Seis meses después del inicio de la crisis en Asia oriental, se sigue debatiendo en Chile la intensidad de su impacto y el efecto de las medidas de resguardo adoptadas por las autoridades económicas.
Abril comenzó con buenos augurios. El jueves 2, la Bolsa de Comercio de Santiago registró un alza de 0,67 por ciento en el índice de las principales acciones, que llegó así a su nivel más alto del año, unos 105,48 puntos.
El efecto de arrastre de los aumentos en Wall Street llegó a Santiago, ya que, según los analistas bursátiles, parte del exceso de liquidez en Nueva York se está moviendo hacia los mercados latinos, en especial Perú y Chile.
Son los inversionistas extranjeros los que están empujando la Bolsa, en tanto los empresarios chilenos redujeron drásticamente sus incursiones accionarias, a la espera de que el Banco Central rebaje las tasas de interés en este segundo trimestre.
El Banco Central recurrió al expediente de alzar los intereses desde diciembre de 1997, cuando la crisis asiática estimuló desbordes en la cotización del dólar que amenazaron la política antinflacionaria del gobierno de Eduardo Frei.
El índice de precios al consumidor volvió al redil y tras un ligero repunte de 0,7 por ciento en enero, tuvo una deflación de 0,1 en febrero y un discreto 0,4 por ciento en marzo, para completar una inflación trimestral de uno por ciento.
Esta tendencia es congruente con los objetivos gubernamentales de una inflación de 4,5 por ciento en 1998, en tanto las metas de crecimiento del producto interno bruto (PIB) fueron corregidas hacia la baja, de siete a 5,5 por ciento.
Luis Riveros, economista de la Universidad de Chile, sostuvo que el impacto de los factores externos atribuibles a la crisis asiática equivaldrá a entre 60 y 80 por ciento de menor crecimiento del PIB.
Valentín Carril, investigador de la firma Santander Investment, coincide con Riveros en que el incremento de las tasas tendrá una responsabilidad del orden de solo 30 por ciento en la contención del PIB.
Si bien ambos fenómenos se combinan, los expertos separan lo que es propiamente la actividad productiva y de servicios interna, afectada por el ajuste y las altas tasas, con el comercio exterior, donde el efecto del virus asiático es ostensible.
La caída de 32 por ciento del precio del cobre y de siete por ciento de la cotización de la celulosa muestran que el sector exportador, tradicional motor de la economía chilena, tendrá este año una contribución al PIB muy disminuida.
El caso chileno es prototípico en América Latina para medir el efecto de la crisis asiática, ya que es el país de la región que más exporta hacia Japón y el resto de Asia oriental, destino en 1997 de 35 por ciento de las ventas externas.
Hernán Hochschild, presidente de la empresarial Sociedad Nacional de Minería, pronosticó que el precio de la libra de cobre, que llegó a 1,20 dólares en 1997, será este año de 80 centavos de dólar para bajar en 1999 a 75 centavos.
El cobre, que representó en los últimos años más de 40 por ciento de los ingresos por exportación de Chile, recién comenzará a recuperarse paulatinamente en su precio internacional desde el 2001, indicó Hochschild.
El economista Ernesto Edwards, ex vicepresidente del Banco del Estado en el gobierno de Patricio Aylwin (1990-1994), dijo que los ajustes de las metas de crecimiento económico para este año son un acto de realismo.
En cambio, para Edwards es "pesimismo" sostener que Chile será una de las economías más fuertemente afectadas por la crisis asiática debido a su dependencia de las exportaciones de cobre.
El economista admitió que la baja de la cotización del metal se prolongará hasta 1999. "Pero se trata de una tendencia transitoria que afectará nuestra tasa de crecimiento de este año y el próximo", dijo.
Y eso, para Edwards, no es grave, porque será "un aterrizaje suave" desde un PIB promedio de ocho por ciento de los últimos años al cinco por ciento que podría registrarse en 1999, sin afectar las sólidas bases de la economía chilena.
"El contagio con el virus asiático no compromete a todo el organismo, sino principalmente al comercio de bienes", subrayó el economista, quien destacó la fortaleza de la posición financiera del país.
El peso chileno resistió bien los ataques especulativos en el mercado libre de cambios y la tasa de ahorro nacional sigue creciendo, para ser la mayor de la historia del país y una de las más altas de América Latina, indicó Edwards.
"Es aun más significativo que la deuda externa de corto plazo, que se la considera normalmente como indicador de riesgo de una crisis financiera, alcance en Chile, en relación con el PIB, la décima parte de la prevaleciente en los países asiáticos", dijo el experto.
Chile, explicó Edwards, podría pagar hoy todos los créditos de corto plazo recurriendo sólo a 14 por ciento de sus reservas internacionales.
En contraste también con el escenario asiático, en Chile no hay peligro de una moratoria bancaria, ya que "la cartera vencida es menos del uno por ciento del total de las colocaciones bancarias y nada indica un deterioro futuro", concluyó Edwards. (FIN/IPS/ggr/mj/if/98