El auge económico de América Latina, América del Norte y Europa, sus mercados naturales, otorga inmunidad a Venezuela contra la caída del ingreso petrolero que afecta a los productores del Golfo debido al menor crecimiento de las economías de Asia.
La crisis financiera que los afecta determinará la desaceleración del crecimiento industrial de los "tigres" asiáticos, cuya demanda de energía se reducirá.
Esa desaceleración impacta en los precios, al excluir la perspectiva de escasez de petróleo, y también en las inversiones, que pueden atender otras urgencias. También en este aspecto parecen sólidas las expectativas de Venezuela.
Este productor sudamericano obtuvo ingresos petroleros superiores a 15.000 millones de dólares en 1996, año en que repuntaron los precios y el barril se vendió a un promedio de 18,39 dólares, y de 18.000 millones de dólares en 1997, vendiendo el barril a 16,55 dólares.
La clave de la tranquilidad que exhiben las autoridades venezolanas ante la baja del mercado en las últimas semanas está en que los volúmenes de producción y exportación han crecido sin cesar en los dos últimos años.
Venezuela admite sin rubor que viola la cuota de producción de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que hasta el cierre de 1997 era de 2,58 millones de barriles diarios y ahora se situa en 2,68 millones.
Se calcula que este país extrae al menos 600.000 barriles adicionales por día y produce 3,3 millones de barriles o más por jornada.
"La caída de los precios es coyuntural", dijo José Toro, miembro del directorio del estatal grupo Petróleos de Venezuela (PDVSA), "pues obedece a las expectativas que genera la entrada de Iraq al mercado, la crisis en las economías asiáticas y el invierno benigno" en el hemisferio norte.
Varios crudos de referencia retrocedieron incluso medio dólar por jornada, en los primeros días del año, como el estadounidense West Texas Intermediate, que sólo el martes perdió 54 centavos y cerró a 16,89 dólares el barril.
El "cóctel" petrolero venezolano (exporta unos 30 tipos de crudos y derivados) se cotizaba entre tanto a 13,55 dólares el barril, casi dos dólares por debajo de los 15,24 que fue el promedio de diciembre, y tres menos que el promedio de 1997.
Pese a la caída de los precios de referencia, este país mantendrá para su presupuesto estatal la previsión de que el petróleo se venderá a un promedio de 15,50 dólares el barril, informó el ministro de Hacienda, Freddy Rojas.
La explicación consiste en que Venezuela está embarcada en un plan decenal, con inversiones de 75.000 millones de dólares hasta el año 2006, destinado a fortalecerse como potencia petrolera, sobre la base de llevar su potencial de producción de los actuales 3,5 a 6,5 millones de barriles por día.
Para este año PDVSA confirmó inversiones de 7.400 millones de dólares.
El ministro de Energía, Erwin Arrieta, propone la eliminación del sistema de cuotas de la OPEP, que fue impuesto para impulsar los precios con torniquetes a la producción, y que en su lugar se despache más crudo al exterior para luchar por mercados y contra las fuentes alternativas de energía.
Tácitamente, Arrieta ha incitado a los socios de la OPEP del Golfo a mirar la creciente demanda de China -que consume cuatro millones de barriles por día y tiene un déficit de producción de energía de 25 por ciento- e India, principalmente.
La tesis venezolana tiene un punto de partida geográfico. El país se halla en la zona media de un continente que consume 25 millones de barriles diarios de hidrocarburos y tiene un déficit de cinco millones. Dada su situación geográfica, no tiene aprensiones acerca de dónde buscar colocación para su petróleo.
En primer lugar, Venezuela es altamente competitiva en el mercado de América del Norte, donde coloca unos dos millones de barriles de petróleo por día (60 por ciento de sus exportaciones) y se ha afianzado como primer proveedor de Estados Unidos.
Por añadidura, parte de esa exportación se destina a las refinerías de Citgo, filial de PDVSA y séptima petrolera estadounidense, con capacidad instalada para refinar un millón de barriles por día y sólida implantación comercial, a través de 14.000 estaciones de servicio con su emblema.
Esta circunstancia, observan analistas de la industria, relativiza la caída de los precios del petróleo de exportación, pues PDVSA puede, mediante la red Citgo, compensar sus ingresos al obtener mejores rendimientos por cada barril procesado en sus propias instalaciones estadounidenses.
El retroceso de los precios petroleros de exportación en 1997 con respecto a 1996 no fue, por ese conjunto de circunstancias, obstáculo para que PDVSA obtuviese las ganancias más altas desde que se creó al nacionalizarse la industria en 1976: 4.700 millones de dólares.
Los otros resortes para escapar a los efectos de la crisis asiática están en la solidez del mercado europeo, donde PDVSA coloca 10 por ciento de sus exportaciones y está asociada desde hace tres lustros con la alemana Veba Oel y la escandinava Nynas, y en el auge latinoamericano.
Varias economías sudamericanas llevan años creciendo y así continuarán en 1998. Para Venezuela es de especial interés Brasil, que agregará este año unos 200.000 barriles diarios a los 1,5 millones de barriles por día que ya consume.
Brasil, con quien Venezuela sostiene privilegiadas relaciones políticas y económicas, compraba hace cuatro años menos de 50.000 barriles de petróleo diarios, pero en la actualidad esa cifra se ha cuadruplicado.
América Latina fue "marginal" años atrás en los tableros del cuartel general de PDVSA.
Pero este país, único miembro americano de la OPEP, ha comprobado las ventajas de contar con un "mercado cautivo" en América Central y el Caribe y de su provechosa proximidad a los demás países andinos y a los del Mercado Común del Sur. (FIN/IPS/jz/if-la/if/98