El crecimiento exponencial de las principales ciudades de América Latina impone buscar soluciones creativas a los problemas de hábitat que no siempre los arquitectos están en condiciones de encontrar.
Esas fueron las conclusiones tanto de autores de un libro de reciente aparición en Montevideo que reúne trabajos de 14 especialistas europeos y latinoamericanos, como de un seminario también celebrado en la capital uruguaya.
El libro "Hábitat creativo: elogio de los hacedores de ciudades" presenta propuestas tendientes a hacer más vivibles urbes en las que el crecimiento demográfico y del parque automotor, la reducción de espacios verdes, la decadencia de las áreas centrales y la violencia han llevado a una caída vertiginosa de la calidad de vida.
Sao Paulo, Ciudad de México, Caracas, Santiago de Chile son algunas de las capitales latinoamericanas tomadas como ejemplo de esos fenómenos, que también inciden drásticamente en ciudades del continente europeo o de América del Norte.
Algunos de los autores de los trabajos presentados se preguntan incluso si los arquitectos encargados de "construir ciudad" y planificadores del desarrollo urbano no son cómplices de los males denunciados, al plegarse a modelos que ya han demostrado, según dicen, toda clase de vicios.
"La hipótesis de otra creatividad que la reservada a los mandatarios profesionalmente calificados implica cambios importantes a introducir en los mecanismos de concepción y de planificación" de las ciudades, señala en ese sentido el arquitecto suizo Claude Morel.
Morel destaca que tanto por necesidades de supervivencia en un mercado que reclama una mal entendida modernidad como por apego a paradigmas obsoletos, numerosos arquitectos y urbanistas han impuesto en América Latina y del Norte y en Europa estilos elitistas y atentatorios "contra una buena calidad de vida".
En América Latina, escribe a su vez la investigadora colombiana Yvonne Riaño, "en muchos casos, los planificadores urbanos se identifican pesonalmente con los valores culturales de los grupos de altos ingresos y creen en la necesidad de 'modernizar' las ciudades al estilo de las norteamericanas".
"A menudo les falta la formación profesional necesaria que les permita objetivar su conocimiento y transformarlo en políticas de gestión del espacio urbano", subraya.
De la misma opinión es el mexicano Germán Solinís, para quien la universidad debe formar arquitectos y urbanistas sensibles sobre todo a las necesidades de los habitantes de las ciudades.
Todos los autores de los trabajos, recopilados por el Instituto de Investigaciones sobre el Medio Ambiente Construido de la Universidad de Lausana, Suiza, coinciden en la necesidad de tender hacia un "hábitat creativo".
Para ello, sostienen que se debe evitar caer en dos derivas: la populista, según la cual las soluciones habitacionales son solo las preferidas por la media de la población o por quienes pretenden saber interpretarla, y la "tecnócrata", que desligaría a los especialistas de todo contacto con la población.
Las ciudades hay que pensarlas como un entramado de relaciones sociales, es decir humanas, en las que deben "opinar" tanto quienes se han especializado en generarlas como quienes las habitan, señalan los diversos autores.
"Las necesidades de la sociedad a la cual nos enfrentamos y la bipolarización social exigen de nosotros (los arquitectos y urbanistas) nuevas respuestas, alternativas originales", afirma Solinís.
El libro recoge en ese sentido experiencias de "hábitat creativo" que han tenido lugar tanto en Europa como en América Latina, en particular en Brasil, Argentina, México y Venezuela, cuatro de los mayores países del subcontinente.
La misma preocupación de "hacer ciudades habitables" prevaleció entre los participantes en un seminario que reunió a connotados arquitectos y urbanistas del mundo entero en Montevideo.
El encuentro, convocado por la Facultad de Arquitectura de Uruguay y realizado en marzo pasado, tenía como cometido "imaginar el Montevideo del futuro", pero trascendió esa problemática.
La capital uruguaya presenta para los especialistas presentes dos características atractivas: es relativamente pequeña (cerca de 1,5 millones de habitantes) y por tanto manejable, y a diferencia de otras ciudades latinoamericanas, aún no ha perdido por completo sus rasgos de homogeneidad, su carácter.
"Eso hace que se puedan ensayar en ella nuevas líneas de trabajo y que esas líneas puedan aplicarse, no como en otros lados, donde las tendencias a la disolución están demasiado marcadas y corregirlas se vuelve prácticamente una obra titánica", comentó un arquitecto uruguayo.
Los grandes principios de la arquitectura contemporánea están referidos a la democratización de las ciudades, un movimiento mucho más valioso que la sucesión de "impulsos modernizadores" que se han registrado en las últimas décadas, comentó el argentino Miguel Baudizzone.
Para este profesor en la Facultad de Arquitectura de Buenos Aires, que está trabajando en la recuperación de áreas centrales de la capital argentina, "se ha venido asistiendo al crecimiento de una arquitectura de corporación que deja todo en manos de los agentes inmobiliarios y de los diseñadores de productos".
"Los arquitectos deben salir a la calle, pensar soluciones fuera de su torre de marfil y resistir a los impulsos desenfrenados del mercado", concluyó. (FIN/IPS/dg/ag/pr/98