Bolivia y Brasil se convirtieron en socios estratégicos en dos gigantescos proyectos energéticos para la venta de electricidad y gas natural bolivianos, pese a las desiguales condiciones de sus economías.
Más de dos décadas de acercamiento político entre dos países que vivieron a espaldas pese a que comparten 3.600 kilómetros de frontera, están a punto de concluir para dar paso a una millonaria sociedad que comenzará con la venta de ocho millones a 30 millones de metros cúbicos diarios de gas natural de Bolivia.
Arturo Castaños, representante de la empresa estatal brasileña Petrobras en Bolivia, dijo este martes que en el tramo boliviano está concluido el 58 por ciento del gasoducto, de 557 kilómetros, entre Río Grande y Puerto Suárez, en el este del país.
"Hay retrasos en ciertas fases, pero en otras se están cumpliendo según cronograma al cien por cien. El retraso se puede recuperar para terminar la construcción en diciembre y la exportación en abril del próximo año", aseguró Castaños.
Otros 2.504 kilómetros de tuberías se construyen en el lado brasileño, en ramales que llegan a los estados de Mato Grosso del Sur, San Pablo, Paraná, Santa Catarina y Río Grande del Sur para uso industrial en empresas químicas, petroquímicas, metalúrgicas y de cerámica.
El otro frente de asociación comercial, que el presidente Fernando Henrique Cardoso calificó recientemente en su país como modelo de integración energética para el Mercado Común del Sur (Mercosur), es la compra-venta de electricidad para compensar el déficit eléctrico brasileño.
Este negocio, al igual que el primero, estará en manos privadas. Un grupo de empresas bolivianas generadoras de energía asociado con un grupo extranjero anunció que invertirá más de mil millones de dólares en un año para exportar electricidad a Brasil.
"Bolivia tiene grandes posibilidades de exportar energía eléctrica y nosotros trataremos de exportar lo antes posible", manifestó Julio León Prado, uno de los mayores empresarios bolivianos que ahora representa al consorcio.
El mercado energético brasileño tiene una evidente importancia estratégica para Bolivia: por el tamaño de su industria, se estima que la demanda energética de Brasil es de unos 60.000 megawatios, que crece a un ritmo de 3.750 megawatios por año.
Para generar esa potencia se requiere 17 millones de metros cúbicos de gas natural, lo que implica una inversión de 7.700 millones de dólares, según el viceministerio boliviano de Energía e Hidrocarburos.
Por tanto, además de exportar gas natural a Brasil, Bolivia también utilizará una parte de sus reservas para construir termoeléctricas a gas dentro de su territorio y vender electricidad al país vecino.
Según los primeros proyectos en marcha, Bolivia generará unos 500 megawatios con termoeléctricas en la población fronteriza de Puerto Suárez, utilizando 2,5 millones de metros cúbicos de gas por día.
El marco legal de esos proyectos es un Memorandum de Entendimiento firmado hace menos de un mes en Brasilia por los cancilleres Javier Murillo, de Bolivia, y Luis Felipe Lampreia, de Brasil, en el que se establece la apertura del mercado eléctrico de ese país.
El documento, firmado el día 17 en Santa Cruz de la Sierra por los presidentes Hugo Banzer, de Bolivia, y Fernando Henrique Cardoso, de Brasil, es señal del compromiso formal entre los dos países para asegurar condiciones competitivas en el mercado de generación de electricidad.
Ese compromiso incluye la liberación de imposiciones de subsidios, gravámenes y otras barreras que pudieran alterar las condiciones normales de competencia y con precios que reflejen costos económicos eficientes.
Con la exportación de gas natural y de electricidad, la balanza comercial entre ambos países se inclinará en favor de Bolivia. En 1997, las exportaciones brasileñas a Bolivia alcanzaron 710 millones de dólares, frente a 27 millones de exportaciones bolivianas a Brasil. (FIN/IPS/jcr/ag/en-if/98
