El gobierno de Sudán enviará una delegación a otros países africanos que se han visto involucrados en la guerra civil de esta nación para tratar de suavizar sus relaciones diplomáticas con ellos.
La delegación visitará Egipto, Nigeria, Uganda y Eritrea, según confirmaron fuentes del gobierno del presidente Omar Hassan Al Bashir.
La ofensiva diplomática se produce mientras se anuncia una nueva ronda de negociaciones entre las partes en conflicto, el gobierno de Sudán a cargo de los árabes islámicos del norte del país y la población africana cristiana del sur.
"Queremos darle un empuje definitivo a la ronda de conversaciones con el Ejército de Liberación Popular de Sudán (SPLA)", dijo el jefe de la delegación gubernamental, Riek Machar, presidente del Consejo de Coordinación creado en 1997 para gobernar los 10 estados del sur.
Machar, que es un político de la región del sur de Sudán, se incorporó al gobierno regido desde el norte en 1996. En el pasado formó parte del SPLA, pero se separó de esa agrupación en 1991.
La decisión del gobierno de mejorar sus relaciones con algunas naciones africanas que se han visto inmiscuidas en el conflicto de Sudán, que ya lleva 15 años, se produce en medio de fuertes rumores sobre la posibilidad de que el SPLA decida postergar las negociaciones.
La radio opositora NDA, con sede en la capital eritrea de Asmara, dijo que las preparaciones para la estación lluviosa y el rechazo del gobierno a considerar temas de religión y autonomía son los argumentos considerados por la dirigencia del SPLA para adoptar esa posición.
El ministro de Asuntos del Gabinete de Sudán, Mohammed Amin Khalifa, reiteró a comienzos de esta semana que los asuntos de religión y autonomía no son negociables en el marco de las conversaciones de paz.
Tanto Nigeria como Egipto han tratado de mediar en el conflicto de Sudán, un papel que podría ser cada vez más relevante. "La mediación internacional es necesaria para poder terminar con la guerra", comentó a IPS una fuente gubernamental que pidió no ser identificada.
Pero otro de los objetivos sería lograr que cesara la ayuda proveniente desde otros países africanos para las actividades del SPLA, así como para fuerzas de oposición del norte, agrupadas en la Alianza Democrática Nacional.
Sudán acusó reiteradamente a algunos de sus vecinos, especialmente a Eritrea y Uganda, de brindar apoyo al SPLA, advirtiendo que esa actitud contribuye a la perpetuación del conflicto en el sur. Ambos países cortaron sus relaciones con Sudán en 1993.
Al mismo tiempo, tanto Eritrea como Uganda acusan a Sudán de entrenar grupos subversivos con el objeto de desestabilizar sus gobiernos.
Los tres países son socios en la Autoridad Intergubernamental sobre Desarrollo, un grupo integrado también por Etiopía, Djibouti, Somalia y Kenia, que lo preside. Desde 1993, la Autoridad trata de mediar para terminar con la guerra civil en Sudán.
Otra de las misiones delicadas para la delegación del gobierno de Al Bashir será la de lograr un acercamiento con Egipto. Las relaciones entre ambas naciones se enturbiaron en 1995, cuando Sudán fue acusado de estar implicado en un intento de asesinato del presidente egipcio Hosni Mubarak.
En enero de 1996, el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas acusó a Sudán de apoyar el terrorismo, condenó el atentado contra Mubarak y demandó a las autoridades de Jartum la extradición de tres personas que habrían estado implicadas en esta conspiración. (FIN/IPS/tra-en/nb/pm/lc-ml/ip/98