Nicaragua posee uno de los sistemas energéticos menos fiables de Centroamérica, debido a la falta de inversiones importantes en ese campo durante el gobierno sandinista (1979-1990), advirtió un representante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Cristóbal Silva, experto del BID para el sector energético, informó a IPS que Nicaragua presenta un déficit de electricidad superior a los 50 megavatios. La capacidad nominal de generación es de 405 megavatios, pero la producción efectiva es de 349,7.
"El suministro de energía eléctrica en Nicaragua sigue siendo precario. Este sistema tiene un problema estructural, que es la falta de capacidad confiable para cubrir la demanda", dijo Silva.
"Así permanecerá hasta tanto no se tomen medidas sustanciales, como agregar mayor capacidad al sistema y mejorar la red de admisión y de distribución", agregó.
Más de 90 por ciento de la oferta energética nacional, según datos oficiales, es suministrada por la estatal Empresa Nicaragüense de Energía Eléctrica, en vías de privatización.
La compañía Amfels, de capital asiático, aporta 8,6 por ciento de la oferta total de electricidad.
Los problemas se deben "a la falta de inversión en el sistema por mucho tiempo. Si este tipo de inversiones no se hace por un tiempo prolongado, las plantas envejecen, no pueden dar más de su capacidad", y se vuelven deficitarios y "de baja confiabilidad", explicó Silva.
"Las inversiones que se realizaron en los años 80 fueron insuficientes, y las inversiones que se están haciendo desde inicios de los años 90 no han podido cubrir en su totalidad ese vacío", insistió.
La producción de energía eléctrica de Nicaragua es la menor de América Central, de acuerdo con el Atlas del Banco Mundial de 1997. Todos los países de la región presentan problemas en el sector energético, puntualizó Silva.
Nicaragua produjo 1.688 kilovatios/hora en 1994, frente a 2.672 de Honduras, 3.161 de Guatemala, 3.211 de El Salvador y 4.772 de Costa Rica.
Las inversiones han sido insuficientes en todos los países centroamericanos, pero los problemas mayores corresponden a Nicaragua, agregó el representante del BID.
El sistema eléctrico nicaragüense atendía en 1996 a 45 por ciento de la población, al llegar a 397.000 clientes, entre hogares y empresas.
El consumo en la región metropolitana, conformada por Managua y su periferia, significó ese año 54,7 por ciento del total, mientras que la región noroccidental absorbió 25,3 por ciento, y la sudoriental, 20 por ciento.
Emilio Rappaccioli, ministro de Energía desde 1979 hasta 1996, indicó a IPS que varios factores impidieron mejorar el sistema energético.
"Durante los años 80, los problemas económicos, la guerra, y la limitación en recursos externos ligados a la tecnología, impidieron hacer nuevas plantas y ampliar las redes de distribución", dijo Rapaccioli.
Las inversiones realizadas en el periodo de gobierno de Violeta Chamorro (1990-1996) duplicaron la cantidad vertida al sector energético en los 11 años anteriores, "pero resultó insuficiente", añadió.
Por lo tanto, el gobierno admitió la participación de empresarios privados, sobre todo extranjeros, en la producción y venta de energía a través del sistema nacional.
La primera firma privada participante fue Amfels, que construyó y puso en marcha una central térmica con una capacidad nominal de 36 megavatios que genera regularmente 30 megavatios.
Asñi mismo, se encuentra en construcción otra planta térmica, de 50 megavatios, a menos de 25 kilómetros al norte de Managua.
"La participación privada en el desarrollo energético de Nicaragua y Centroamérica es necesaria. No hay otra forma de financiar las inversiones en este campo, ya que los gobiernos no tienen recursos" suficientes, afirmó Rappaccioli.
Los países donantes ya no aportan ayuda para construir centrales de energía ni conceden créditos a largo plazo y a bajo interés, observó el ex ministro.
El BID calcula que Nicaragua podría alcanzar en el 2000 una producción de más de 450 megavatios de electricidad, fundamentalmente con plantas térmicas y con el concurso de operadores privados.
A mediano y largo plazo se prevé una mayor explotación de la energía geotérmica, y la oferta podría ampliarse así a los 600 megavatios. (FIN/IPS/rf/ff/dv/98