TRABAJO: Toca a los gobiernos eliminar la explotación infantil

Cuando un ciudadano de cualquier país viola una norma le cae encima el peso del ordenamiento jurídico, pero cuando los mismos estados la vulneran, la única solución parece ser dictar una ley más severa.

Eso es lo que se propone hacer la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para erradicar una de las violaciones más flagrantes de los derechos humanos en el mundo: el trabajo infantil.

A pesar de que existen convenios de la OIT ratificados por gran cantidad de países sobre la edad mínima (Convenio 138) y sobre el trabajo forzoso (Convenio 29), más de 250 millones de niños y niñas entre cinco y 14 años trabajan en el mundo.

Ante ese incumplimiento, la OIT presentará a discusión en la Conferencia Internacional del Trabajo, que sesionará en Ginebra del 2 al 18 de junio, un borrador de nuevas normas internacionales sobre las formas extremas del trabajo infantil.

El debate de las nuevas normas coincide con una campaña que incluyó la Marcha mundial contra el trabajo infantil, que partió de Manila el 17 de enero con el objetivo de llegar a Ginebra durante la celebración de la Conferencia.

La Marcha, que recorrió 97 países de Africa, Asia, América Latina, América del Norte y Europa, reclama respeto al derecho de los niños a no ser objeto de explotación económica y a la educación gratuita y obligatoria.

Las nuevas normas propuestas por la OIT se ocupan de las formas extremas de trabajo infantil que pueden poner en peligro la seguridad, la salud y la moralidad de los menores de edad.

Las disposiciones también abarcan la esclavitud y otras prácticas asimilables, así como la prostitución y la pornografía infantiles.

Antes de elaborar las conclusiones que presentará a la Conferencia, la OIT envió un cuestionario a gobiernos, sindicatos y empleadores, cuyas respuestas resumió en un informe distribuido este lunes.

En atención a las respuestas, la OIT resolvió proponer que las nuevas normas revistan la forma de un convenio, que impone obligaciones legales a los estados ratificantes, complementada por recomendaciones, que contienen orientaciones y sugerencias sobre la aplicación.

El principal argumento esgrimido por la OIT es que las nuevas normas garantizarán la adopción de acciones inmediatas destinadas a suprimir las formas extremas de trabajo infantil.

Los instrumentos sugeridos por la OIT describen las formas extremas de trabajo infantil y las agrupan en tres grandes categorías.

La primera abarca a todas las formas de esclavitud y prácticas similares, como la venta y trata de niños, el trabajo forzoso u obligatorio, el trabajo servil para redimir deudas contraidas y la servidumbre.

Otra, incluye a la utilización, la contratación o el hecho de ofrecer un niño para actividades ilícitas o con fines específicos de prostitución, producción de materiales pornográficos o actividades pornográficas.

La última variedad alude a cualquier tipo de trabajo o de actividad que, por las circunstancias en que se lleve a cabo, pueda poner en peligro la salud, la seguridad o la moralidad de los niños.

El director del Departamento de Ambiente y Condiciones Laborales de la OIT, Assefa Bequele, afrimó que entre los miembros de la organización "existe un apoyo abrumador" a la decisión de poner fin a "la explotación intolerable" y al abuso de los niños en trabajos peligrosos.

La OIT propone que la Conferencia de este año debata la iniciativa y disponga la redacción de un texto definitivo de convenio y resolución, para que la apruebe la Conferencia de 1999.

En la recomendación propuesta se incluye el establecimientos de mecanismos de supervisión para garantizar la aplicación real. En general, estos dispositivos de control son los que suscitan más cuestionamientos en las negociaciones de tratados internacionales.

El último informe de la OIT indicó que de los 250 millones de niños que trabajan, 61 por ciento viven en Asia, 32 por ciento en Africa y siete por ciento en América Latina.

La mayor parte de los niños que trabajan residen en países en desarrollo, pero las economías industrializadas no están totalmente libres del flagelo, dijo la OIT.

En Europa central y oriental, el fenómeno del trabajo infantil ha resurgido a raíz de la desorganización social y económica ocasionada por la transición hacia una economía de mercado, sostuvo.

Los datos suministrados por la OIT señalan que hay dos niñas trabajadoras cada tres varones. En Africa se encuentra la tasa más alta del mundo (37 por ciento) de participación de las niñas en la actividad económica.

La OIT refirió que "se piensa que hay cinco grandes redes internacionales de trata de niños".

Dos de las redes trafican de América Latina hacia Europa y Medio Oriente y de Asia meridional y sudoriental hacia el norte de Europa y Medio Oriente.

Las otras redes actúan en un mercado regional europeo, en un mercado asociado al de Medio Oriente y la última, en un mercado de exportación de niñas de Africa occidental.

El problema de la explotación sexual comercial de menores en muchos países radica en la pobreza, ya que sus familias en el medio rural o en el urbano no están en condiciones de mantenerlos y darles una educación.

En algunos casos, citó la OIT, el origen étnico, las prácticas culturales y la discriminación social dan lugar a que los niños y las niñas de poblaciones indígenas, grupos minoritarios y castas inferiores en algunas sociedades sean especialmente vulnerables.

Bequele observó que la explotación y el abuso no solamente pone en peligro el bienestar físico y mental de los niños sino que representan también graves violaciones de los derechos y la dignidad humanas. (FIN/IPS/pc/ff/hd/98

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