ASIA MERIDIONAL: Carrera misilística amenaza seguridad regional

La noticia de una prueba misilística realizada por Pakistán generó explosivos debates en India, donde unos dudan de la existencia del cohete y otros exigen responder de modo similar, lo que debilitaría la seguridad del sur de Asia.

Las autoridades de Islamabad informaron que realizaron una prueba con un misil balístico de alcance intermedio llamado "Ghauri", representante de la quinta generación de la serie de cohetes llamada "Hatf", que significa "la espada del Profeta".

El Ghauri tiene un alcance de 1.500 kilómetros con una carga de 700 kilos, precisaron las autoridades.

La noticia fue recibida con una dosis de escepticismo por parte de algunos militares y autoridades del gobierno indio.

En medio del debate público generado por el lanzamiento del misil, algunos expertos aseguraron que la prueba fue un engaño, pues sería imposible lanzar un cohete con las características del Ghauri desde la plataforma mostrada en imágenes de televisión difundidas por Pakistán.

Las fotos sugerían que se trataba de un cohete de una sola etapa, lo que pondría en duda el alcance anunciado. También se expresaron dudas sobre la capacidad tecnológica de Pakistán.

Otros expertos afirmaron que sería muy riesgoso probar un misil de esas características en un territorio como el de Pakistán, pues sería peligroso para la población. Lo normal es hacerlo en el océano, tras emitir una alerta marítima.

Algunos coincidieron en la posibilidad de que se haya lanzado un misil importado "listo para ser usado" o uno más antiguo y de menor alcance, Haft-2 o Haft-3, que ya habían sido probados a mediados de los 90.

Los sistemas satelitales de India no lograron confirmar la prueba del Ghauri ni su trayectoria, tamaño o forma, lo cual contribuyó a desatar una ola de especulaciones, entre ellas que el misil había sido prestado por China o Corea del Norte.

Pero sea cual sea la verdad, fuerzas de la India coinciden en que será necesario dar una "respuesta adecuada" a Islamabad. Algunos analistas dijeron que Nueva Delhi debería solicitar la intervención de Washington para evitar que China le transfiera tecnología a Pakistán.

Más allá de toda la confusión generada por el anuncio de Pakistán, hay tres cosas que están muy claras. La primera de todas es que sí hubo una prueba el 6 de abril, confirmada ese mismo día por el Departamento de Estado de Estados Unidos.

El ministro de Defensa indio, George Fernández, dijo que el anuncio de Islamabad no fue una sorpresa.

En segundo lugar, podría resultar equivocada la presunción de que Pakistán necesita importar tecnología de China o Corea del Norte para construir un misil como el Ghauri.

El doctor Chandrashekhar, quien trabajó para la Organización India de Investigación Espacial, dijo que los primeros tres cohetes de la serie Hatf fueron construidos en base a una tecnología francesa para fabricar cohetes sonda, que luego Pakistán adaptó a las necesidades del misil.

Y en tercer lugar, Pakistán aún no tiene capacidad para producir en serie los misiles balísticos de medio alcance, capaces de llegar a ciudades del centro y el sur de India.

Para dar ese paso necesitaría entre 10 y 20 pruebas con el fin de precisar su alcance, estabilidad, eficiencia de vuelo y confiabilidad.

La prueba que se realizó a principios de mes sería sólo el primer paso de un proceso de experimentación que podría abarcar unos cinco años, en caso que haya sido realmente un misil balístico de alcance intermedio.

Pero su impacto político sobre la India es innegable, en especial tras la llegada al poder del partido nacionalista hindú Bharatiya Janata (BJP), que parece decidido a impulsar un programa misilístico en este país.

El BJP se comprometió a "incorporar" las armas nucleares en las fuerzas armadas indias y a promover el desarrollo de misiles. Entre sus metas figuran la de desarrollar el Prithvi, con un alcance de 150 a 150 kilómetros, y perfeccionar el Agni, que recorre entre 1.500 y 2.000 kilómetros.

El Prithvi ya se produce a un ritmo de seis cohetes por mes, pero el Agni fue suspendido hace cuatro años después de cuatro vuelos de prueba que fueron denominados "demostraciones de tecnología" y no como el inicio de un desarrollo armamentista.

La suspensión pretendió evitar elevados costos políticos y económicos, en un momento en el cual se había llegado al tope de la tecnología disponible.

Políticos de derecha pidieron reiniciar el desarrollo del Agni, en especial después de la prueba del 6 de abril que en su opinión requiere de una represalia inmediata, aunque este tipo de reacción podría revertirse en contra de India, si despierta las sospechas de Beijing.

China nunca consideró a India como un adversario nuclear o misilístico, y nunca se supo que haya apuntado hacia este país con sus misiles balísticos de medio alcance.

De hecho, suspendió el desarrollo del misil "Dong Feng", que podía alcanzar numerosas ciudades indias, luego de las conversaciones de 1996 que desactivaron tensiones fronterizas.

Una rivalidad misilística con China sería muy diferente a la de Pakistán, y podría ser desastrosa para India, que está 20 años detrás de ese país en el desarrollo de su tecnología de cohetes balísticos.

Pero la competencia entre India y Pakistán basta para provocar un efecto desestabilizador en el sur de Asia. Los dos países están empeñados en acumular armamentos fabricados con las últimas tecnologías.

Ambas naciones practican la ambigüedad cuando se trata de estrategia nuclear. No existe transparencia en el enunciado de sus doctrinas nucleares, y se acumulan los motivos para que haya desconfianza entre ellos.

El uso de misiles balísticos significa que los cohetes podrían demorar cinco minutos en explotar en ciudades de uno de los dos países, provocando una crisis que amenazaría con transformarse en una confrontación nuclear.

Lejos de servir a los intereses de la población de estos dos países, la carrera misilística o nuclear sólo sirve para alentar a los sectores más derechistas y nacionalistas. Su costo podría ser la paz en la región. (FIN/IPS/tra-en/pb/rdr/lc-ml/ip/98

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