SERBIA-KOSOVO: Medidas de la ONU llegan tarde

El embargo de armas impuesto a Serbia por la Organización de Naciones Unidas (ONU) no resolverá la crisis en la convulsionada provincia de Kosovo, pues las dos partes en conflicto ya estaban equipadas para la guerra.

La ONU tomó su decisión este mes, como respuesta la violenta represión lanzada por Serbia contra la mayoría albanesa de Kosovo, que costó la vida a cien personas.

La policía serbia se lanzó a la caza de los militantes del clandestino Ejército de Liberación de Kosovo (UCK), que luchan por la independencia de la provincia.

Tanto las fuerzas del Ministerio del Interior de Serbia como el UCK cuentan con abundante aprovisionamiento de armas y no serán afectados por el embargo. "Pasarían 10 años antes que se gastaran toda la munición", observó una fuente serbia consultada en esta capital.

Unos 400.000 fusiles fueron llevados a Kosovo desde la vecina Albania donde, en medio del desorden de las revueltas civiles del año pasado, habían sido robadas un millón de armas de arsenales del ejército, advirtieron servicios de seguridad occidentales.

Un fusil de asalto AK-47 se puede obtener en algunas zonas de Kosovo por sólo 11 dólares, y las pistolas se venden por unos cinco dólares.

Observadores internacionales creen que el UCK cuenta con 500 combatientes, equipados con fusiles AK-47, morteros, granadas, cohetes, equipos de comunicaciones e incluso uniformes de campaña procedentes de Alemania.

Las sanciones de la ONU obligarán a la Federación de Yugoslavia (Serbia y Montenegro) a postergar el previsto reequipamiento de su ejército.

La industria yugoslava ya no produce armas de alta tecnología, y en diciembre, Belgrado inició conversaciones con Rusia para la compra de tanques, misiles, helicópteros y aviones MIG 29. El resultado de esas gestiones está ahora en duda, con el consiguiente perjuicio para Moscú.

Pero no afectan las operaciones de represión en Kosovo, que no están a cargo del ejército, sino de la policía.

El presidente de Yugoslavia, Slobodan Milosevic, hombre fuerte de Serbia, convirtió a los efectivos del Ministerio del Interior en una suerte de guardia pretoriana, dotada de armamento moderno.

Serbia, de menos de 10 millones de habitantes, tiene 120.000 hombres en su fuerza de policía. "En Nueva York, una ciudad con 12 millones de habitantes, hay 70.000 policías", hizo notar el analista político Milos Vasic, de la revista Vreme.

Ese cuerpo "no parece formado por policías, sino por soldados de infantería ligera", señaló a IPS una fuente de la policía serbia, que pidió reserva estricta de su identidad.

La policía dispone de 150 vehículos blindados, 170 morteros de diverso calibre y una cantidad no determinada de armas de artillería liviana. Además, cuenta con helicópteros rusos equipados para el combate y artillería antiaérea.

Los albaneses de Kosovo aseguran que esas armas fueron utilizadas en la provincia. El Ministerio del Interior se Serbia mantiene 13.000 efectivos en Kosovo y está en condiciones de enviar otros 25.000 en menos de 72 horas, aseguró el diario independiente Koha Ditore.

La llamada "columna militar" a las fuerzas del Ministerio del Interior dio apoyo armado a las milicias serbias que a principios de esta década respondieron con la guerra a la separación de Croacia y Bosnia-Herzegovina de la antigua Yugoslavia.

La columna militar era comandada por el viceministro del Interior, Radovan Stojicic-Badza, asesinado en abril de 1997 en Belgrado.

Filip Svarm, también analista de la revista Vreme, comentó a IPS que Milosevic nunca confió en el ejército, cuyas raíces estaban en la ex Yugoslavia, y prefirió formar una fuerza policial que le fuera completamente leal.

El Ministerio del Interior otorgó en 1994 rango militar a sus efectivos, y también comenzó a absorber un monto creciente del presupuesto nacional. Su dotación presupuestaria pasó de 57 millones de dólares en 1993 a 265 millones en la actualidad.

Serbia rechazó el embargo de armas que le impuso la ONU, por considerarlo "sin fundamento", y lo calificó de "injerencia inaceptable" en los asuntos internos del país.

Los dirigentes de la mayoritaria etnia albanesa de Kosovo se niegan al diálogo directo con Serbia y sólo aceptan negociar con las autoridades de la Federación Yugoslava, y en presencia del llamado Grupo de Contacto, conformado por Alemania, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Rusia.

Pero Serbia pretende acometer el problema de Kosovo como asunto interno, y mantener al margen a la comunidad internacional.

Un guerrillero del UCK admitió a la prensa de Kosovo que su organización no está en condiciones de enfrentar a las fuerzas serbias en combate franco. Su strategia consiste en realizar ataques rápidos en lugares de débil seguridad.

La decisión de la ONU trae a la memoria la aprobación de una medida similar en 1991, cuando arreciaba la guerra entre Serbia y Croacia. No tuvo ningún efecto sobre ese conflicto, ni tampoco con el que estalló en Bosnia-Herzegovina en abril de 1992.

El embargo de armas fue suprimido en 1995, al finalizar la guerra de Bosnia, y ahora está vigente de nuevo, en lo que a Serbia se refiere.

En cambio, el eventual bloqueo de Serbia, que ya sufrió esa medida por su participación en las guerras de la antigua Yugoslavia, tendría consecuencias catástróficas para el país, advirtió Slobodan Mlosavljevic, del Instituto de Investigaciones de Mercado.

"Esta economía es como un limón exprimido. Ya no tiene más jugo", dijo Mlosavljevic. Las sanciones económicas afectarían "a la gente común, pero quizá no al gobierno", agregó. (FIN/IPS/tra-en/vpz/rj/lc-ff/ip/98)

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