Los habitantes de Medio Oriente y Africa septentrional comienzan a percibir problemas nuevos inesperados en pasados tiempos de guerra, fruto de las reformas económicas, advirtieron expertos reunidos en Londres.
La conferencia, celebrada con auspicio del Banco Mundial y la Escuela de Estudios Africanos y Orientales, revisó el efecto social de las reformas aplicadas en la mayor parte de los países de esa región, conocida por sus siglas en inglés (MENA).
Las reformas son generadoras potenciales de conflictos sociales agudos, aunque no tienen el mismo poder desestabilizador que las guerras, afirmaron analistas convocados para esta reunión.
"Las reformas económicas tienen un costo, y este comienza a sentirse en el corto plazo", dijo Mostafa Kamal al-Sayyid, profesor de la Universidad de El Cairo.
Los efectos de las reformas, que incluyen la reducción de las funciones del gobierno y son aplicadas con apoyo y supervisión de instituciones como el Banco Mundial, ya comenzaron a sentirse en los países de la región.
En Egipto, Jordania, Marruecos, Túnez y Yemen se produjeron los "disturbios del pan", protestas generadas por la decisión de los gobiernos de cortar los subsidios de ese producto básico.
"El problema más importante" a analizar de los procesos de reforma económica de la región "es el papel del Estado", dijo Tim Lankester, representante de la Escuela de Estudios Africanos y Orientales.
El vicepresidente del Banco Mundial para Medio Oriente y Africa septentrional, Kemal Dervis, comentó que la tendencia predominante en la región es contar con fuertes estados nacionales.
"La historia avanza. Habrá un cambio generacional en Medio Oriente, una nueva dirigencia. Si se logra la paz hay un fantástico potencial para el crecimiento de la región. Pero será necesario aclarar el papel del estado", comentó Dervis.
Casi la mitad de los 1.590 millones de dólares en préstamos blandos concedidos por el Banco Mundial a la región en 1995 se destinaron a financiar programas de reformas económicas.
Esta cantidad incluye, por ejemplo, un préstamo de ajuste estructural de 300 millones de dólares para Argelia para respaldar "el esfuerzo del gobierno para avanzar hacia una economía de mercado". Hubo aportes similares para Yemen, Marruecos, Túnez, Egipto y Jordania.
Al-Sayyid, que realizó un estudio sobre las reformas económicas en Egipto, Túnez y Jordania, dijo que en esos tres países las autoridades apuestan a que los costos sociales en el corto plazo sean cubiertos con beneficios a largo plazo.
"Pero no están 100 por ciento seguros, y por esa razón los gobiernos mantienen una cuota de responsabilidad social", dijo el académico.
El Banco Mundial promueve la idea de que la riqueza acumulada por un pequeño grupo de personas se "derramarán" hacia las masas al fin.
"Las reformas económicas benefician a los pobres con empleos e importaciones más baratas", aseguró Dervis. El delegado del Banco Mundial dijo que las dudas de los gobiernos se refieren a si las reformas "son para proteger a la clase media, no a los pobres".
Al-Sayyid argumentó que ,si bien las reformas atraen inversiones, estas son principalmente de empresas concentradas en el capital, que no generan empleo. En Túnez se crearon más de 1.500 empresas mixtas en los últimos años, pero sin ningún efecto sobre el mercado laboral, dijo.
"Es probable que aumente el número de desempleados en la región", añadió.
Otro de los problemas analizados fue el de la vulnerabilidad de los países frente a la globalización, en especial cuando se sienten los efectos de la liberalización y reformas de mercado. El ejemplo de la crisis de Asia está muy presente.
"La liberalización genera volatilidad en los mercados de capitales. La región debería enfrentar el problema con cooperación. Los riesgos en un mundo globalizado son grandes, y podrían ser enfrentados con medidas como la unión monetaria", dijo Hassan Hakimian, de la Escuela de Estudios Africanos y Orientales. (FIN/IPS/tra-en/dds/rj/lc/dv/98