/REPETICION/BRASIL: Hospitales no se preocupan por salud ocupacional

La medicina brasilera ha pasado por momentos nada envidiables. Numerosos pacientes mueren al someterse a hemodiálisis en el estado de Pernambuco y cientos de recién nacidos fallecen en maternidades que deberían salvarlos.

Sin embargo, lo que está en cuestión ahora es la salud ocupacional de los médicos y otros profesionales que trabajan en los hospitales.

Un estudio de Fundacentro, un organismo dependiente del Ministerio de Trabajo que protege la salud y seguridad de los trabajadores, reveló que los hospitales son algunos de los ámbitos de trabajo donde existe menos preocupación por la salud ocupacional.

Los médicos e investigadores Sergio Frenkiel y Joao Alfredo Guimaraes Neto, veteranos en el área de la salud laboral y colaboradores de Fundacentro, señalaron en el estudio la necesidad de una mayor prevención y capacitación en los hospitales.

Para ambos investigadores, uno de los principales factores negativos en el área de la salud profesional consiste en la tradición brasilera de recompensar el trabajo insalubre con aumento de salario y reducción de la carga horaria.

Esa tradición ocasiona que el profesional de la salud corra riesgos para ganar un poco más de dinero en lugar de luchar por su protección, señaló Frenkiel.

La reducción de la jornada laboral constituye un factor de riesgo en lugar de una medida de protección, ya que médicos, enfermeras y técnicos se dividen entre dos o tres empleos en las grandes ciudades brasileñas y agregan al estrés de la profesión las corridas por el tránsito congestionado.

Uno de los ejemplos citados sobre los riesgos de la jornada laboral reducida es el de los operadores de rayos X, que tienen más probabilidades de desarrollar cáncer y por eso trabajan menos horas y deben usar un equipo para medir los niveles de radiación a que son expuestos.

Como su jornada es de cuatro horas, los técnicos acaban por trabajar en dos o tres hospitales, donde utilizan diferentes equipos para medir la radiación. Dado que los efectos de la radiación son acumulativos, las mediciones fraccionadas de poco sirven, explicó Frenkiel.

Además, la vacunación obligatoria debería comenzar en el primer año de estudios universitarios de los profesionales de la salud, en opinión de los dos investigadores.

El futuro médico o enfermero debería ser vacunado ya en el primer año de facultad para que desarrolle los anticuerpos antes de sus primeros contactos con los pacientes, sugirió Frenkiel.

Sin embargo, el estudio de Fundacentro demuestra que son escasos los hospitales que vacunan a sus funcionarios, en algunos casos porque los propios trabajadores así lo exigen en sus reivindicaciones.

El surgimiento del sida modificó algunos hábitos hospitalarios. Sirvió, por ejemplo, para generalizar el uso de algunos equipos básicos que antes se dejaban de lado, como guantes y máscaras quirúrgicas.

No obstante, en caso de que un médico o enfermero contraiga el virus del sida, el empleador no puede exigirle que se someta a un análisis, y eso puede llevar a los portadores a trabajar en ambientes de alto riesgo como las salas de enfermedades altamente contagiosas.

La falta de ventilación de muchos hospitales, donde los pacientes esperan ser atendidos en los corredores, no contribuye a la salud de los profesionales ni de quienes precisan de sus servicios.

Así mismo, son pocos los hospitales que realizan cursos periódicos de reciclaje para sus profesionales. En general, médicos y enfermeros aprenden en la práctica el funcionamiento de los nuevos equipos que se agregan a su rutina de trabajo.

El hecho incide en el número de accidentes que afectan a profesionales de la salud, en particular mientras manejan productos químicos, destacaron los investigadores. (FIN/IPS/awm/ml/he-lb/98

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