RUSIA: Multimillonario tras destitución de gabinete de Yeltsin

La destitución del gabinete de Rusia decidida por el presidente Boris Yeltsin tuvo como meta demostrar su control de las riendas del poder, pero muchos ven, tras bambalinas, la mano del multimillonario Boris Berezvosky.

"La destitución del gobierno es sólo otro golpe de teatro", dijo el ex candidato presidencial Svyatoslav Fyodorov. "La medida sólo demostró que el multimillonario Berezovsky es más cercano a Yeltsin que los otros".

Hasta ahora Berezovsky, cuya riqueza se estima en unos 3.000 millones de dólares, se desempeñó como subjefe del Consejo de Seguridad de Yeltsin.

A su regreso a Rusia, tras recibir tratamiento médico en Suiza, dio una larga entrevisita en televisión en la cual habló sobre la necesidad de "nuevas caras en el gobierno".

A la mañana siguiente, Yeltsin despidió a todo el gabinete. Fyodorov, cuyo Partido del Autogobierno de los Trabajadores logró tres millones de votos durante las elecciones parlamentarias de 1995, sugirió que el millonario decidió vengarse de Viktor Chernomyrdin después de chocar con él por la venta de la gigante petrolera Rosneft.

El 20 de marzo, el viernes anterior al anuncio del lunes, el gobierno ruso dijo que vendería 75 por ciento de Rosneft a un precio inicial de 2.100 millones de dólares.

En 1997, Rosneft, la última gran petrolera rusa a ser privatizada, produjo 13 millones de toneladas de crudo, 5.100 millones de metros cúbicos de gas y 4,5 millones de toneladas de productos de sus propias refinerías.

Su venta se pospuso una y otra vez desde septiembre, mientras el gobierno dudaba si vender 50 o 75 por ciento de su valor.

La decisión del gobierno favoreció al rival de Berezovsky, Vladimir Potanin del grupo financiero Unexim, aliado con la British Petroleum para licitar Rosneft.

Berezovsky quería vender sólo 50 por ciento de las acciones, contando con sus estrechas relaciones con los administradores de Ronsneft para mantener el control del resto de la compañía.

Potanin es considerado un aliado del ex primer viceprimer ministro Anatoly Chubais, quien también fue destituido por Yeltsin, y duro crítico de Berezovsky en el pasado.

Los medios rusos ya especularon con que el millonario puede haber tenido como blanco a Chernomyrdin y Chubais en un último intento por adquirir Rosneft bajo sus propios términos.

Chernomyrdin también es un blanco porque el monopolio del gas ruso, Gazprom, fundanda por Chernomyrdin en 1989, y la Anglo-Dutch Shell también están aliadas en una licitación por Rosneft.

La prueba sobre la teoría de la conspiración de Berezovsky se presentará cuando se hagan públicos más detalles sobre el proceso de venta y reglas de licitación de Rosneft, abierta el martes. Cambios a su favor en el proceso concitarán críticas, sin lugar a dudas.

Los críticos de Berezovsky señalan que el primer ministro en funciones de Rusia, Sergei Kirienko, de 35 años, un gerente de la industria petrolera virtualmente desconocido, tiene el respaldo del multimillonario. Llegado al gobierno en julio, era ministro de Combustible y Energía antes de su sorpresiva promoción.

Otros sugieren que el propio Yeltsin quería ver a Chernomyrdin fuera, ya que había acumulado poderes extra durante las repetidas ausencias presidenciales por enfermedad.

Las frecuentes gafes públicas de Yeltsin y su débil salud alimentaron la especulación de que podría claudicar a favor de Chernomyrdin, cuya cuenta personal en Occidente es alta tras su exitoso viaje a Estados Unidos este mes.

Chernomyrdin ganó una reputación de eficiente administrador del monopolio de gas natural del Estado Gazprom desde 1989 hasta 1992. En las elecciones parlamentarias de 1995, Chernomyrdin encabezó esfuerzos por elegir miembros del partido reformista Rusia es Nuestro Hogar.

Sus opositores alegan que carece del suficiente carisma para ganar las elecciones, a pesar del respaldo de Gazprom, el mayor productor mundial de gas. Mientras, el propio Chernomyrdin reaccionó ante su destitución confirmando que no se ve como candidato para suceder a Yeltsin en las elecciones del 2000.

Pero analistas sugieren que desplazando a su aliado político más cercano, Yeltsin, de 67 años, inició un juego peligroso.

Varios ex altos miembros del equipo de Yeltsin, incluyendo al ex jefe del Consejo de Seguridad Alexander Lebed y el ex ministro de Defensa Ygor Rodionov, se volvieron públicamente en su contra tras la destitución.

Yeltsin afirma que destituyó a su gabinete para dar un mayor impulso a las reformas y mejorar la vida de la gente común.

Pero muchos rusos, entre ellos quienes respaldan la reforma, ya no creen las promesas de Yeltsin. Varios años de dura reestructura económica y luchas políticas dejaron a gran parte de la población sumida en el escepticismo.

El déficit presupuestal aumenta y a millones de empleados públicos se les deben salarios de varios meses. La crisis de no pago y cierres forzaron a muchos ingenieros y maestros a salir a la calle como vendedores. (FIN/IPS/tra-en/sb/rj/lp/ip if/98

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