PANAMA: Industria minera en la cuerda floja

Los conflictos con campesinos, indígenas y ambientalistas, la burocracia y la brusca caída de los precios del oro y el cobre en el mercado mundial han puesto en retirada a la incipiente industria minera de Panamá.

Los seis principales proyectos mineros de cobre, manganeso y oro existentes en Panamá se encuentran prácticamente paralizados debido a la baja rentabilidad de esos minerales, así como por demoras en que el Estado refrende los contratos y los conflictos sin resolver con las comunidades.

La extracción de minerales en Panamá, sobre todo oro y plata, fue suspendida a fines de la década del 30 cuando aparecieron grandes yacimientos de esos minerales en Sudáfrica y otros países africanos hacia donde se desplazaron las compañias inglesas que operaban en este país latinoamericano.

El repunte de precios en los años 80 propició la reactivación de minas de oro y plata abandonadas 50 años atrás como la del Remance, por parte de compañías de Perú, y Santa Rosa, explotada por firmas de Canadá, ambas en el occidente del país.

Al mismo tiempo, los precios del cobre en el mercado mundial justificaron a principios de la década de 1990 la reanudación de la explotación de los grandes yacimientos de cobre de Cerro Colorado, en el occidente, y Cerro Petaquilla, en el centro de Panamá.

El ex presidente de la Cámara Minera de Panamá Julio Benedetti consideró que la virtual paralización de la extracción de minerales "es sólo un factor cíclico" que será superado una vez que repunten los precios en el mercado mundial.

Benedetti recordó un panorama similar entre 1984 y 1986 y culpó de la actual situación a los especuladores internacionales, como fue el caso de la compañía indonesia BRE-X cuando anunció hace dos años el descubrimiento del yacimiento más grande del mundo en ese país que "luego resulto ser un fraude".

Esa operación, en la que estuvo involucrado un inversionista de Canadá, ocasionó la descapitalización de los mercados de valores de ese país por más de 5.000 millones de dólares y "provocó una crisis en el mercado" de metales, explicó el empresario minero.

Benedetti informó que eso dio como resultado un proceso de caída de los precios del oro en el mercado mundial, que a inicios de 1996 se ubicaba en 400 dólares la onza, hasta llegar a un piso de 280 dólares en la actualidad.

Para que la explotación del oro sea rentable en Panamá, es necesario que los precios de la onza sobrepasen los 300 dólares, según el empresario.

En cuanto al cobre ocurrió una situación similar a la caída de los precios del oro luego de que el banco japonés Sumitomo "acaparó superficialmente" los inventarios de ese mineral, lo cual afectó sus precios en el mercado mundial, indicó Benedetti.

A principios de 1996, cuando ocurrió "el caso Sumitomo", los precios del cobre se encontraban entre 1,10 y 1,20 dólares la libra, pero esos precios están hoy debajo de los 0,75 centavos de dólar la libra.

Claudia Monteza, portavoz de la compañía Panacobre a cargo del proyecto en Cerro Colorado, afirmó que la interrupción de las actividades en esa mina es transitoria y que la exploración se reanudará cuando repunten los precios.

Monteza explicó que esa mina generará en la etapa de plena producción 175 millones de dólares anuales en divisas para el pais y proporcionará más de 500 empleos directos.

La exportación de minerales supuso un ingreso a Panamá de alrededor de 25 millones de dólares en 1996.

Cerro Colorado, localizado a unos 400 kilómetros de esta capital, en medio de las tierras de los combativos indígenas nogobe-buglé, cuenta con un potencial de 1.400 millones de toneladas de roca mineralizada y es considerado uno de los principales yacimientos de cobre del mundo.

A pesar del optimismo de Monteza, una fuente del sector minero cuya identidad fue mantenida en reserva por el diario panameño La Prensa indicó que la burocracia y la falta de un cultura minera en el país también afecta la actividad.

El informante comparó la situación de Panamá, donde para refrendar un contrato con la nación "hay que esperar varios años", con la forma en que se realizan estos negocios en países como Chile donde "sólo hay que esperar tres meses".

Además de la caída de los precios y la burocracia, los empresarios mineros también tienen serias dificultades para imponer sus proyectos debido a que la mayoría se encuentran en territorios reivindicados por los indígenas, así como por la contaminación que produce esta actividad.

Unos 45 grupos indígenas, sindicatos rurales, asociaciones de pequeños propietarios de campo y grupos ambientalistas constituyeron el año pasado una coordinadora "para luchar contra la minería sucia y la usurpación de territorios indígenas".

La paralización de los principales proyectos mineros paralizó también las protestas programadas para este año en Cerro Colorado, Cerro Quema y Santa Rosa, donde en los últimos años se produjeron serios enfrentamientos entre pobladores y policías. (FIN/IPS/sh/mj/if/98

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