Más de un millón de personas están desocupadas en Venezuela, 11,1 por ciento de la población activa de 9,5 millones, en lo que representa una disminución de la desocupación de un punto porcentual respecto al primer semestre de 1997.
La Oficina Central de Estadística e Informática (OCEI) reveló este jueves los indicadores de ocupación del segundo semestre del año pasado, que evidencian señales positivas aunque insuficientes de mejoría en el sector.
Venezuela, según cifras que brindó al cierre de diciembre la Secretaría General de la Comunidad Andina, es el país del bloque con mayor nivel de desempleo y de inflación. En este último caso, el negativo récord es para toda América Latina, con una tasa que en 1997 fue de 37,6 por ciento.
Miguel Bolívar, director de la OCEI, se mostró confiado en que Venezuela pueda regresar en 1998 a una desocupación de sólo un dígito, gracias a un esperado crecimiento de seis por ciento y al hecho de que éste es un año electoral, cuando siempre ha crecido de manera neta el empleo en el país.
La economía también tuvo un comportamiento positivo en 1997, tras un trienio recesivo, con un crecimiento del producto interno bruto (PIB) de 5,7 por ciento.
Pero los planes de reducción de la burocracia central y las medidas para flexibilizar el mercado laboral, que obligaron a cambio a desembolsos especiales a los empleadores, inhibieron la captación de empleo.
Además, Bolívar resaltó un problema estructural del empleo en Venezuela. La caída en la formación de la población, por la crisis del sistema educativo y en general la pérdida de calidad de vida que soportan los venezolanos desde hace 15 años.
Más de 61 por ciento de los desocupados no llegan a tener completa la educación primaria, cuando ésta es formalmente obligatoria, resaltó.
Otro elemento, éste positivo, que se dio en el segundo semestre de 1997 es la aceleración de la cantidad de personas que pasaron a buscar empleo, sobre todo entre las mujeres, lo que neutralizó el impacto positivo de nuevos puestos de trabajo.
La población activa creció en 290.022 personas entre el segundo y el primer semestre de 1997, mientras el número de ocupados lo hizo en 354.996 personas.
La mujer es la principal víctima de la desocupación, ya que su tasa de desempleo fue durante el pasado semestre de 14,2 por ciento y el del varón de 9,3 por ciento.
Pero la variación de nuevos ocupados también favoreció a la mujer, ya que entre el segundo semestre de 1997 y el del año previo los nuevos hombres ocupados fueron 231.976 más y las nuevas mujeres ocupadas 299.391.
El empleo femenino, sobre todo el juvenil, está creciendo a un ritmo alto, pero también crece el número de mujeres que pasa a buscar trabajo, precisó Bolívar.
El sector formal de la economía pasó a absorber 52,5 por ciento de los ocupados, el porcentaje más alto de los últimos seis años y un punto porcentual más que en el primer semestre de 1997.
En Venezuela se considera área informal la de los trabajadores por cuenta propia y los que laboran en empresas de cinco empleados o menos.
El sector privado emplea a 83 por ciento de la población, aunque la principal actividad del país y la que genera 24 por ciento del PIB, el petróleo, está en manos del Estado. Pero la industria petrolera solo emplea 80.000 personas.
El indeseado desempleo se suma al deterioro del salario real en una década de alta inflación, que llegó en 1996 a 103 por ciento, un porcentaje sin precedentes.
El resultado es que la canasta alimentaria, que en Venezuela se compone de los alimentos esenciales para la manutención de 5,2 individuos, asciende a 188 dólares, mientras el salario mínimo está fijado en 150 dólares.
La pobreza, según cifras de la OCEI de diciembre, pasó a afectar a 10 por ciento más de hogares en 1997, pese al incremento del empleo, en un país de 22,8 millones de habitantes.
En total, 68,7 por ciento de los hogares venezolanos son pobres, al no completar el ingreso para adquirir la canasta básica de alimentos, bienes y servicios, que cuesta el doble de la alimentaria.
Y 40,3 por ciento de la población no tiene recursos para las necesidades alimentarias básicas, por lo que su nivel de pobreza es caracterizado de crítico. (FIN/IPS/eg/mj/if/98