CHILE: Terminan 25 años de Pinochet como jefe del Ejército

El general y ex dictador Augusto Pinochet dejará este martes la comandancia en jefe del Ejército de Chile que ejerció por 25 años, durante los cuales alcanzó un protagonismo político que ahora mantendrá como senador vitalicio.

El solemne desfile en la Escuela Militar en que Pinochet, de 82 años, entregará el mando al general Ricardo Izurieta, de 54, tendrá como únicos invitados del gobierno al presidente Eduardo Frei y a su ministro de Defensa, Raúl Troncoso.

La ausencia de dirigentes de la coalición gobernante es ilustrativa del rechazo que provoca el ex dictador en los sectores de centro e izquierda. En medios de derecha, al contrario, es catalogado como "el chileno más importante de este siglo".

Desde el cruento golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 contra el presidente Salvador Allende, Pinochet comenzó a vivir bajo el signo de la contradicción, siendo para algunos "el salvador de la patria" y para otros "un sanguinario tirano".

Tras 64 años de carrera militar, el ex dictador deja un Ejército modernizado, que bajo su mando abandonó la subordinación institucional para convertirse en un factor de poder y se comprometió en graves violaciones de derechos humanos.

Pinochet, quien jurará el miércoles como único senador vitalicio del país, acumuló desde enero tres querellas criminales, una de las cuales lo responsabiliza por 1.148 desapariciones forzadas y ejecuciones sumarias cometidas bajo la dictadura.

En España se le sigue un juicio por el asesinato y desaparición de ciudadanos de ese país, y es probable que en Argentina sea inculpado por la justicia como posible mandante del asesinato del general Carlos Prats, cometido en 1974.

El anciano general, que el 11 de marzo de 1990 entregó el gobierno al presidente Patricio Aylwin, contó desde entonces con el fuero propio del mando castrense para no ser sometido a juicio político ni penal por crímenes de lesa humanidad en Chile.

Está protegido además por la ley de amnistía que él mismo expidió en 1978, y si eso fuera poco, gozará ahora del fuero parlamentario (inmunidad) y mantendrá a su alrededor la coraza militar de "comandante en jefe benemérito del Ejército".

Este cargo, que le fue concedido el viernes por sus 45 subordinados del cuerpo de generales, es, según los constitucionalistas, una distinción honorífica, sin efectos legales y que no interferirá en el mando del general Izurieta.

Pero, como lo señalaron analistas políticos y lo ratificaron políticos de derecha, la comandancia benemérita es una advertencia al gobierno y a las fuerzas políticas detractoras de Pinochet de que el ex dictador no será abandonado a su suerte en su nueva investidura senatorial.

El Ejército continuará prestándole el amplio y aparatoso dispositivo de seguridad que lo protege desde 1973, pero además podrá reaccionar como cuerpo ante cualquier ataque político a su "comandante benemérito y vitalicio".

El senador democristiano Jorge Lavandero calificó el nombramiento como "propio de un país bananero".

La diputada María Antonieta Saa, del Partido Por la Democracia, dijo que "Pinochet no tiene los pantalones firmes para enfrentar la política chilena y tiene que colocarse bajo la falda del Ejército para que lo cuide".

Este controvertido personaje fue un oscuro oficial que logró ascender silenciosamente hasta la segunda jerarquía del Ejército en 1973, detrás del general Prats, un firme defensor de la tradición constitucionalista de las Fuerzas Armadas chilenas.

El 23 de agosto de ese año, en medio de la crisis provocada en el propio Ejército por la campaña de desestabilización de Allende impulsada y financiada desde Estados Unidos por el gobierno de Richard Nixon, Prats se vio obligado a renunciar.

Allende optó por designar comandante ese mismo día a Pinochet, respetando la cadena de mando en el Ejército, convencido de que el oficial, que lo derrocaría 19 días después, era también un constitucionalista.

Taimado, servil y astuto, como lo describen quienes lo conocieron entonces, Pinochet fue concentrando poder en la cúpula dictatorial hasta desplazar a lugares secundarios a José Toribio Merino, de la Armada, Gustavo Leigh, de la Fuerza Aérea, y César Mendoza, de la policía de Carabineros, los otros jefes golpistas.

El 30 de septiembre de 1974 una bomba mató en Buenos Aires al general Prats y su esposa Sofía Cuthbert, desterrados en Argentina, mientras en Chile arreciaba la persecución de la Dirección de Inteligencia Nacional (Dina) contra los opositores al régimen.

Todos los generales que acompañaron en el golpe a Pinochet fueron desapareciendo de la escena política y militar con los años, algunos de ellos de manera violenta, como Oscar Bonilla, de gran influencia en el Ejército, muerto cuando su helicóptero se precipitó a tierra.

Como gobernante, Pinochet creó con la represión un escenario propicio para que el modelo neoliberal se impusiera con sus medidas de "shock" en un país en que se proscribió la acción política y sindical.

La política económica del régimen dictatorial sentó las bases de un crecimiento basado en la apertura comercial al exterior y mecanismos internos de fortalecimiento empresarial con el desmantelamiento del estado y la privatización de las pensiones y la salud.

La dictadura aumentó el poderío de las Fuerzas Armadas con aumentos de sus contingentes y presupuestos y el desarrollo de una industria militar que incorporó avanzadas tecnologías en algunas líneas de producción aeronaútica y de cohetería.

Los afanes de Pinochet de pasar a la historia como el gran modernizador y refundador del estado chileno tuvieron siempre el contrapeso de las violaciones de los derechos humanos y del costo socioeconómico de la imposición del neoliberalismo.

El terrorismo estatal que caracterizó los primeros años de su gobierno permaneció bajo la forma de un estado policial, pese a que las formas de oposición armada jamás lograron desestabilizar a la dictadura.

Se dice que Pinochet escapó durante la dictadura a cuatro atentados, pero el único que se conoce con certeza fue el ataque del 7 de septiembre de 1986 contra su comitiva del insurgente Frente Patriótico Manuel Rodríguez, que dio muerte a cinco de sus escoltas e hirió a otros 11.

Los "rodriguistas" fracasaron en su intento de impedir por las armas que Pinochet cumpliera el itinerario fijado por la constitución de 1980, que le otorgó un mandato de ocho años, con la posibilidad de ser reelecto en un plebiscito.

El 8 de octubre de 1988, la llamada oposición democrática, germen de la Concertación por la Democracia que gobierna desde 1990, derrotó a Pinochet en el plebiscito presidencial, en el cual votaron también los comunistas.

De acuerdo a ese resultado, Pinochet debió convocar a elecciones y entregar el gobierno el 11 de marzo de 1990, fecha en que comenzó a regir la prórroga de ocho años que se dio en su misma constitución como comandante del Ejército.

Ese es el plazo que finalmente se cumplirá este martes para este hombre de 82 años, todavía empeñado, según la expresión del sociólogo Tomás Moulián, en "blanquear" su imagen de dictador represivo desde un sillón del Congreso que clausuró en 1973. (FIN/IPS/ggr/mj/ip hd/98

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