
"El primer semestre de 1998 acusó el castigo que los inversores aplican a todos los mercados emergentes cuando se produce una crisis en un sector de ellos, como pasó en Asia", dijo Grasso.
"Los capitales se refugiaron en mercados industriales más seguros, atraídos, además, por el excelente comportamiento del euromercado y del mercado de Nueva York", acotó el experto.
"A los factores globales se unieron factores endógenos de los mercados latinoamericanos", precisó Grasso, quien también es catedrático de finanzas.
Entre esos factores citó medidas tomadas por Brasil desde marzo para impedir el arribo de capitales especulativos, el alza de tasas de interés en Argentina, el impacto del fenómeno de El Niño y el efecto de la caída de precios del petróleo en México y Venezuela, que en este país se combinó con una crisis política.
Pero en el segundo semestre "hay elementos para el optimismo porque los precios de los papeles cayeron tanto que representan una oportunidad cautivante para capitales que perciben límites en la expansión en Estados Unidos", aseguró el especialista.
"La volatilidad y los vaivenes soportados desde septiembre en los mercados latinoamericanos comienzan a tener menos peso que un precio que no se corresponde con el valor real de muchas empresas y los capitales comienzan a regresar por esa causa", argumentó.
El valor del mercado de Sao Paulo, equivalente a la suma de todas las acciones de 220 compañías brasileñas, era para el 4 de junio equivalente a 10,4 años de ganancia acumulada por esas empresas, "lo que es una relación muy apetecible", según un estudio de Softline.
El mercado brasileño representa 69 por ciento del total transado en las mayores bolsas latinoamericanas, cuando tan solo una acción, la de la empresa de telecomunicaciones Telebras, mueve más del doble que el total del segundo corro, el de México.
Más baratos todavía que en Brasil estaban los papeles de Venezuela para la fecha en que se hizo el estudio, cuando el valor de las 31 empresas que conforman el indice bursátil de Caracas equivalía a 7,3 años de utilidad de esas firmas.
Las acciones más caras son las de Argentina, el tercer corro regional, con una relación precio del mercado-utilidad de las empresas de 14,46 años, al considerar las 70 principales empresas que se cotizan en la bolsa de Buenos Aires.
La bolsa de México tiene una relación promedio precio/utilidad de 13,42 años, al contabilizar las 95 principales acciones del país, y el cuarto corro, Chile, de 12,74, en base a un índice de 132 firmas.
Los otros dos mercados latinoamericanos con referencia como emergentes, el de Perú, en quinto lugar, y el de Colombia, en séptimo, no fueron analizados en el estudio.
Entre los cierres de septiembre de 1997 y junio, el indice Dow Jones de Nueva York subió 12,58 por ciento, mientras que el de todas las bolsas latinoamericanas cayeron, al producirse una "segunda ola" en la crisis asiática que agudizó sus efectos.
El de Caracas lo hizo en 52,78 por ciento en término de dólares, el de Buenos Aires en 34,28 por ciento, el de Santiago en 27,2 por ciento, el de México en 21,87 por ciento, el de Bogotá en 21,69 por ciento, el de Sao Paulo en 19,78 por ciento y el de Lima en 18,99 por ciento.
La caída estuvo acompañada con una "montaña rusa" de subidas y bajadas, en el llamado "efecto samba" que caracteriza el mercado bursátil latinoamericano, por el gran peso de su mercado.
En septiembre de 1997 se negociaron en las siete bolsas 19.161 millones de dólares, en octubre 27.442, en noviembre 17.359, en diciembre 17.393, en enero 14.911, en febrero 13.738, en marzo 17.180, en abril 16.322, en mayo 18.280 y en junio 13.133, el peor comportamiento desde marzo de 1997. (FIN/IPS/eg/mj/if/98