(Arte y Cultura) HONDURAS: Alfombras de aserrín, un culto a la Semana Santa

Las hay de todos colores, tamaño y gusto. Son las alfombras de aserrín que cada Semana Santa se hacen en varios países de América Central.

Honduras, Guatemala y El Salvador son los países donde más se elaboran estas vistosas alfombras. Sus orígenes se remontan a las tradiciones de los indígenas, que las hacían de flores para que el aroma facilitara sus peticiones a los dioses.

Al llegar a América, los españoles dieron un nuevo giro a esta tradición y dedicaron las alfombras a festividades religiosas cristianas.

En el valle de Comayagua, a unos 180 kilómetros de Tegucigalpa, varias familias hicieron sus alfombras de aserrín.

La confección de las famosas "alfombras de Comayagua" estuvo dedicada este año al Espíritu Santo. Por eso, se prepararon figuras alegóricas como llamas de fuego y palomas.

Durante unas 20 horas de continuo trabajo, los habitantes de Comayagua dieron forma poco a poco a las imágenes. Para eso ponen el aserrín en unas tablas de madera contrachapada y le dan luego vistosos colores con químicos especiales.

Raquel Bardales, cuya familia se dedica a esta tradición hace cuatro décadas, comentó que las alfombras son de entre diez y cien metros de largo, según la "vocación", o sea el interés que se pretende concitar.

Ella elabora cada año una alfombra de 100 metros que engalana la calle principal que conduce a la catedral en Comayagua. Su arte es admirado por numerosos turistas que durante Semana Santa visitan esa antigua ciudad para conocer la tradición de las alfombras de aserrín.

La población decidió organizar un comité para definir cuál será el "mensaje central" que cada año motivará la elaboración de las alfombras durante la Semana Santa.

Marco Zapata, coordinador del comité, recordó que en 1997 el "mensaje" se dedicó a la "caída de los mártires de la iglesia en Honduras y América Central, que lucharon por la justicia, los derechos humanos y la situación de los pobres".

En las calles de Comayagua hubo así alfombras con imágenes de los sacerdotes asesinados Arnulfo Romero, de El Salvador, Iván Betancourth y Guadalupe Carney, de Honduras, así como de la masacre de los jesuitas en ese mismo país.

"Creemos que las vidas de estas personas deben ser recordadas y sus crímenes esclarecidos. Además, como muestra infinita del amor que estas personas tenían a Dios y a nuestros pueblos", expresó Zapata.

Los fieles creen que al pisar las alfombras de aserrín durante la procesión del Viernes Santo "los pecados pesan menos y se revive la fe cristiana", explicó Bardales.

"No importa que trabajemos 20 horas para hacerlas y que sean borradas luego del Santo Entierro. Lo esencial es que, una vez pisadas, la espiritualidad invade a las personas y se es un poquito más humano", dijo sonriendo.

Para elaborar una alfombra de 25 metros, una de las medidas más comunes, se necesitan unos 10 sacos de aserrín, quince onzas de colorante traído de Guatemala y mucha madera contrachapada para dar forma a rostros o figuras.

Ochenta por ciento de los habitantes de Honduras son católicos. Los fieles festejan Semana Santa con cuadros vivos que representan la vida, muerte y resurrección de Jesucristo para hacer de la fecha algo "más vivencial y participativo", según el arzopisbo de Tegucigalpa, monseñor Oscar Andrés Rodríguez.

Para Rodríguez, las alfombras de aserrín son apenas una tradición cultural que "refleja la vocación religiosa de un pueblo que durante Semana Santa manifiesta con este arte su majestuosidad y colorido para tapizar el camino del Redentor". (FIN/IPS/tm/mj/cr/98

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