INDONESIA: El conflicto con el FMI se diluye

El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el gobierno de Indonesia dirimen sus diferencias y parecen ahora dirigirse por un camino de reformas más calmado, aunque no menos dificultoso, con la intención de apartar al país del precipicio.

La negociación reveló la amplia gama de opiniones en el mundo en torno de Indonesia, desde reclamos de un gran cambio político a llamados de alerta sobre una explosión social que podría afectar la seguridad y los intereses de Occidente a raíz de la crisis económica en Asia oriental desatada el año pasado.

Estas preocupaciones alimentaron visiones críticas de que el FMI tenía una visión ortodoxa para la cura de las enfermedades de Indonesia. De continuar sin soluciones su crisis, el cuarto país más poblado del mundo se desintegraría en la anarquía y no quedaría nada que curar.

Hasta la semana pasada, el FMI y Jakarta parecían bloqueados en una batalla sobre el modo en que debían desarrollarse las reformas en la economía más golpeada de Asia oriental desde que se desató la crisis regional.

El presidente Alí Suharto manifestó que el FMI no había logrado contener el problema más acuciante, la caída de la rupia. Detrás de esa posición estaba la percepción de que Estados Unidos, que tiene gran poder dentro del Fondo, presiona para desalojar al mandatario del poder.

Hoy, luego de la séptima reelección consecutiva de Suharto en la Asamblea Consultiva del Pueblo (la mitad de cuyos integrantes fueron elegidos por el dictador) y la designación de un nuevo gabinete este mes, los indonesios continúan dudando de la adecuación de muchas de las recomendaciones del FMI.

"Tanto el gobierno de Indonesia, el FMI y la comunidad internacional así como las agencias involucradas necesitan flexibilidad", dijo el canciller Alí Alatas, luego de que Suharto afirmó que algunas de las reformas recomendadas por el FMI violaban la constitución.

Tanto Jakarta como el FMI hicieron gala de flexibilidad y, al final, cedieron en sus posiciones.

Semanas después, el gobierno de Suharto archivó "por ahora" la creación de una caja de conversión similar a la que funciona en Argentina para estabilizar la rupia, planteo considerado un desafío al FMI.

El Fondo propuso algunas medidas para estabilizar la rupia y Jakarta elevó el lunes las tasas de interés. Eso impidió la implementación de un impuesto a la compra de moneda extranjera que la institución multilateral consideraba inadecuado.

Pero el FMI también mostró cierta flexibilidad, quizá porque aprendió algunas lecciones de sus propios antecedentes en Indonesia.

Los funcionarios del Fondo admitieron, en las reuniones aún en curso en Jakarta, que no todos los subsidios pueden eliminarse de inmediato pues son cruciales para impedir protestas sociales. Indonesia no ha cumplido sus promesas de abolir esos subsidios y de desmantelar los monopolios.

Pero alertado de la posibilidad de protestas, el gobierno retrasó el levantamiento de los subsidios al combustible y otros productos básicos cuyos precios se habían disparado con la crisis económica.

Las conversaciones en Jakarta derivarán en la entrega de 3.000 millones de los 43.000 millones de dólares que constituyen en total el paquete de asistencia del FMI. Esa cuota había sido retenida debido a la implementación de reformas que el Fondo entendía inadecuadas.

El representante del FMI para Asia, Hubert Neiss, dijo ve por fin, luego de las discusiones, "una luz al final del túnel".

Esta semana, Washington anunció el envío a Indonesia, y sin condiciones, de decenas de millones de dólares de ayuda humanitaria, que incluye alimentos y medicinas.

"Perder el empleo en un país industrializado es duro. La caída de la calidad de vida y de la autoestima figuran entre los efectos negativos. Pero perder el empleo en Asia es poco menos que una catástrofe", dijo Mitsuo Sato, presidente del Banco de Desarrollo Asiático.

"No tenemos sistemas de seguridad social bien desarrollados en las sociedades asiáticas. El desempleo implica la debacle desde la subsistencia a la pobreza", explicó.

Holman Jenkins, de la junta editorial del diario estadounidense The Wall Street Jorunal, recomendó al FMI ayudar a Indonesia con su deuda de 74.000 millones de dólares con el sector privado.

"Si el FMI concluye que los pobres de Indonesia pueden llevar la carga del ajuste mejor que Citibank y Sumitomo, esto es porque dirige sus palabras solo hacia el Citibank y el Sumitomo", observó Jenkins.

El vicepresidente de Indonesia, Jusuf Habibie, pidió a los banqueros japoneses, los principales acreedores de su país, la reprogramación de los pagos.

Jakarta está diseñando un plan del estilo del aplicado por México luego de la crisis de diciembre de 1994, para ayudar a las empresas a pagar sus deudas al extranjero a un tipo de cambio menor.

George Melloan, también columnista de The Wall Street Journal, considera que el problema es que el FMI y Estados Unidos pretenden reformar todo lo que está mal en Indonesia.

"Suharto sospecha que su otrora amigo Bill (Clinton) está detrás de estas tácticas cuando no solo sufre una crisis financiera sino también crisis social y política. Por cierto que Indonesia puede reformar mucho, pero lo que necesita ahora es un remedio para la rupia", sostuvo Melloan.

Con un vínculo mejorado entre el FMI y Jakarta, se prevé que de las conversaciones surja un paquete económico. Pero no responderá todas las dudas económicas y políticas.

Esto molesta a indonesios que ven en el asunto un problema de soberanía económica, mientras el país practica, a propuesta del Fondo, una apertura en el comercio minorista y permite la propiedad de bancos a manos de extranjeros.

Una pregunta clave que tendrá respuesta en los próximos días es hasta qué punto el FMI está prestando dinero al país para asegurarse de que las empresas paguen sus deudas a los banqueros occidentales. (FIN/IPS/tra-en/js/mj/if/98

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