Compañías de Estados Unidos, que importan más de 15.000 millones de dólares por año en calzado y prendas de vestir manufacturados en China, lucran con firmas subcontratadas en ese país que emplean a mujeres jóvenes en condiciones de explotación, denunció un informe en esta capital.
El informe, divulgado por el grupo defensor de los derechos humanos Comité Nacional del Trabajo, investigó 21 fábricas chinas y halló que el crecimiento económico del sur de China, financiado desde el exterior, se basa en la labor de mujeres de zonas rurales y escasa educación.
Las jóvenes, ignorantes de sus derechos legales, se ven obligadas a trabajar un máximo de 12 horas diarias, siete días a la semana, por hasta 13 centavos de dólar la hora.
"Las condiciones de trabajo en China violan las propias leyes laborales chinas y derechos laborales reconocidos por la comunidad internacional, así como los códigos de conducta empresarial de Estados Unidos", destacó el miércoles Charles Kernaghan, director del Comité Nacional de Trabajo.
"Pero las obreras, cuyas condiciones se asemejan a la servidumbre, no tienen sindicatos independientes, ni organizaciones de mujeres o religiosas que protejan sus derechos humanos, y las compañías estadounidenses se aprovechan de su vulnerabilidad", sostuvo Kernaghan.
En la presentación del informe "Hecho en China: Detrás de la Etiqueta", Kernaghan lanzó una campaña nacional de presión contra estas compañías, que incluyen a algunas de las marcas más elegantes de Estados Unidos, para que revelen las condiciones en que se produce su mercadería.
"El público tiene derecho a saber en qué países y fábricas están produciendo las compañías estadounidenses, y en qué condiciones de derechos humanos y laborales", dijo.
Varios representantes del Partido Demócrata se comprometieron a apoyar la aprobación este año de normas que garanticen mayor información al respecto. "El pueblo de Estados Unidos no debería, sin saberlo, adquirir productos hechos en condiciones de explotación", expresó el legislador Bernie Sanders.
El informe incluye a compañías como Ralph Lauren, Ann Taylor, Kathie Lee, Wal-Mart, Liz Claiborne, Esprit, J.C. Penney, The Limited y K-Mart. La mayoría sostiene que supervisan las condiciones de las fábricas que realizan sus productos.
Pero investigadores del Centro de Recursos de Supervisión Asiático y del Boletín de Trabajo de China, de Hong Kong, hallaron "pruebas de subcontratación generalizada y sin regular en las fábricas de propiedad privada y extranjera que prosperan en el sur de China".
Las fábricas funcionan en un ambiente de reserva, según el informe, con frecuencia sin carteles de identificación y ni siquiera incluidas en directorios comerciales.
"Es posible que muchas compañías de Estados Unidos no sepan en qué fabricas se producen sus prendas de vestir, menos aun cuáles son sus condiciones de trabajo", escribió el Comité Nacional de Trabajo a la Asociación de la Industria de la Vestimenta (AIP).
La AIP es un grupo de trabajo de la Casa Blanca, integrado por compañías y organizaciones no gubernamentales estadounidenses, que redactó un proyecto de código de conducta empresarial para las actividades en el exterior de las firmas de Estados Unidos.
Las firmas compradoras estadounidenses, indica el informe, casi siempre tratan con agentes que trabajan desde Hong Kong. Estos luego funcionan como mediadores que asignan el trabajo a subcontratistas, los verdaderos encargados de dirigir las fábricas.
En ocasiones, hasta 10 fábricas pueden trabajar con un pedido del exterior. Unos cuatro millones de obreros trabajan en unas 44.000 fábricas de prendas de vestir en China, explica el informe.
"Las compañías estadounidenses están bajando sus estándares en China al trasladar la producción de las fábricas estatales del norte a las fábricas del sur, de propiedad extranjera y con condiciones de explotación", dijo Kernaghan.
"En el proceso, bajan los salarios, eliminan los beneficios de seguridad social, imponen horarios excesivos y toleran despidos arbitrarios y condiciones inseguras de trabajo y de vida", añadió.
En la Fábrica de Carteras Liang Shi, que produce carteras para Kathie Lee, por ejemplo, la semana de trabajo consiste en siete días de 10 horas, con salarios de hasta 13 centavos por hora, señala el informe.
La fábrica no tiene salidas especiales para casos de incendio y las obreras se alojan en dormitorios sucios y atestados, hasta cinco por habitación. Luego de pagar por la comida y el alojamiento, a las empleadas sólo les quedan 3,44 dólares.
En la fábrica Yeu Yein, que produce calzados Nike y Adidas, trabajan entre 50.000 y 60.000 mujeres, de 18 a 22 años, seis o siete días a la semana, 10 a 12 horas al día, por 19 centavos la hora, señaló el informe. En algunos casos, las obreras, que viven en dormitorios de la fábrica, son objeto de constante vigilancia.
Los sindicatos independientes son ilegales en China donde, según Sally Chun, del Boletín de Trabajo de China, "los obreros no gozan de las mínimas garantías sociales y están sujetos a la represión y la violencia del gobierno cuando expresan sus reclamos".
Chun y Apo Leong, del Centro de Recursos, manifestaron su escepticismo con respecto a la eficacia de los códigos de conducta empresarial de Estados Unidos.
Estos códigos son cada vez más comunes, debido en parte a la publicidad generada por las fábricas de vestimenta con régimen de explotación descubiertas en América Central y el Caribe por el Comité Nacional de Trabajo de Kernaghan.
En una carta abierta dirigida a la AIP de la Casa Blanca, Kernaghan solicitó que se investiguen las condiciones de trabajo en las fábricas chinas para que cumplan con las normas internacionales y pidió la prohibición de la subcontratación sin regulaciones.
Kernaghan también pidió a las compañías que se aseguren de que sus códigos de conducta se divulguen en las fábricas subcontratadas y que los trabajadores tengan acceso a organizaciones de derechos humanos y laborales. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/aq-lp/lb if hd/98