ASIA: La crisis cambió la orientación del Banco de Desarrollo

La gravedad de la crisis desatada el último año en Asia obligó a emplear en el salvamento financiero todos los recursos disponibles, incluidos los fondos del Banco Asiático de Desarrollo (BAD) reservados a programas sociales.

Las intervenciones urgentes determinaron un cambio de la orientación estratégica del banco, concebido originalmente como una institución de fomento del desarrollo en la región.

Por lo menos la mitad de los préstamos que el BAD otorgó en 1997 se destinaron a programas de reforma de los mercados financieros de los países en crisis.

"Y fue justo que así se hiciera", sentenció este miércoles en Ginebra el presidente del Consejo de Gobernadores del Banco, el suizo Nicolás Imboden, al analizar el comportamiento de la institución ante la crisis.

El compromiso masivo con la gestión de la crisis afectó de manera inevitable el funcionamiento del BAD. La respuesta a la crisis asiática "se ha convertido en la prioridad número uno" del banco, confirmó Imboden en la apertura de la Asamblea del BAD.

Pero la institución debe volver lo más rápidamente posible a sus objetivos de largo plazo, advirtió.

La misión del banco contempla la promoción del crecimiento económico, la reducción de la pobreza, el apoyo al desarrollo humano, el mejoramiento de la situación de la mujer y la protección del ambiente.

El presidente del BAD, el japonés Mitsuo Sato, aseguró que el banco proseguirá su asistencia financiera en gran escala a los países sacudidos por la crisis.

Pero esas operaciones no se efectuarán a expensas de los programas regulares de asistencia, ratificó en su mensaje al Consejo de Gobernadores, que sesionará hasta el viernes.

De todos modos, la crisis deja sus enseñanzas al banco, que se plantea ahora la posibilidad de transformarse de un proyecto financiero convencional en una institución de desarrollo de base amplia, anunció Sato.

En un ejemplo de la gravedad del fenómeno, el BAD señaló que las pérdidas en conjunto de los mercados de valores de Bangkok (Tailandia), Yakarta (Indonesia), Kuala Lumpur (Malasia) y Manila (Filipinas) ascendieron a 370.000 millones de dólares.

Ese monto de los perjuicios equivale a 63 por ciento del producto bruto interno (PIB) combinado de los cuatro países.

En comparación, el derrumbe del sector bancario de Chile, en 1980, se cobró 40 por ciento del PBI del país sudamericano. La crisis de 1994-1995 en México distrajo 10 por ciento del PIB para sostener a acreedores y deudores en dificultades.

Sato dijo que durante el período más agudo de la crisis asiática, los recursos del banco se usaron para ayudar a las economías afectadas a amortiguar el impacto social del sacudón financiero, mediante el apoyo a la prestación de servicios sociales básicos para los sectores más vulnerables.

La crisis subrayó la importancia vital que la gestión honesta de los asuntos públicos, a través de mayor transparencia y del uso adecuado de los recursos, tiene en el proceso de desarrollo, observó Sato.

El presidente del banco observó que la crisis no ha alcanzado a toda Asia. En muchos lugares, los progresos y las reformas son recompensados con mejoras económicas y la lucha contra la pobreza avanza con firmeza. (FIN/IPS/pc/ff/if dv/98

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