Una serie de ataques y matanzas acompañadas de alarmantes rumores intensificaron el temor de una vuelta a la guerra en este país de Africa central que salió de un conflicto armado hace medio año.
Muchos temen que la guerra vuelva a estallar, ya que continúan armadas milicias que pelearon para el ex presidente Pascal Lissouba y para Denis Sassou Nguesso, quien depuso a Lissouba en octubre.
La preocupación aumentó con crecientes rumores de que fuerzas leales a Lissouba se preparan para recuperar el poder.
Sassou Nguesso acusa a las fuerzas de Lissouba de haber causado la guerra civil del año pasado, en la que murieron más de 10.000 congoleses, y fueron desplazados otros miles.
La guerra de cinco meses finalizó en octubre, pero las milicias no han sido desarmadas, y aterrorizan a la población en distintas partes del país.
Cuando tomó el poder en octubre, Sassou Nguesso ordenó a las personas con licencia para portar armas que las entregaran en cuarteles militares, iglesias y centros policiales antes de noviembre. Quienes no lo hicieran "serían castigados según la ley".
Sin embargo, los recientes ataques son evidencia de que su utlimátum fue desoído.
A comienzos de este mes, miembros de la milicia Cocoye, partidaria de Lissouba, saboteó la represa de Moukoukoulou, que brinda electricidad a Pointe-Noire y el resto del sur de Congo, dejando en la oscuridad a toda la región.
Recientes ataques en localidades del sur fueron atribuidos a las milicias Cocoye y Zulus, también de Lissouba. Ambas se habían retirado cuando las Fuerzas Democráticas Patrióticas (FDP) de Sassou Nguesso lanzaron una ofensiva hacia el fin de la guerra civil.
Después del ataque a la represa Moukoukoulou, las fuerzas de seguridad realizaron operaciones de rastreo en el área, matando a muchas personas, según varias informaciones.
Desde enero, las fuerzas de seguridad han buscado armas para desmantelar las redes de bandidos en villas y localidades del Congo. En varias ocasiones los efectivos en las redadas mantuvieron enfrentamientos con grupos que se negaron a entregar sus armas.
Ningún grupo de derechos humanos en Congo comentó sobre las acciones de las fuerzas de seguridad, pero en un comunicado de prensa de marzo, el Espacio Republicano para la Defensa de la Democracia y la Unidad Nacional en Congo-Brazzaville (ERDDUN), con sede en París, denunció la detención arbitraria y la ejecución de partidarios de la democracia.
ERDDUN, un foro nacional instalado después del estallido de la guerra civil para encontrar una solución a la crisis, dijo que, según varias fuentes, "el régimen dictatorial de Sassou Nguesso continúa su política de intimidación, represión y ejecuciones sumarias".
ERDDUN, que fue boicoteado desde el comienzo por las fuerzas políticas de Sassou Nguesso, está integrado mayoritariamente por simpatizantes de Lissouba.
La Unión Europea suspendió la ayuda no humanitaria a Congo en reacción a las violaciones de los derechos humanos. También ha descrito al gobierno como dictatorial, un término considerado duro por Leon Bemba, miembro del Consejo Nacional de Transición de Congo.
"No creo que estas sean palabras apropiadas para describir al actual gobierno", dijo Bemba. "No creo que haya excesos en la forma en que el actual gobierno está haciendo las cosas. La situación es relativamente calma para un país que emerge de la guerra". (FIN/IPS/tra-en/sl/nrn/kb/lp/ip hd/98