El documentalista cubano Santiago Alvarez murió hoy a los 79 años, afectado por un avanzado mal de Parkinson, pero sin haber perdido su capacidad de hacer poesía con la imagen.
Maestro de maestros, cronista de los más importantes acontecimientos de Cuba y el mundo, precursor del "videoclip", Alvarez era considerado "el sensible, característico y temperamental poeta del cine cubano".
"Mi supuesto estilo es la vida. Ella es la que dicta mi trabajo ", dijo Alvarez en una entrevista publicada por el periodista Edmundo Aray en su libro "Santiago Alvarez, cronista del Tercer Mundo".
Amante del periodismo cinematográfico, el realizador dejó alrededor de 600 noticieros para cine y más de 150 documentales, entre ellos obras imprescindibles del cine latinoamericano como Now (1965) y Hanoi Martes 13 (1967).
Nacido en La Habana el 8 de marzo de 1919, Alvarez murió la madrugada de este miércoles como consecuencia de una afección pulmonar. Será sepultado el próximo viernes, según fuentes del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).
Alvarez recibió en diciembre un premio especial del XIX Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana por sus últimas obras, "Concierto mayor" y "La isla de la música", realizadas en 1997.
Al morir trabajaba en dos libros, uno de memorias y otro que, con el título de "Los hombres que yo conocí", reuniría testimonios de sus encuentros con personalidades como Salvador Allende y Ho Chi Minh.
Su debut como realizador cinematográfico fue bastante tardío, cuando a los 40 años integró el grupo de artistas que fundó el ICAIC, la primera institución cultural creada tras el arribo al poder de Fidel Castro, en 1959.
Antes fue estudiante de medicina, musicalizador de programas radiales y de televisión, lavaplatos, minero en Pensilvania, guionista de radio en temas juveniles, científicos, deportivos y sexuales y militante comunista.
En los años 60, Alvarez colocó el documental en el centro de la cinematografía cubana y de hecho se convirtió en un biógrafo cinematográfico del presidente Castro, a quien acompañó en la mayoría de sus giras internacionales.
Además, creó y dirigió el "Noticiero ICAIC Latinoamericano" que con una frecuencia semanal se mantuvo saliendo hasta inicios de 1990, cuando desapareció como consecuencia de la crisis económica cubana.
"Santiago Alvarez es un poeta" y por eso " es tan desmesurada su irreverencia formal, el desanfado con que aborda las 'leyes' del montaje y aun las llamadas reglas del 'buen gusto"', dijo el director del ICAIC, Alfredo Guevara, quien lo calificó de maestro de la "antirutina".
Su pasión era "buscar algo extraordinario, extraído de lo más ordinario, observar lo que otros miran y no perciben, tratar de transmitir la esencia del acontecimiento y no solamente su descripción".
Lo que más disfrutaba de todo trabajo era el montaje. Filmaba sin tener guión previo, decía que 50 por ciento del valor de un filme estaba en la música, evadía la narración verbal y consideraba el silencio un modo de expresión.
Utilizaba el surrealismo, el expresionismo, el naturalismo, "todos los ismos que hay en los estilos", con tal de hacer una obra siempre diferente y que respondiera a sus instintos aventureros de "vivir la realidad" con la que trabajaba.
"Soy un agitador profesional. Me estimo un panfletario que, ante todo, tiene una concepción política de todo lo que hace", dijo Alvarez, un firme defensor del documental porque le permitía ser "protagonista de los hechos".
Además de "Now", considerado en Estados Unidos la obra precursora del videoclip, filmó "Escambray" (1961, sobre alzamientos anticastristas), "Muerte al invasor" (1961, sobre invasión a Playa Girón) y "Ciclón" (1963, sobre el ciclón Flora), entre otros.
También figuran en su obra "79 primaveras" (1969, biografía de Ho Chi Minh), "El tigue saltó y mató, pero morirá" (1974, sobre el golpe de estado en Chile), "Y el cielo fue tomado por asalto" (1973, sobre la gira de Castro por Argelia y Europa oriental).
Sus dos últimos documentales estuvieron vinculados con el mundo de la música.
"Concierto mayor", una reseña de un concierto del cubano Pablo Milanés, el español Joaquín Sabina y el argentino Fito Paez, realizado en 1997 a beneficio de los cubanos enfermos de sida.
El segundo, "La isla de la música", es un reportaje sobre viejos trovadores y soneros, algunos de los cuales trabajaron en los discos "Buena Vista Social Club" y "A toda Cuba le gusta", ganadores este año del Premio Grammy, el más prestigioso de la industria discográfica de Estados Unidos.
El cineasta había recibido en 1981 la Orden Félix Varela de Primer Grado, la más alta condecoración cultural de la isla, y ostentaba el título de Doctor Honoris Causa del Instituto Superior de Arte de Cuba.
Cuando se le preguntó en 1995 cuál debería ser el perfil del "Noticiero ICAIC Latinoamericano" si volviera a las pantallas cubanas, con sus 52 noticieros anuales, no falló al decir "aspectos críticos".
Para Alvarez, poeta que se manifestó siempre al lado de la revolución liderada por Castro, independientemente de la crisis que vive Cuba la temática que debía tener el periodismo cinematográfico era "principalmente la crítica". (FIN/IPS/da/mj/cr/98