Veintiséis periodistas fueron asesinados en todo el mundo en 1997, en ejercicio de sus profesión o por venganzas hacia su trabajo, de acuerdo con dos organizaciones de defensa de la libertad de prensa.
El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), radicado en Nueva York, y Reporteros sin Fronteras (RSF), en París, informaron que la mayor cantidad de asesinatos ocurrió en India, donde siete sufrieron esa suerte.
Cuatro periodistas cayeron en Colombia, tres en México y dos más en Camboya, según el informe conjunto. Además, murió un periodista en diez países (Argentina, Brasil, Filipinas, Guatemala, Indonesia, Irán, Pakistán, Ruanda, Sierra Leona y Ucrania).
Solo tres de los supuestos criminales fueron juzgados. El CPJ y RSF reclamaron a los gobiernos a efectuar investigaciones exhaustivas y juzgar a los responsables.
"El homicidio continúa siendo, trágicamente, la principal causa de muertes relacionadas con el trabajo entre los periodistas de todo el mundo, y el motivo es la censura", sostuvieron las dos organizaciones.
"Si los gobiernos permiten que estos crímenes continúen impunes, las garantías constitucionales de la libertad de prensa no tienen ningún significado", agregaron.
Por primera vez en cuatro años, no hubo en 1997 periodistas asesinados por su trabajo en Argelia. Desde 1993, sufrieron esa suerte 60 profesionales en el sangriento conflicto entre el gobierno y los militantes islámicos que ya cobró en total 70.000 vidas humanas.
Eso no quiere decir que en Argelia florezca la libertad de prensa, alertó Robert Menard, director de RSF.
"Hubo menos víctimas porque muchos periodistas argelinos se ocultan, huyeron al exilio o abandonaron la profesión, mientras lo que siguen en carrera toman precauciones de seguridad extremas", explicó Menard.
Por segundo año, tampoco hubo muertes entre los periodistas que trabajan en la antigua Yugoslavia, tras la muerte de unos 50 entre 1985 y 1995, año en que se firmaron los acuerdos de paz en Dayton, Estados Unidos.
Borys Derevyanko, jefe de redacción del diario Vechernyaya Odessa, de Ucrania, murió a balazos en agosto cerca de su oficina. Las autoridades creen que los encargados del asesinato fueron sicarios. Su periódico se caracteriza por sus críticas al alcalde de Odessa.
El CJP y RSF afirmaron que los siete asesinatos registrados en India el año pasado reflejan una tendencia de creciente violencia política y riesgo para los redactores y fotógrafos de ese país.
Cinco de las víctimas, integrantes de un equipo de televisión, murieron cuando su vehículo fue destruido por una bomba terrorista en Hyderabad.
A ellos se sumaron dos periodistas de Kashmir, Altaf Ahmed Faktoo y Saidan Shafi, que fueron asesinatos al parecer por venganza por sus trabajos para la televisión estatal. Ocho periodistas murieron en total en el territorio, cuya soberanía reivindica Pakistán, desde el estallido de la guerra civil en 1990.
Las cuatro muertes de periodistas en ejercicio de su profesión en 1997 elevaron a 43 las ocurridas en el último decenio. La mayoría fueron víctimas de narcotraficantes, según el informe.
Gerardo Bedoya Borrero, de El País, y Jairo Elías Márquez Gallego fueron al parecer asesinados como resultado de su trabajo al exponer el tráfico de drogas y la corrupción, según el CJP y RSF.
Freddy Elles Ahumada, fotógrafo independiente de Cartagena, fue al parecer asesinado por su cobertura de la violencia policial, y Francisco Castro Menco, presidente de una fundación que posee una radio comunitaria en Majagual, pudo haber sido asesinado por guerrilleros o paramilitares de esa región.
En México, Jesús Abel Bueno León, del semanario regional Siete Días, y Víctor Hernández Martínez, de la revista Cómo, fueron asesinados probablemente por sus revelaciones sobre la corrupción policial y los abusos del gobierno.
También en ese país, Benjamín Flores González, de La Prensa, del estado de Sonora, pudo haber cavado su tumba con su cobertura del tráfico local de drogas.
En Argentina, José Luis Cabezas, de la revista Noticias, fue secuestrado y asesinado en la localidad de Pinamar, mientras seguía un caso sobre Alfredo Yabrán, conocido millonario con estrechos vínculos con numerosos funcionarios del gobierno de Carlos Menem.
La investigación judicial del asesinato provocó meses después la renuncia del ministro de Justicia, Elías Jassán, y la detención de varias autoridades y agentes de la policía y del jefe de los custodios de Yabrán.
En Brasil, Edgar Lopes de Faria, de FM Capital en Campo Grande, fue abatido en octubre por presuntos asesinos contratados.
En Guatemala, Jorge Luis Marroquín Sagastume, director del mensuario Sol Chorti, de Jocotán, fue ejecutado por dos asesinos que, según distintos informes, fueron contratados por un rival político y miembro del gobierno local.
Chet Duong Daravuth, reportero del diario Neak Prayuth de Camboya, fue asesinado en marzo con una granada en un acto político.
El canadiense Michael Senior, que trabajó para el Cambodia Daily, fue ejecutado tras fotografiar un saqueo cometido por soldados en julio, después del golpe de Estado del segundo primer ministro Hun Sen.
Muhammad Sayuti Bochari, periodista del diario indonesio Pos Makasar, fue golpeado hasta morir tras escribir artículos sobre la corrupción de autoridades locales en Ujungpandang.
En Pakistán, Z.A. Shaid, fotógrafo del diario Khabrain, de Lahore, murió en un atentado con explosivos contra varios líderes de un partido antichiíta.
En Filipinas, Danny Hernández, editor de noticias de People's Journal Tonight que expuso a grupos de narcotraficantes y denunció la corrupción policial, recibió amenazas de muerte y finalmente murió de un disparo fuera de su oficina, en junio.
En Irán, Ebrahim Zalzadeh, editor jefe del mensuario Mayar, de Teherán, fue encontrado muerto de múltiples puñaladas 35 días después de su desaparición. Hasta su clausura en 1995, Mayar solía ser crítico de la censura del gobierno.
En Africa, Appolos Hakizimana, jefe de redacción del diario independiente ruandés Umuravumba, recibió un disparo que le causó la muerte en su hogar en Kigali. Había sido detenido en 1996 por supuesta participación en el genocidio de 1994 contra la minoría tutsi.
En Sierra Leona, Ishmael Jalloh, periodista que trabajó para varios diarios independientes, fue asesinado el 3 de junio mientras cubría una batalla entre facciones armadas de soldados nigerianos y la fuerza regional de paz desplegada en el país africano. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/mj-lp/hd cr/98