DESARROLLO: Microcréditos peligran porque dan demasiado dinero

Las iniciativas de microcrédito diseñadas para ayudar a los más pobres del planeta corren riesgo de dejar de cumplir con su misión pues reciben demasiado dinero y muy rápido, se alertó en una conferencia realizada esta capital.

Las instituciones de microcrédito ofrecen préstamos para financiar pequeñas iniciativas a personas de países en desarrollo que no tienen acceso a otras fuentes de crédito, pero ahora existe el temor de que hayan crecido demasiado y dejen de concentrarse en los más pobres entre los pobres.

Este asunto fue debatido en Bruselas por expertos de todo el mundo que evaluaron los resultados de la Cumbre del Microcrédito realizada en Washington en 1997, en la cual se propuso una campaña para proveer de recursos a 100 millones de las familias más pobres del mundo hasta el 2005.

Muhammad Yunus, el director-fundador del Grameen Bank de Bangladesh, una iniciativa de microcrédito pionera y muy imitada en el mundo, dijo a IPS que si los donantes de recursos colocan demasiados fondos, estos no llegarán a todas las personas que los necesitan.

«Se debe apoyar la creación de más organizaciones de base e instituciones y el diseño de políticas, y no inyectar dinero en grandes cantidades que amenace la supervivencia de las iniciativas existentes», comentó Yunus, copresidente del Consejo de la Cumbre de Microcréditos.

Cuando el crecimiento es demasiado rápido, o cuando la expansión se privilegia frente a la sustentabilidad, los proyectos terminan teniendo más clientes de los que pueden atender de forma eficiente, coincidieron los expertos en Bruselas.

También se planteó que la iniciativa de microcrédito, prevista para combatir la pobreza, podría ser encauzada hacia proyectos que no están listos para experimentar un rápido crecimiento, ante la presión de un flujo indiscriminado de recursos.

El asunto está directamente relacionado con la situación de las mujeres, que son 900 millones de los 1.300 millones de personas que viven en la pobreza absoluta y que constituyen un grupo de población prioritario para iniciativas de microcrédito como las del Grameen Bank.

Las mujeres representan 94 por ciento de los 1,8 millones de prestatarios que tiene esta institución de Bangladesh.

La ministra de la Familia y de Promoción de la Mujer de Costa de Marfil, Albertine Gnanazan Hepie, planteó en Bruselas que deberían crearse todas las instituciones de microcrédito que fueran necesarias.

«Setenta por ciento de las mujeres de Costa de Marfil se desempeñan en el sector informal y no tienen acceso al crédito», dijo Gnanazan Hepie.

Lo principal es «generar la capacidad» para ayudar a los más pobres, y no el dinero, advirtió en un informe presentado en febero el vicepresidente para desarrollo sustentable del Banco Mundial y presidente del Grupo Consultivo para Ayudar a los Pobres, Ismail Serageldin.

«Queremos advertir del peligro que significa medir el progreso según la cantidad de dinero disponible para el microfinanciamiento, porque al hacerlo se corre el riesgo de anular esta iniciativa. El problema no es la movilización de los recursos, sino cómo estructurar el sistema», dijo Serageldin.

En la Cumbre de Microcréditos de 1997, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se comprometió a colocar 40 millones de dólares en un proyecto denominado «Microstart».

En el último año el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA) acordó destinar 130 millones de dólares anuales para iniciativas de microfinanciamiento, mientras el Banco Africano de Desarrollo liberó 21,5 millones.

El Consejo de Microcrédito, creado tras la Cumbre de Washington, ya cuenta con 29 agencias multilaterales y bilaterales. Numerosos organismos están colocando cada vez más recursos en este tipo de programas.

Se espera que dentro de poco se sume la Unión Europea (UE), el más importante donante de ayuda en el mundo. «La Comisión Ejecutiva de la UE se integrará a uno de los consejos en junio», dijo Yunus a IPS.

La primera reunión de los 15 consejos de microcrédito creados durante la Cumbre para diferentes sectores involucrados con este tema, integrados por 2.250 instituciones, será en junio en Nueva York. En esa ocasión, se intentará identificar los problemas existentes para alcanzar las metas trazadas en la cumbre.

«Creemos que se puede lograr el objetivo de reducir a la mitad el número de pobres», comentó el copresidente del Consejo de Parlamentarios de la Cumbre de Microcrédito, Winfried Pinger.

Pinger comentó que se ha avanzado de forma considerable dado que «numerosas instituciones se han sumado a este esfuerzo, incluyendo a los especialistas de las instituciones que realizan el trabajo de campo».

La Asamblea General de Naciones Unidas pidió en diciembre a la comunidad internacional de donantes que respalden a instituciones de microcrédito, tanto a las que deben consolidarse como a las nuevas iniciativas.

La resolución también pidió a las organizaciones no gubernamentales (ONG), a la sociedad civil y al sector privado que consideren al microcrédito en sus programas para la erradicación de la pobreza.

Un estudio sobre las iniciativas de microcrédito difundido en Bruselas reveló que si bien se registró un progreso notable en el número de clientes beneficiados, aún queda mucho por hacer para determinar si ese crecimiento realmente significa que se está ayudando a un mayor número de familias pobres.

«Hemos consultado a 1.150 instituciones practicantes en el marco de la campaña de microcréditos de la Cumbre, y los 458 que respondieron tienen ocho millones de clientes que son muy pobres», reveló el director de esta campaña, Sam Daley-Harris.

De los 92 millones de clientes que faltarían para completar los 100 millomes considerados en las metas de la Cumbre, 88 millones viven en países en desarrollo y cuatro millones en naciones industrializadas.

«Uno de los desafíos que hemos descubierto es la inexistencia de métodos simples y verificables para determinas quiénes son los más pobres de la comunidad», dijo Daley-Harris.

La Cumbre determinó la creación de un grupo que discutirá cómo medir la pobreza, cuyo objetivo es identificar parámetros que permitan a las instituciones microfinancieras identificar a las familias más pobres.

«En estos tiempos, lo que determina tu acceso al crédito es lo que posees, y por eso los pobres son descartados por las instituciones financieras. Pero hemos demostrado en los últimos 21 años que los pobres pueden recibir el dinero y después lo devuelven mejor que los demás», comento Yunus.

«Entonces, ¿por qué decir que no merecen recibir créditos? Esta excusa ya no es válida, y nosotros sostenemos que algunas instituciones financieras practican un apartheid», sostuvo Yunus.

El director del Grameen Bank precisó que «las instituciones financieras dividen a las sociedades por el medio, ¿acaso eso no es apartheid?».

Y agregó que «al menos nosotros estamos apuntando hacia el fondo y democratizamos el crédito. Si tú sostienes que cualquier persona con una buena idea puede obtener un crédito, entonces no hay división en la sociedad». (FIN/IPS/tra-en/ns/pd/lc-mj/dv if/98

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